Ficha Servicios Secretos Paralelos


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Críticas de Servicios Secretos Paralelos (1)




Mad Warrior

  • 28 Feb 2020

7



La Agencia Central de Inteligencia, una monstruosa organización en cuyas entrañas se cuecen todos los secretos de seguramente todas las naciones del Mundo, y cuyo efecto sobre los demás es atemorizante, tal y como nos la presentan en la ficción...¿qué podría hacer un hombre solo contra ella?

Hay que decir que a lo largo de la década de los 80 no sólo el género bélico sobre la guerra de la Vietnam, las películas de aventuras para toda la familia o esas comedias absurdas surgidas de la costilla de ¨Aterriza como Puedas¨, conseguían una buena recepción de cara a la taquilla; había otro tipo de cine que resistía bien el paso del tiempo y que en aquellos años seguía produciendo títulos a mansalva: el de espionaje. Un cine que tomaba de referencia el terrorismo internacional, los desastres de un pasado histórico ya olvidado o la aún presente Guerra Fría, el tema por excelencia.
Y como muestra podemos citar ¨El Enigma¨, ¨Gorky Park¨, ¨El Juego del Halcón¨ o esa ciertamente extraña ¨Firefox¨, las cuales, como muchas otras, beberían de la literatura de John LeCarré. El momento perfecto para llevar a la gran pantalla una de las novelas del autor experto en la materia Robert Littell, en concreto ¨The Amateur¨, que él mismo adaptó para el tándem Mario Kassar/Andrew Vajna y que terminaría en las manos de Charles Jarrott, realizador británico sobre todo recordado por su galardonado drama ¨Ana de los Mil Días¨, cuya entrada en los 80 fue más bien irregular.

En esta ocasión, como en la mayoría de trabajos de Littell, el pilar alrededor del cual se suceden los acontecimientos será la C.I.A. a partir de que un grupo terrorista profesional se haga con el control del consulado estadounidense de Munich para que les concedan el abandonar el país hacia suelo checoslovaco, lo que finalmente consiguen tras asesinar frente a las cámaras a la pobre inocente Sarah. Intenso inicio el que nos expone Jarrott y duro golpe para el novio de la chica, Charles Heller, quien trabaja como analista y descifrador de claves para la poderosa Inteligencia.
Pero una organización que, como iremos viendo a lo largo del film, se verá despojada de su prestigio y cayendo en la más profunda desmitificación por obra y gracia de la pluma de Littell, quien no tiene reparos a la hora de afirmar, en boca de su protagonista, lo impotente que es frente a la amenaza terrorista; una organización de métodos reprochables que se acoge a insulsas burocracias y que a no mucho tardar se convertirá en todo un monumento a la traición, el miedo y el terror. Pero a Heller no le dominan las normas de la compañía, sino la sed de sangre, sentimiento el cual sus jefes no pueden combatir.

Así que este primo lejano de Jack Ryan, que como aquél no es más que un humilde y aburrido analista, iniciará una cruzada de venganza (como si del reflejo de la perpetrada por su suegro en la Alemania nazi se tratara, lo que le motiva a actuar) contra aquellos que mataron a su novia, midiendo cara a cara sus fuerzas e ingenio contra toda la C.I.A., a pesar de ser, como bien nos avisa el título de la novela, un novato. Cual Charles Bronson en ¨El Justiciero de la Ciudad¨, Heller se embarca en su peligrosa misión cruzando fronteras, esquivando enemigos militares y percatándose de que está solo frente a todos.
De repente, una intromisión en la trama que emparejará al protagonista con Elisabeth, misteriosa mujer de turbio pasado y constante ambigüedad que le ofrecerá toda la ayuda posible, inscribiéndose así en la mejor tradición de las heroínas ¨hitchcockianas¨. Son los motivos personales, la rabia interior, la insensibilidad la que guía la intriga de la trama, nada más, de ahí que ¨The Amateur¨ pueda ser considerada una simple película de venganza arropada por la parafernalia del cine de espías de toda la vida (con sus agentes dobles, sus traiciones, sus cortinas de humo, sus claves secretas, su K.G.B., su Guerra Fría como telón de fondo, sus ¨femme fatale¨ y sus inesperados giros de argumento).

Y es que no precisa Littell de convencernos mucho para ponernos en la piel de su protagonista, por eso mismo sus acciones, tan repugnantes, violentas y despiadadas como las de los terroristas a los que da caza (se hará eco al tema de los reflejos y la pérdida de identidad cuando Heller, buscando a Schraeger, sólo se halle frente al espejo apuntándose a sí mismo) estén perfectamente justificadas, tanto es así que uno no puede sentir sino una enorme satisfacción en momentos como el de la cápsula de veneno o el de la explosión en la piscina.
Suspense, acción y violencia en ocasiones abrasiva conducidos con oficio y nervio por Jarrott tras la cámara, quien se sirve de la buena labor de Stephan Fanfara en el montaje, hacia un intenso clímax en la mejor tradición del más puro cine negro que exuda esencia ¨hitchcockiana¨ por los cuatro costados (los espejos, las lámparas, la oscuridad...). Al frente de esta aventura tenemos a un joven John Savage algo inexpresivo pero sobrado de carisma, a quien sigue la guapa Marthe Keller en un papel no muy alejado del que interpretara en ¨Marathon Man¨ (cuya influencia es apreciable), un correcto Jan Rubes y un Christopher Plummer algo desaprovechado como el veterano investigador que tiene que dar caza a Heller.

Violento y áspero ¨thriller¨ de atmósfera tensa, melancólica y sombría desconocido a día de hoy para casi todo el mundo, pues funcionó pésimamente en taquilla en su momento, donde es posible que la inverosimilitud, la poca originalidad (insisto en lo de que es un film de venganza simple y directo) y la justicia de dudosa ética campen a sus anchas, pero que al final, como bien nos prometía el director desde sus primeras secuencias, garantiza un gran entretenimiento como el buen cine de espías al que pertenece.



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