Ficha ¡Cómo Está el Servicio!


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Críticas de ¡Cómo Está el Servicio! (1)




Mad Warrior

  • 12 Jun 2020

5



¨¡Yo sólo pido una casa normal!, ¡de esas que el marido se la pega a la señora, la señora le sisa al marido, el chico hace huelgas en la ¨universitaria¨ y la chica se la llevan unos amigos a dar un paseo por las afueras y a los tres meses se casa de marrón a las 7 de la mañana! ¡Lo normal!¨.

Es el lamento de una criada, que sólo busca paz y tranquilidad en su trabajo y no encontrarse en una casa de locos expuesta al infarto a cada segundo, pero como bien nos demostrará esta historia la gran ciudad ofrece de todo menos paz y tranquilidad, y la comodidad laboral es menos que un sueño para los que vienen de fuera. Mariano Ozores siempre gozó de contar durante toda su carrera con una pareja cómica efectiva para encandilar al público y tener asegurado el éxito de taquilla, y tras la formada por Pajares y Esteso en los 80 fue la de José Luis López Vázquez y Gracita Morales la que más réditos le hizo ganar.
Tanto es así que les mantendría juntos en más de diez películas (cambiando luego a Morales por la ferviente y a veces irritante Lina Morgan). Llegado 1.968 colaboraría hasta en tres títulos con el dúo, siendo uno de ellos ¨¡Cómo está el Servicio!¨, basada en la pieza teatral homónima de Alfonso Paso, quien vio sus obras trasladadas recurrentemente a la gran pantalla (Ozores ya había adaptado ¨Suspendido en Sinvergüenza¨), con el ingenioso Vicente Coello ayudando al director en el guión, que nos habla de las aventuras de Vicenta, cuyo papel sobre el escenario interpretado por Florinda Chico va a parar a Morales.

Tras una simpática introducción en viñetas con las que Ozores aprovecha y defenestra por completo la figura del hombre y denuncia desde la sátira la condición de esclavos a la que muchos seres humanos estamos sujetos, conocemos a la protagonista, una pobre inculta que ha dejado la comodidad del pueblo por la inmensidad y el desenfreno de la ciudad, sumándose a los miles de españoles que en ese momento han de emigrar a territorios más amplios para ganar algo de dinero y poder comer. Con esa Vicenta pasando con torpeza por una calle general (lo que recuerda a las comedias en las que Martínez Soria desempeñaba el mismo papel) nada nos hace sospechar que podrá sobrevivir allí por mucho tiempo.
Sin embargo, y como no tiene más remedio, se amolda rápidamente a las costumbres de este entorno al que se ha ido a lanzar; es aquí donde el director, muy identificado con el estilo mordaz y de denuncia de Paso, no repara en construir una sátira demoledora sobre el ambiente urbano, poblado de hipocresía, egolatría, cinismo, locura y reprochable libertad sexual, dirigiendo su crítica mirada hacia los ciudadanos de clase media-alta que ejercen su poder sobre la gente honrada y trabajadora. Ozores, por medio de su humor ácido y grueso, no se corta a la hora de presentar a estos personajes a través de descripciones bufonescas, casi grotescas.

Como tampoco deja de aludir a la situación socio-política del momento, ni de atacar a la figura masculina dominante de la sociedad española, todo ello sin abandonar su tono burlón; para Ozores los hombres son tímidos cobardes (como el hijo del doctor Cifuentes) o repelentes caraduras (como máximo representante ahí está Manolo, primo de Vicenta, quien se pasa toda la película regañando y controlando a ésta y aprovechándose de la inocencia de las chicas para su beneficio). Incluso la institución del matrimonio, tan sagrada e intocable en la época, es destruida hasta los cimientos por el director.
No obstante, la trama que presentan éste y Coello, para respetar el esquema teatral, se irá desarrollando torpemente de un modo episódico, por lo que veremos a la protagonista viajar de un escenario a otro enfrentándose a los numerosos y muy disparatados peligros que entraña su profesión, derivando el conjunto en una irregularidad argumental a unos niveles increíbles (destacando el ¨capítulo¨ en el cual Vicenta acaba encerrada en una casa de locos, con Ozores fingiéndose Mario Bava y modelando unas atmósferas agobiantes y extrañas que llegan a rayar el puro terror, sobresaliendo así con respecto al tono general de comedia costumbrista que se mantiene en el resto del film).

A pesar de que el ambiente se perfile tan repulsivo y corrupto, Vicenta tendrá oportunidad, si no de encontrar un trabajo que le satisfaga por lo menos sí un romance, aunque primera vista nos parezca lo contrario (¿una comedia española sin ¨happy end¨?); pero Ozores no deja mal sin condenar y, así, los
honrados y trabajadores ganan pero los desgraciados se llevan su merecido. Gracita Morales, con su gracejo innato (en pantalla, pues la amargura que sufría entonces complicaba mucho el rodaje), logra conquistar la simpatía y la compasión del espectador sin problemas, repitiendo sin diferencias a su Petra de ¨Chica para Todo¨ (aunque aquélla se termina marchando de la ciudad y ésta se queda porque tiene motivos).
López Vázquez, por el contrario, no abandona su rol de sinvergüenza desquiciante irritando sobremanera cada vez que abre la boca (está claro que el final que tiene su personaje es el que esperamos todos ver). Tras la pareja, unos grandes secundarios como Irene Gutiérrez Caba, Antonio Ferrandis, Mary Begoña, Marisol Ayuso, María Isbert, el genial José Alfayate y un jovencísimo José Sacristán que demuestra que interpretar alelados insípidos y tímidos es lo suyo. Por otra parte, Ozores hace gala de una libertad a la hora de tratar temas sexuales que resulta fácil presagiar hasta donde llegará en futuras décadas.

Tan alegre y absurda como ecléctica y atípica, quizás porque destacan mucho sus tonos optimistas, porque es un humor muy arraigado a su época, a su momento, difícil de digerir en la actualidad (pero mil veces mejor esta comedia española que la actual, por supuesto...).
Sin embargo si algo tiene el cine de Ozores es que muchos de sus discursos y denuncias siguen manteniendo la misma frescura hoy día. La sola presencia de Morales es suficiente.



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