Ficha El Detective


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Críticas de El Detective (1)




Toribio Tarifa

  • 21 Mar 2016

8


Si de alguna película puede decirse que se halla en abierta contradicción con el Zeitgeist de nuestra época es ésta. Tras la secuencia inicial, que nos presenta al Padre Brown detenido por la policía como ladrón, debido a lo peculiares que son sus procedimientos pastorales, sigue un significativo sermón dominical sobre la Gracia y la igualdad del ser humano ante el mal para cerrar la película con otro sermón sobre la parábola del Hijo pródigo. ¡Toma castaña!
Es una película que no cumple ni uno solo de los preceptos que actualmente se exigirían o mejor se exigen a cualquier proyecto cinematográfico. Canta como una calandria si se la compara con cualquier película recién salida de las fábricas de productos cinematográficos al uso. Es una película religiosa, profundamente religiosa y que recoge gran parte de lo que pudiéramos llamar la esencia del Cristianismo, desde el concepto de Gracia hasta el de libertad, pasando por cuestiones tan fundamentales para el cristiano como el sentido de la vida o la resurrección de la carne.
Yo me pregunto en este orden de cosas, es decir, en el orden de la comprensión de las claves que se ofrecen al espectador para que descifre los sucesos del guión, cuántos espectadores actuales de esta película son capaces de comprender el motivo que el padre Brown aduce para explicar cómo ha conseguido descubrir quién es su antagonista Flambeau en la escena de la cafetería parisina y que tiene que ver con un bocadillo.
Y es que conviene no perder de vista en ningún momento que el autor del texto Gilbert K. Chesterton es un converso al catolicismo, como tantos otros hubo en la Inglaterra de las postrimerías del siglo XIX y principios del XX, conversiones algunas de las cuales causaron una auténtica conmoción en el mundo social, literario o político del Reino Unido, como pudo ser la del que luego sería Cardenal Newman, en 1845, la del escritor Maurice Baring, en 1909, o ésta de G.K. Chesterton en 1922. Por otra parte, menos convendría, a la hora de juzgar El detective, pasar por alto el hecho de que su actor protagonista, el inmenso Alec Guiness, se convirtiera también al catolicismo unos meses después de haber terminado la película. Quiero decir que, con mayor o menor acierto en su desarrollo, hay mucha sinceridad, mucha autenticidad en este guión, y que no es justo calificar de moralina, es decir, de moralidad inoportuna, superficial o hipócrita, actitudes morales en las que los autores se jugaban personalmente mucho.
Quien esto suscribe no es creyente, ni tan siquiera aceptaría ser calificado de agnóstico, y se hallaría probablemente mucho más cómodo bajo el calificativo de ateo, es decir, aquél que considera que, puestos a decidir sobre la existencia o inexistencia de Dios juzga que, sin tratar de salirse del marco de profunda oscuridad en que vivimos desde el instante en que llegamos a este mundo hasta el momento en que nos vemos forzados a abandonarlo, quizá lo más sensato sería creer que estamos solos.



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