Ficha A Holy Place

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Críticas de A Holy Place (1)




mahotsukai

  • 28 May 2018

8



Interesante adaptación yugoslava del clásico literario “Viy” (1835) de Nikolai Gogol, dirigida por Djordje Kadijevic (“Leptírica”, 1973).

Un joven seminarista se ve envuelto en un entuerto sobrenatural cuando sea obligado a rezar durante tres noches ante el cuerpo de la hermosa hija de un gran noble, con la que él está seguro tuvo un encuentro sexual hace unas noches. Contrariado y amenazado por el padre de la joven a cumplir con su cometido, tendrá que hacer frente al resucitado cuerpo de la mujer.

El director yugoslavo (serbio) Djordje Kadijevic trajo a inicios de la década de los 90s del siglo XX está interesante y ciertamente más perversa y erótica versión del simpático clásico de terror ucraniano “Viy” (1835) de Nicolai Gogol, del cual tomará más bien elementos narrativos referenciales, como el estudiante de teología obligado a rezar durante tres noches seguidas, en una iglesia cerrada, ante el cuerpo de una bella joven, que los aldeanos sindican como una cruel bruja. Sin embargo, el guión, desarrollado por el propio director, explorará otras vertientes narrativas como la manipulación emocional, el incesto y la hipocresía social, que bien vale la pena detallar.

Kadijevic se sumergirá, entonces, en las pantanosas redes de la superstición eslava sobre las brujas y toda su imaginería local, para construir un relato sobrenatural a partir de creencias populares y oscuros secretos que involucran a un personaje femenino más cercano a la femme fatale que a una practicante de la brujería. Lo hará al principio tomando algunos elementos asociados a las brujas y otros seres sobrenaturales que asaltan a los viajeros desprevenidos en los caminos, como si tratase de un súcubo que gusta de seducir y perder a los incautos, como lo demuestra la fantasmal escena inicial en que Tomá es el único de los tres viajeros que ve el carruaje de Katarina y termina teniendo un encuentro sexual con ella a pleno campo abierto en la noche.

Sin embargo, Kadijevic direccionará gran parte de la esencia fantástica de la historia hacia derrotaderos más mundanos y más reales, a través de microhistorias relatadas como breves flashbacks por personajes secundarios que han sufrido el peso social de su figura, como el adiestrador de perros Nikita, la mucama Lenka y el cochero Doros. Nikita terminará cayendo en la locura cuando se obsesione con Katarina, quien primero lo acosará y seducirá constantemente para luego humillarlo salvajemente en el granero, al enrostrarlo su ingenuidad sobre el supuesto interés amoroso de ella sobre él. Por su parte, Lenka sufrirá el acoso sexual de su ama, quien no tiene ningún problema en insinuársele literalmente a la hora del baño y hostigarla por su supuesto romance con Nikita, a escondidas de los señores de la casa. Finalmente, Doros expondrá los berrinches de Katarina y comentará el rumor de que el noble ha construido la iglesia del pueblo para pagar sus pecados tras la muerte de su esposa, luego de que ésta se enterará de un horrible secreto entre el noble y su hija.

Estos microrelatos insertados acertadamente por Djordje Kadijevic, con un eficiente ritmo y pertinencia narrativa, son -en gran medida- claves para asegurar que la trama funcione y resulte morbosamente interesante, en especial porque el espectador tomará cuenta de las intenciones del director de explorar la corrupción y degeneración escondidas debajo de las aparentemente respetables apariencias. Por lo mismo, es necesario identificar elementos evidentemente góticos en su estructura narrativa, que rememoran los viejos clásicos del gótico italiano y británico, historias repletas de secretos perversos, personajes ruines y degenerados, y actos abominables. Así, para Kadijevic, el ser humano es, de por sí, suficiente fuente inspiradora de horror con su impredecible naturaleza y actos corruptos, que pueden transformar lo más bello en degeneración y muerte.

A pesar de su falta de presupuesto, “Sveto Mesto” (1990), que podríamos traducir como “Lugar Sagrado”, tiene una lograda atmósfera gótica, en donde el fotógrafo Aleksandar Petković (“Tamo i natrag”, 1978; Hajduk”, 1980; “Varljivo leto ’68”, 1984) regala escenas inquietantes, aunque sin la genialidad de Mario Bava y Terence Fisher, como aquel inicio mágico de Tomá siguiendo el carruaje de Katarina, el trío de estudiantes llegando a la destartalada choza de la anciana que les brinda hospedaje y que resulta ser una bruja, y las escenas en la iglesia de Tomá y el cadáver de Katarina. De esta forma, Kadijevic privilegia una ambientación sobrenatural psicológica y prescinde de monstruos y seres abominables tangibles, como relata el cuento de Gogol, para así jugar con la psique del espectador, que se preguntará si lo que horroriza a Tomá existe realmente o está ciertamente en su cabeza.

“Sveto Mesto” (1990) cuenta con actuaciones correctas, comenzando por la bella y enigmática Branka Pujic (“The Brothers Bloom”, 2008), quien interpreta a Katarina, la femme fatale que lleva a la locura a todos los personajes masculinos que la orbitan; y Dragan Jovanovic (“Pocetni udarac”, 1990) como el estudiante de teología Tomá, que deberá rezar tres noches consecutivas ante el cuerpo de Katarina.

El resto del reparto está integrado por Aleksandar Bercek (“Otpisani”, 1974; “Línea no regular”, 1980) interpreta a Zupanski, el rector del seminario; Rados Bajic (“El día que sacudió al mundo”, 1975) encarna a Spira, el padre noble de Katarina; y Danilo Lazovic (“Timocka buna”, 1983), Maja Sabljic (“Groznica Ljubavi”, 1984) y Predrag Miletic (“Balkan ekspres”, 1983) a Doros, Lenka y Nikita, respectivamente, todos sirvientes en la casa de Katarina.

El compositor serbio Lazar Ristovski (“Lazar”, 1984) compuso una banda sonora minimalista en base a sonidos de arpas y ecos, en especial para las escenas en las que Tomá se encuentra encerrado en la iglesia orando ante el cadáver de Katarina.

En resumen, una interesante versión libre del cuento de terror de Gogol, en que Kadijevic explora terrores psicológicos más reales que irreales, en base a la personalidad humana gustosa por lo perverso y lo degenerado. Una película desconocida en Occidente, que bien vale la pena dar a conocer a pesar del paso del tiempo.



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