Se prepara con mucha tranquilidad, observa a su próxima víctima, estudia sus hábitos, pasan las horas y espera pacientemente. Entonces saca su arma, dispara, convierte en cadáver a quien era su objetivo y ya está hecho el trabajo.
Esa es la rutina de un asesino a sueldo: llega, mata, se va y cobra su dinero. Carece de sentimientos, de moral, sólo obedece las reglas y, por supuesto, nunca se debe confiar en él.

Arthur Bishop se dedica a eso, es su especialidad, su vida, aunque él no es un asesino corriente. Él es un ¨mecánico¨, alguien que termina con alguien simulando un accidente...y, desde luego, es el mejor; al tener que seguir al pie de la letra y sin preguntar las misiones que le encargan los de la organización secreta para la cual trabaja, no duda demasiado al liquidar a Harry McKenna, un viejo amigo de su padre y, además, uno de los jefes de la misma organización.
Tras este suceso, el desvergonzado y cínico hijo de Harry, Steve, se empieza a interesar por el sr. Bishop, por el tipo de trabajo que realiza, y este último, viendo la poca compasión que caracteriza al chico y el gran potencial que posee, decide iniciarle en el peligroso y violento mundo de los asesinos a sueldo, aunque en realidad lo hace porque empieza a notar el peso de los años y que sus habilidades empiezan a resentirse. No obstante, Bishop ha olvidado una de las principales reglas de su ¨profesión¨: fiarse de alguien como él. Y será un error que le costará muy caro.

No se puede decir que el segundo trabajo de Michael Winner con Charles Bronson de protagonista, después del ¨western¨ ¨Chato, el Apache¨, sea una mala película de acción de su época...quizá algo típica, pero no mala, desde luego. Y es que los mejores títulos que hizo el duro de Bronson fue con Winner tras la cámara, nada que ver con las mediocridades que se cascó junto a J. Lee Thompson en la década de los 80; sin embargo, ¨Fríamente...sin Motivos Personales¨ (cuyo escueto título original hace referencia a la profesión del protagonista), no estaba concebida en un principio como ¨la típica cinta de acción de los 70¨.
El guionista Lewis John Carlino pretendía escribir un ¨thriller¨ tratando el tema de la homosexualidad y el chantaje emocional, y, efectivamente, la primera versión de la historia mostraba una explícita relación amorosa entre Bishop y Steve...lo que habría sido seguramente la primera película gay de asesinos a sueldo del celuloide (¿ustedes se habrían imaginado a Charles Bronson en algo así?). Mientras tanto, Monte Hellman, director conocido por ¨Forajidos Salvajes¨ o ¨El Tiroteo¨, colaboraba con Carlino en el guión con la intención de dirigirlo.

Pero, obviamente, los productores Irwin Winkler y Robert Chartoff no simpatizaban con la idea original, así que la historia se acabó convirtiendo en una cinta de acción más al uso, más de la época, cosa que no le hizo ni puñetera gracia a Carlino; asimismo, Hellman fue reemplazado al poco tiempo por Winner, ya que parecía el perfecto para dirigir a Bronson. Así quedó ¨Fríamente...sin Motivos Personales¨, como el clásico ¨thriller¨ de los 70, tosco, violento, cínico hasta reventar, con secuencias de acción muy bien realizadas y algún que otro giro notable de guión (como ese final que desde luego no te esperas).
Su estilo no queda muy lejos de la ¨Licencia para Matar¨ de Eastwood o de los ¨thrillers¨ de Siegel, Peckinpah o Frankenheimer, pero si hay algo que destaque más que otra cosa es Charles Bronson encarnando al implacable Bishop, ese hombre dedicado, y obligado, en cierta manera, a matar sin hacer preguntas ni cambiar de opinión, y el cual, además, se ve abrumado por el paso del tiempo y la edad (ojo al incesante tic-tac de los relojes); un papel que le viene, sin duda, como anillo al dedo. No obstante la película no llega a resultar y se queda a la mitad por muchas razones.

Razones por las que se entiende su gran fracaso comercial, como ciertas incongruencias de la trama que la hacen perder credibilidad, detalles técnicos de una cutrez subida y la más grande de todas: el modo en que está presentado Steve, a quien da vida el joven Jan-Michael Vincent, un personaje como sin desarrollar del todo, plano, cuyas acciones son difíciles de entender y, para colmo, resultando de lo más detestable.
Por lo demás, y como he dicho antes, una buena película de acción, entretenida, con sus dosis de humor negro, muy violenta y que da una visión muy particular de la confianza y la amistad para un asesino a sueldo. 39 años más tarde, Simon West haría un mediocre ¨remake¨ muy distinto del original con Jason Statham relevando a Bronson que quedó en nada, una tontería muy grande.

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Estupenda película de Michael Winner sobre un asesino a sueldo (Charles Bronson) frío y solitario que hace su trabajo sin sentimientos, preguntas o dilemas morales, y decide entrenar al insistente hijo de una de sus víctimas (Jan-Michael Vincent), enseñándole el trabajo.

Suspense, intriga y acción se entremezclan para ofrecer un gran entretenimiento. Si bien ambos protagonistas parecen carecer de emociones hacia otro ser humano, la película propone temas delicados y obliga a que el espectador reflexione sobre ellos. Por otra parte, los personajes se expresan con miradas, más que con palabras.

Estética de los setenta, secuencias muy largas, buenas, emocionantes y frías (el inicio, de varios minutos sin una sola línea de diálogo; la escena donde la mujer se suicida, esperando salvación; todo el clímax final, iniciado con el asesinato en el barco).

Aguanta bien el paso de los años. Recomendable, en especial para simpatizantes de Bronson.

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