Película casi olvidada de los inicios del Monster Mash de la Universal (sí, yo extiendo el concepto “Monster Mash” a todo el ciclo de terror del estudio. Me hace gracia aunque sea inexacto) con la misma pareja protagonista que el año siguiente se apuntaría un gran éxito con “El hombre que ríe”: Conrad Veidt y Mary Philbin.
Veidt, con un efectivo maquillaje que lo envejece prematuramente, es Erik, un mago e hipnotizador cincuentón bastante buenazo al que su obsesión con su joven e inocente ayudante Julie (Philbin, primera scream queen de la Universal, que para esa época era un bellezón tremendo y una buena actriz que abandonó una prometedora carrera en el sonoro para cuidar de los suyos) corrompe e impulsa al crimen. El enloquecido Erik hace pensar a ratos en su Cesare de “El gabinete del Dr. Caligari” unos años mayor: ese rostro desencajado es inconfundible y esos movimentos de autómata siguen inquietando. Como secundarios, el notable Leslie Fenton como un típico villano exagerado del cine mudo y un cierto Fred McKaye como un pobre muerto de hambre al que Erik acoge en su troupe cuando lo encuentra robando en su habitación de hotel como el bueno de la función.
Un joven James Ashmore Creelman, con el tiempo el guionista de confianza de Schoedsack y Cooper (El malvado Zaroff, King Kong), crea una historia simplona y mil veces vista ya por entonces, que se desarrolla rápidamente pese a no ser excesivamente interesante.
El director Pál Fejös cobró fama en Hollywood con su estilo visual expresionista, que mezcla aquí con elementos art decó, una combunación que le da a la película un aire bastante elegante y atractivo, en combinación con inquietantes planos y un currado trabajo de cámara, con abundante uso de exposición múltiple, zooms y travellings, lo que constituye la atracción principal de la película.
Correctísima y hecha con gran profesionalidad, la presencia de Conrad Veidt y las virguerías de Fejös hacen de esta película con mediocre historia un elemento interesante, si bien solo un pie de página en el Monster Mash, con el que solo tiene una relación, cuanto más, tangencial.
bigladiesman
6
Película casi olvidada de los inicios del Monster Mash de la Universal (sí, yo extiendo el concepto “Monster Mash” a todo el ciclo de terror del estudio. Me hace gracia aunque sea inexacto) con la misma pareja protagonista que el año siguiente se apuntaría un gran éxito con “El hombre que ríe”: Conrad Veidt y Mary Philbin.
Veidt, con un efectivo maquillaje que lo envejece prematuramente, es Erik, un mago e hipnotizador cincuentón bastante buenazo al que su obsesión con su joven e inocente ayudante Julie (Philbin, primera scream queen de la Universal, que para esa época era un bellezón tremendo y una buena actriz que abandonó una prometedora carrera en el sonoro para cuidar de los suyos) corrompe e impulsa al crimen. El enloquecido Erik hace pensar a ratos en su Cesare de “El gabinete del Dr. Caligari” unos años mayor: ese rostro desencajado es inconfundible y esos movimentos de autómata siguen inquietando. Como secundarios, el notable Leslie Fenton como un típico villano exagerado del cine mudo y un cierto Fred McKaye como un pobre muerto de hambre al que Erik acoge en su troupe cuando lo encuentra robando en su habitación de hotel como el bueno de la función.
Un joven James Ashmore Creelman, con el tiempo el guionista de confianza de Schoedsack y Cooper (El malvado Zaroff, King Kong), crea una historia simplona y mil veces vista ya por entonces, que se desarrolla rápidamente pese a no ser excesivamente interesante.
El director Pál Fejös cobró fama en Hollywood con su estilo visual expresionista, que mezcla aquí con elementos art decó, una combunación que le da a la película un aire bastante elegante y atractivo, en combinación con inquietantes planos y un currado trabajo de cámara, con abundante uso de exposición múltiple, zooms y travellings, lo que constituye la atracción principal de la película.
Correctísima y hecha con gran profesionalidad, la presencia de Conrad Veidt y las virguerías de Fejös hacen de esta película con mediocre historia un elemento interesante, si bien solo un pie de página en el Monster Mash, con el que solo tiene una relación, cuanto más, tangencial.
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