Para aquellos a los que la cultura japonesa les interese sabrán que los guerreros samuráis que se quedaban sin poder servir a un señor no tenían más remedio que deambular sin rumbo fijo hasta dar con alguien que comprara sus servicios...
se llamaban ronin.

Gracias a directores como Kenji Mizoguchi o Hiroshi Inagaki hoy podemos visionar la gran leyenda de los 47 ronin, mencionada en la película que nos ocupa, pero eso es otra historia. Aquí conocemos a otra clase de ronin más actual: antiguos soldados de operaciones especiales o agentes del Servicio de Inteligencia que tras la Guerra Fría se han reciclado en mercenarios ofreciendo sus servicios al mejor postor, ya sea para matar o robar.
Mercenarios como Sam, Vincent, Gregor, Spence y Larry, reunidos por una agente irlandesa llamada Deirdre que les contrata para apropiarse de una misteriosa maleta que también los rusos codician con mucho tenacidad; nadie sabe qué hay dentro, nadie sabe quien es el verdadero jefe de la operación, lo único que a ese grupo de modernos renegados importa es el dinero que van a recibir por el trabajo, punto. Pero no es un trabajo ni mucho menos fácil, y la cosa se complica cuando los miembros del grupo comienzan a enfrentarse entre ellos y traicionarse. Así Sam y Vincent, los únicos que quedan vivos, preparan una caza por las calles de París y Niza a toda velocidad para recuperar la maleta y su contenido y vengarse de los que les traicionaron.

Ahí por ahí ciertos directores que vienen a ser conocidos comúnmente como ¨artesanos veteranos¨. Cineastas que destacaron mucho en décadas pasadas, como los 60 o los 70, principalmente por hacer películas de cierto contenido social y político disfrazadas de ¨thrillers¨ de suspense o acción, que con el paso de los años tuvieron que amoldarse a las modas, quedando condenados al ostracismo por competidores mucho más jóvenes que ellos; hombres de incuestionable talento, hoy sólo conocidos por los entendidos en cine, como Sidney Lumet, Sam Peckinpah, John Schlesinger o el responsable de este mismo film, John Frankenheimer. A este último le debemos obras tan memorables como ¨El Mensajero del Miedo¨, ¨El Hombre de Alcatraz¨ o ¨Domingo Negro¨, ya en los 90 tristemente relegado a hacer cine para la televisión.
Tras la mediocre nueva versión de ¨La Isla del Dr. Moreau¨ por fin le llegaba el momento de demostrar que aún estaba en plena forma poniéndose tras las cámaras por penúltima vez con ¨Ronin¨. Esta historia escrita por J.D. Zeik y el que fuera guionista de ¨Los Intocables¨, David Mamet (bajo el chocante pseudónimo de Richard Weisz), Frankenheimer tomaba las riendas de un ¨thriller¨ a la antigua usanza, que hacía honores a aquellos films clásicos de los 70 de acción, suspense y con una amarga crítica a la situación política y social del momento.

¨Ronin¨ se desarrolla en las calles de París y Niza, ciudades en las que antaño el veterano realizador ya había rodado, y se configura como un electrizante ¨thriller¨ que aúna grandes dosis de acción en una trama llena de giros y humor negro, bebiendo de innumerables y reconocibles fuentes como las clásicas películas de espías internacionales, aquellas de excitantes persecuciones en plan ¨Bullit¨ y ¨The French Connection¨ (no olvidemos que Frankenheimer rodó la segunda parte), el cine negro, manteniendo en su historia el trillado MacGuffin de pura herencia ¨hitchcockiana¨, representado en esa puñetera maleta que va y viene por toda la película pero que no sabemos qué cojones lleva dentro, y siendo deudora al mismo tiempo de obras más contemporáneas enmarcadas en el género de las ¨crook stories¨ como ¨Sospechosos Habituales¨.
Sí, el argumento nos sonará de haberlo visto en otros mil títulos parecidos, pero poco importa si lo que realmente pretende el director es que pasemos un rato la mar de entretenido, cosa que logra a la perfección. Si bien al final los giros de guión pueden parecer previsibles, esto se compensa con las escenas de persecuciones con las que nos honra Frankenheimer, algunas de ellas siendo de las mejores jamás filmadas, y sin trucajes de ordenador ni ¨slow motion¨ ni esas gilipolleces, sino realistas, para que nos sintamos de verdad dentro de la acción.

Aparte de todo esto tenemos el placer de ver haciendo equipo a otros veteranos del negocio como son Jean Renó y Robert DeNiro; el primero perfecto como siempre, el segundo con una peculiar actuación a la que no me acostumbro (DeNiro de tipo duro queda bien, sí, pero dándoselas de chulo ya no tanto), estando secundados por los también geniales Stellan Skarsgard, Jonathan Pryce y un Sean Bean previo a ser conocido mundialmente por hacer de Boromir en ¨El Señor de los Anillos¨.
Una obra maestra no es, eso es verdad (para ver una del director ved ¨El Hombre de Alcatraz¨), pero sí un magnífico producto de entretenimiento, ágil, elegante, frenético y violento. Frankenheimer, con todos los años que tenía, dejó patente de nuevo ese refrán que dice ¨más sabe el Diablo por viejo que por Diablo¨...

...y este hombre de hacer cine sabía pero mucho.

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Tengo una especial predileccion por este espectacular film de acción que nos ofrece una cantidad immensa de acción ya sea en las calles, en pasajes estrechos, a campo abierto o en un auditorio cerrado. Juntar a Reno y De Niro fue un acierto estupendo por no hablar de S.Bean. Se formo un grupo de actores expertos en protagonizar una pelicula de acción de alto voltaje que no para de tenerte atento a todo lo que sucede. La he visto unas cuantas veces y siempre encuentro el mismo regusto de gran adrenalina en todos sus momentos, es dificil no disfrutar con estos mercernarios al estilo de los antiguos samurais que luchaban por dinero o por el botin. Supera incluso para mi gusto a la tambien esplendida Heat. No creo que se haya reconocido en el tiempo el verdadero valor de Ronin, no hay peliculas de acción que logren conjuntar tantos recursos eficaces.
Esplendida pelicula.

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