Ficha Desayuno con Diamantes

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Críticas de Desayuno con Diamantes (9)




Mad Warrior

  • 7 May 2021

8



¨Érase una vez una bonita y escuálida muchacha...vivía sola, exceptuando un gato sin nombre...¨.
Un momento, ¿eso qué es?, quién puede estar cantando a estas horas? [Abro la ventana] ¡Pero si es Holly!, ignoraba que supiera tocar la guitarra...y qué diferente está con esas ropas ordinarias, pero más preciosa que cuando lleva tanto maquillaje y tanta joya inútil y...demonios, qué voz más maravillosa. ¿Será que me estoy enamorando? Vaya, me ha sonreído...nunca nadie me había dicho un ¨hola¨ tan bonito y dulce. Tengo que responder...

Momento cautivador y esencial del cine universal sobre la eternidad femenina reflejada en Holly; Paul quería escribir sobre ella, pero ella es la única que puede poseer su vida y su destino, por eso le interrumpió con su dulce voz, para que dejase de escribir y la contemplase en toda su magnificencia. Nosotros también, 60 años y la seguimos contemplando, a ese personaje único salido de la pluma de Truman Capote algo antes, cuyas hazañas serían registradas en las 180 páginas de ¨Breakfast at Tiffanys¨, novela que se dejó la vida en publicar, para acabar convertida en todo un éxito de ventas y de crítica.
Pero su historia, sobre la tremenda desafección, lujo en su más pura banalidad y frivolidad sentimental de esa esfera de la Manhattan de la 2.ª Guerra Mundial ocupada por las clases altas en cuyo epicentro se remueve la protagonista, tuvo que adaptarse a los cánones de la industria de Hollywood. Mientras el galardonado George Axelrod escribe el guión se anuncia oficialmente que ni John Frankenheimer ni Marilyn Monroe (una de las principales inspiraciones del autor) van a participar en el film; en su lugar la sustituye una nativa de Bruselas llamada Audrey K. Ruston, de 31 años, que poco a poco se ha abierto camino en el cine como Audrey Hepburn hasta ser reconocida por su talento y por su singular belleza.

Wyler, Donen y Wilder la han hecho una estrella, ahora Blake Edwards, cuya carrera está despegando, se encargará de pulirla del todo y sacarle brillo como el diamante que es. Se trae consigo al maestro Henry Mancini, quien imagina junto a Johnny Mercer una pieza enteramente inspirada en la actriz; y es la que sonará durante ese emblemático inicio donde un taxi cruza las solitarias calles de esa New York aún despertándose para detenerse ante la joyería Tiffany & Co. de la 5.ª Avenida (hay más glamour durante esta secuencia de poco más de un minuto, en espíritu realmente triste, que en todo el cine actual).
Tiffany es, para esta chica delgada, distinguida y soñadora, un paraíso en La Tierra, lo que debería ser el Manhattan de la parte Este donde reside. Sin embargo la conocemos a través de Paul Varjak, encarnación del narrador omnisciente del libro (lo que da pie a plantear un desarrollo de los hechos bastante diferente); él, un escritor, mantiene un primer encuentro con ella en su piso donde Edwards, con esa habilidad que le caracteriza, consigue capturar las chispas que saltan entre ambos a lo largo de un diálogo juguetón e increíble. Y es esta relación, tan abierta y desenfadada, el motor de la trama, que cuidadosamente, y por medio de elipsis y otras subtramas (cada una ocupada por diferentes hombres con un cometido y una culpa), nos abrirá de par en par las vidas de la pareja.

Se trata de dos seres que prefieren escudarse bajo el brillo de falsos oropeles para ocultar la tremenda desgracia, la inevitable angustia de sus existencias. Como la actriz que la interpreta y la misma madre de Capote, Lulamae tuvo una infancia difícil y prefirió cambiarse de nombre; nativa de Texas, robaba y nada podía aplacar su carácter rebelde, ni siquiera su matrimonio con un hombre mucho mayor.
Su salida fue refugiarse en una Manhattan (no la de los 40 que aparece en el libro) ahogada por el vicio, el lujo, el cinismo, el consumismo y la diversión como Holly Golightly, hechizada y transformada por esa vida fácil de diamantes caros y falsas emociones.

Pero no podemos culparla por sus decisiones y actos, ni tampoco compadecerla, sólo queda observarla y dejarnos embaucar por su excitante forma de ser, al igual que los numerosos hombres maduros que la persiguen y cortejan con caros regalos, mientras Holly, consciente de su poder sensual sobre ellos, se rinde a ésto en un ejercicio de recíproco deseo egoísta y sentimientos engañosos. Ha sido obligada a casarse en su adolescencia, manipulada por un productor de cine para cambiar su acento y sus maneras, usada para alegrarle la vida a un mafioso encarcelado o engañada por millonarios más preocupados de su posición y prestigio...
Pero ella se considera un espíritu libre que nadie puede poseer, como el gato sin nombre con el cual convive en su piso; y al igual que el animal (adorable hasta lo inenarrable), ni posee un lugar en el Mundo ni siquiera un nombre. No deja de ser una muñeca más frágil que el cristal al servicio de la lujuria masculina, y es Paul el único capaz de transmitirle una seguridad fiel y sincera (será transmutado por ella en su amado hermano Fred), curiosamente un hombre que vive mantenido por una mujer madura y casada y cuyo arte como escritor hace mucho que se halla en un estado mustio.

Si se soportan es porque son conscientes de lo bien que se reflejan el uno en el otro, porque comprenden rápidamente las similitudes que los unen como entes abocados a la perdición, la soledad, el vacío y el autoengaño, y si bien sus metas puedan encontrarse al final de diferentes caminos, el destino ha querido que acaben condenados a entenderse y, quizás, a amarse. Edwards sabe retratar este amor, de primeras no confesado, y cual Wilder, Cukor o Lubitsch, lo hace calibrando con una gran precisión el drama y la comedia, y aun dejando que en ciertas ocasiones una de las dos partes sobresalga, dicho equilibrio es esencial para no perder nunca la esencia ácida y negra de la historia ni la divertida, ágil y romántica.
Esto choca con el modo en que aquél visiona lo escrito por Capote, teñido de amargura y esa mordacidad áspera que tanto caracteriza su trabajo. Axelrod primero y el director después suavizan el contenido y lo amoldan a los ribetes de un relato fabricado por los estudios de Hollywood para el público. Y la historia de esa geisha neoyorkina y ese gigoló de ambivalentes caracteres y gran obstinación para mentir a los demás y a sí mismos que son incapaces de ver y aceptar la realidad no deja de ser menos trágica, pero lo que era agrio sin más en manos de Edwards adquiere unos tonos melancólicos donde subyace, algo débilmente, la presencia de la esperanza.

Por otro lado esta libertad le permite desplegar grandes dosis de humor audaz, alocado y vibrante, ese inconfundible que uno sólo ve en sus películas, siendo el ejemplo más representativo la larga secuencia de la fiesta en casa de Holly (prefiguración del delirio de ¨El Guateque¨), una explosión de júbilo y espontaneidad filmada con una precisión obsesiva a la hora de articular los ¨gags¨ y conseguir el efecto deseado en pantalla.
El mismo que consiguió Hepburn, ya consagrada como actriz de primer nivel pero definitivamente elevada al mito gracias a su muy compleja (porque lo es) interpretación de Holly, quien se revela como un claro opuesto a la Ann de ¨Vacaciones en Roma¨.

Pero a Hepburn no la quería Capote por estar obcecado con Monroe, aunque sin despreciar lo que podía haber logrado la angelina (cuyo papel hubiese sido simbólico ya que acabó suicidándose un año después), la primera tuvo esa facilidad innata para explotar su sensualidad y ser deseada por todos, sin tener que pertenecer a las filas de divas de la época, voluptuosas y dotadas de una belleza salvaje. Su sensualidad radicaba en la dulzura y la inocencia, y sobre todo en su rostro angelical, bajo la que sí se escondía un lado visceral y agresivo.
Esa presencia se eleva sobre sus compañeros de reparto, empezando por George Peppard, problemático como siempre durante el rodaje y sin llegar a mostrar todo lo débil que era el Paul de Capote, aunque muy digno en su encarnación. Soberbios Martin Balsam, el español José Luis de Vilallonga, una comedida Patricia Neal y, cómo no, el gato, de importancia fundamental; Mickey Rooney tuvo la desgracia de hacer caso a Edwards y dar vida a uno de los personajes más innecesarios de la Historia, causante, además, de una polvareda de polémica por su idiota caracterización de japonés cascarrabias.

Derrochando elegancia e ironía por los escenarios sofisticados y las atmósferas acogedoras que modelan Roland Anderson y Hal Pereira, cuyo colorido capta el operador Franz Planer y que tanto deben al Hollywood clásico y al cine moderno europeo, la obra, como estaba previsto, arrasó en medio Mundo y pasó a ser un clásico instantáneo del género y la época. Como la Holly de Hepburn (si no hubiera hecho más películas nada importaría, pues ya estaba inmortalizada), la joyería, la música y otros elementos esenciales de su iconografía.
Y en especial ese beso (uno de los más esperados y deseados de la Historia) en una calle cualquiera de Manhattan bajo la incesante lluvia, tras darle él el anillo con sus iniciales que había encontrado en una bolsa de galletas y tras rescatar ella al pobre gato del sucio callejón. Sabemos que no sólo está rescatando al gato, sino también a su propia alma...y así la lluvia barre la fauna despreciable, las mentiras y las efímeras alegrías de un solo día que hemos estado contemplando todo el tiempo para conceder a Paul y Holly, fundidos en un cálido abrazo y encontrándose finalmente a ellos y a sí mismos, un instante de pura efusión pasional y desnudez amorosa inconcebible en la novela de Capote.

Al son de la emotiva melodía de ¨Moon River¨, Edwards atrapa ese instante presente en lo que tiene de más fugaz y profundiza en él para otorgarle un valor de eternidad. Instante catártico perteneciente a esa época dorada en la que el cine podía crear algo irrepetible, eso que ingenuos, emocionados y enternecidos, llamamos magia...



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TANO

  • 14 Nov 2020

7


Una de las tragicomedias románticas clásicas más conocidas, con una tremenda Audrey Hepburn en uno de sus mejores papeles, que enamora y da ternura al mismo tiempo.
La historia de dos personas desastrosas, una buscavidas y un escritor que sobrevive a duras penas y con la ayuda económica de una mujer casada que prácticamente lo usa de gigoló, que acaban viviendo en el mismo edificio y sus vidas se cruzan desde el primer momento. Ella, una cabezaloca que cree que no será feliz hasta que se case con un hombre rico, y él, que cae a sus pies desde el primer momento aunque no quiera reconocerlo.
Una película que engancha, con magníficos momentos como el de la fiesta, que es una locura muy divertida, y otros incluso dramáticos.
Una de esas películas que hay que ver.



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[email protected]

  • 8 Jan 2017

6


Película romántica de los primeras sesenta. Tarda bastante en enganchar debido a que demora en presentar el conflicto. Recién en el tercer acto comprendemos la vulnerabilidad de la protagonista; es ahí cuando la película logra acaparar nuestra mayor atención y hasta logra, sobre el final, emocionarnos. La música es realmente muy buena, muy recordable, melancólica y emotiva. Todos los actores sobreactúan un poco pero va en sintonía con el tono de la cinta. La estética del film es bien de los primeros sesenta. La fotografía bastante plana pero siendo una comedia romántica, género que no requiere una mejor luz, no molesta. En fin, esperaba más pero no me arrepiento de haberla visto siendo un clásico como el que es. Aceptable.



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thirstyforblood

  • 16 Feb 2012

10


La película gira como un remolino. Las personas que toca parecen ser sólidas, decididas, consecuentes, audaces. Hasta que, de pronto, se descubren cómo esos maravillosos seres humanos, en un solo soplo que dura lo ínfimo, y vuelta entonces a lo cotidiano... a la gente que vemos pero que sabemos que llevan fuego adentro, tesoros milenarios, pasión, vida. Seres apasionados que aman evasivamente pero que en ese secreto ponen toda su vida.
Es un clásico de los que ya no existen; por mucho que el cine actual se esfuerce, no lo logra. Es de una frescura y entretención increíbles. Tiene un muy bien movimiento de cámaras, además de tener un toque entre elegancia, buen gusto y buenas actuaciones. Audrey Hepburn está magistral.
Estupenda y entretenida adaptación del libro de Capote, con un casting acertadísimo. Holly Golightly esconde sus penas y preocupaciones de chiquilla buena y provinciana, tras una actitud de irreverente displicencia e ingenuo pragmatismo. Con eso en la mano, Audrey Hepburn contruye un personaje irresistible e inolvidable. La escena al amanecer, ella vestida de noche, mordisqueando un pastelillo y pegada a la vitrina de Tiffany¨s, es notablemente elocuente sobre lo que representa su fascinación simbólica por la tienda en cuestión.



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Bachman

  • 8 Aug 2011

7


La película, sin duda, tiene razones de peso para ser considerada un clásico, aún a pesar de sus clichés. Y aún hoy, a pesar de que el tiempo la ha hecho envejecer algo, la película sigue conservando algo de su esencia original, haciendo que uno pueda aún disfrutarla y pasar un buen rato viéndola.



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calabaza

  • 20 Jul 2011

8



Desayuno con diamantes fue una película que marco la historia del cine y que convirtió a Audrey Hepburn en icono de moda.
Es una película bastante entretenida con personajes muy curiosos y carismáticos. Son los dos actores principales Audrey y George Peppard los que aparte de con su belleza(son una pareja preciosa) con su encanto nos mantienen enganchados hasta el final, ciertamente me dio lástima que se acabara.
El tema glamuroso y de la alta sociedad no ha sido nunca mi estilo, pero Audrey esta fantástica y su personaje se convierte en todo el centro de la película.
Lo peor: las lágrimas tras la marcha de Dog, su exmarido, que creo que no son necesarias ni transmiten nada.
Una gran película, imprescindible para cualquier cinéfilo.



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thebaduel20

  • 7 Sep 2010

7


la película no esta mal, pero para nada es una obra maestra entretiene y aunque tiene sus cliches como el beso bajo la lluvia que ya me tiene arto la película pasa



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Markiitos9

  • 18 Aug 2010

10


Me encanto, una de las mejores películas de amor de todos los tiempos. Audrey Hepburn hizo una gran interpretación de un papel que fue escrito para Marilyn Monroe



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Marcos

  • 18 Aug 2010

6


Una de las películas más famosas y conocidas de la historia del cine, y de su director Blake Edwards. A pesar de la fama que tiene a mí no me pareció la gran película que esperaba ver. En mi humilde opinión está sobrevalorada, y además con una valoración más alta que tienen otros films de Edwards como ¨La Pantera Rosa¨ y ¨El Guateque¨, para mi gusto sus dos obras maestras. Y que nadie me interprete mal, diciendo que está sobrevalorada no quiero decir que sea una mala película, para nada: Tiene una excelente banda sonora a cargo de Henry Mancini, una buena dirección, interpretaciones geniales... pero creo que la historia es poco creíble, algo tonta y absurda, sobre todo la manera en que se conocen los personajes a los que Hepburn y Peppard interpretan, además de que estos son totalmente planos (nunca cambian ni evolucionan, y eso que hay un giro final). Por lo demás es amena de ver, es entretenida y una buena película, pero tampoco una joya.



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Críticas: 9


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