A sus 90 años, Clint Eastwood sigue tan vital y vigente como siempre. Claro que ahora su carrera como director parece enfocada en resaltar a los héroes anónimos, ciudadanos comunes en lucha contra la injusticia, la burocracia o el crimen.

En Richard Jewell, nos muestra el retrato de un tipo común, excedido de peso, un amante de las armas y obsesionado con ser policía, que aún sigue viviendo con su madre posesiva, un “loser” según ciertos estándares prejuiciados, que pasa de la noche a la mañana a ser un héroe, al impedir un atentado terrorista, y luego un villano, al ser acusado por la prensa amarillista de ser el principal sospechoso del supuesto atentado.

Es cierto que la historia es presentada por Eastwood de manera maniquea, y que los personajes son presentados como estereotipos, en especial la periodista interpretada por Olivia Wilde, para resaltar quienes son los “buenos” y quienes son los “malos” en la peculiar perspectiva eastwoodiana, pero eso no nos impide decir que estamos ante un film que sabe manejar los códigos emocionales, es una valiosa reflexión sobre la figura del “héroe”, del rol de los medios de comunicación o de la injusticia de los órganos encargados de darnos seguridad, muchas veces dispuestos a juzgar sin pruebas reales.

Y a destacar el trabajo de Paul Walter Hauser, genial en su personaje de antihéroe.

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