Ficha Cuando las Brujas Arden

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Críticas de Cuando las Brujas Arden (11)




ivankiller

  • 19 Feb 2023

7


Witchfinder General es un clásico subestimado que, aunque se toma libertades de las personas reales que retrata, muestra con detalles sangrientos cuán brutales e injustos fueron estos tiempos, y el cómo las personas sádicas usaron su poder por placer y fueron felizmente recompensadas por ello. ¨El Señor paga en plata cada ahorcamiento¨.
También es de las cintas donde mas se esforzo Vincent Price, quien interpreta las cosas con seriedad en lugar de agregar su encanto habitual y de no tomarse demasiado en serio.

Price puede interpretar de manera convincente al personaje más despreciable como lo hace aquí, y aun asi querre que gane. Dicho esto, me gustó el personaje principal y pensé que el final podría haber tenido una mejor ejecución, aun cuando la decisión tomada fue la correcta.

Es una película corta y de ritmo rápido que está bien filmada, tiene una buena atmósfera y tiene una banda sonora adecuada. Lo único que delata su bajo presupuesto es su falsa sangre.
Vale la pena verla, especialmente si planeas ver ¨The Wicker Man¨, un clásico inspirado no solo en esta cinta sino tambien en: ¨The Blood On Satans Claw¨.



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TANO

  • 15 Sep 2020

6


Normalita película sobre la inquisición que, por alguna razón, tiene bastante reconocimiento, al contrario de otras que están mucho mejor.
Un inquisidor se aprovecha de su posición para vejar y aprovecharse de los pueblerinos de rigor, hasta que el novio de una chica violada y torturada por dicho inquisidor vuelve a casa y se lía parda.
No es ni de lejos la mejor actuación ni la más recordada de Price, la película es bastante sosa, y el final más directo de la cuenta... Para ver una vez, aunque sea por la época clásica bien lograda.



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mahotsukai

  • 15 Apr 2020

8



Destacable drama histórico brujeril dirigido por Michael Reeves (“The She Beast” (1966), protagonizada por el gran Vincent Price.

Inglaterra, 1645. En medio de una cruenta guerra civil entre realistas y parlamentistas, un siniestro hombre conocido como Matthew Hopkins cruza todo el país para acusar, torturar y ejecutar a cientos de personajes por brujería.

Matthew Hopkins (c.1620-1647) fue un supuesto cazador inglés de brujas que se mantuvo especialmente activo durante la Guerra Civil Inglesa (1642-1651) en los condados de Suffolk y Essex, en East Anglia. Hopkins atravesó la campiña británica pretendiendo (verdadera o falsamente) ser enviado especial del Parlamento británico para cazar brujas, bajo el título de Gran Inquisidor, esencialmente entre 1644 y 1646, siendo responsable de la ejecución de cerca de 200 años. Dado que la tortura no era legal en Inglaterra, se las arregló para torturar psicológicamente a sus víctimas a través de chantajes, manipulación y privación del sueño, además de otros métodos absurdos como la prueba del agua y el sangramiento de lunares. Exigía a las comunidades en las que se autodesignaba inquisidor el pago por sus servicios por “limpiar moral y físicamente” sus territorios, además de vender amuletos conocidos como “witchboxes”, con ridículos poderes para conjurar la brujería. Eventualmente con la decadencia de la caza de brujas, desapareció sin dejar rastro tal como apareció.

La génesis de “Witchfinder General” (1968) se remonta a 1965, cuando el fundador y máximo ejecutivo de Tigon Bristish Film Productions se mostró interesado en la futura novela homónima (1966) de Ronald Bassett basada en la vida y obra de uno de los más enigmáticos e infames cazadores de brujas de la historia, Matthew Hopkins. A pesar de que, en sus palabras, se trataba de una tediosa historia popular de bajo perfil, creyó ver en ella una interesante perspectiva narrativa para llevar al cine, aprovechando el boom que el cine de temática brujeril estaba experimentando en Europa, con títulos como “La Maschera del Demonio” (1960) de Mario Bava, una notable adaptación del cuento “Вий” (“Viy”, 1835) de Nikolái Gogol y las interesantes coproducciones anglosajonas “Night of the Eagle” (1962) de Sidney Hayers y la única incursión de la Hammer “The Witches” (1966) de Cyril Frankel. De hecho, “Witchfinder General” (1968) constituiría una sólida respuesta de la productora del León Rayado a la película protagonizada por Joan Fontaine, de la todopoderosa Casa del Cine Gótico.

Tenser comisionó al joven y talentoso Michael Reeves para que escribiera la idea del guión, luego de que éste dirigiera “The Sorcerers” (1967) protagonizada con el gran Boris Karloff. Tras una rápida aprobación, Tenser dio luz verde para la redacción del guión, para lo cual Reeves llamó nuevamente a su amigo de la infancia y escritor Tom Baker, quien había colaborado precisamente en el film ya mencionado. Reeves escribió el personaje de Matthew Hopkins pensando en el gran Donald Pleasence, especialmente por el enfoque burlesco que quería hacer de su figura como un individuo de ridículo carácter que sabe imponerse principalmente debido a su inteligencia emocional. No obstante, cuando Tenser logró que la American International Pictures se asociará para financiar el proyecto, los estadounidenses lograron imponer al mítico Vincent Price para el papel estelar, obligando a Reeves y Baker a reescribir el personaje.

Hacía tiempo que Price ostentaba una sólida reputación como actor de cine de terror, de hecho, era una leyenda viviente en el género, por lo que su inclusión fue vista, aún así, con buenos ojos por el productor Philip Waddilove, no así para Reeves que nunca ocultó su desagrado por la imposición de la AIP. De cualquier forma, la estructuración del ficticio Matthew Hopkins demandó cambios esenciales, tanto físicos como psicológicos, dada la estatura física y artística de Vincent Price, convirtiendo al personaje en un despiadado e inescrupuloso villano cuya simple aparición dejaba no sólo la impresión de una incuestionable autoridad moral y legal, sino también emocionalmente incontestable, como si tratara del azote de Dios contra las brujas. Sin embargo, lo que más polémica causaría sería la inclusión de varias secuencias en el guión de tortura sádica de los inquisidores contra los acusados de brujería, que fueron rechazados varias veces en los borradores que Tenser presentó al inflexible British Board of Film Censors (BBFC).

Sin embargo, Reeves ya había decidido realizar una película con un fuerte componente histórico y no escatimaría en retratar la crueldad e impunidad que los inquisidores ostentaron durante el período más fuerte de la caza de brujas en Europa (1550-1660). Este enfoque crudo y bestial serviría, de hecho, de inspiración para otros films posteriores como la checa “Kladivo na čarodějnice” (“El Martillo de las Brujas”, 1969) de Otakar Vávra y la alemana “Hexen bis aufs Blut gequält” (“La Marca del Diablo”, 1970) de Michael Armstrong, que retrataron de una forma incluso más brutal los crímenes del Santo Oficio. A pesar de ello, Tenser cansado de las trabas de la BBFC terminaría solicitando a Reeves y Baker que eliminaran varias escenas bestiales de la películas, como el asesinato del reverendo Lowes por decenas de apuñaladas, la cegación de Stearne a manos de unos gitanos luego de intentar violar a una mujer y el epílogo en donde los guionistas se mostraron especialmente sádicos con el personaje de Hopkins, quien además de ser brutalmente golpeado, amarrado de manos y pies, es finalmente colgado.

Así es como el mayor mérito narrativo de “Witchfinder General” (1968), muy a pesar de su bajo presupuesto de £ 100,000 y esta tendencia al explotation y lo sórdido, es precisamente la falta de prejuicios del director de “The She Beast” (1966) para mostrar abusos, manipulaciones, violaciones, torturas y asesinatos como parte de un periodo histórico en donde este tipo de conductas estaban naturalizadas y en donde se imponía la ley del más fuerte y, de paso, la incontestable autoridad de la Iglesia Católica. Más aún, los principales vehículos narrativos de la trama son la violencia y la venganza, en la que Reeves contrapone al espectador para valorar y justificar la violencia según de donde esta provenga. Por ello, no es de extrañar que el épilogo sea especialmente violento, en donde los actos finales de las víctimas de Hopkins y Stearne apelen a la excusa del espectador para condenar el abuso, la avaricia y la crueldad de los inquisidores ante todo.

A pesar de esta visión narrativa de Reeves, el film tendrá su mayor plusvalía visual más bien en sus escenas cruentas, filmadas con un cierto rasgo sórdido, principalmente debido a su bajo presupuesto. Fue así como el fotógrafo holandés John Coquillon (“The Changeling”,1980) debió privilegiar la filmación en exteriores, en concreto en el Black Park en el sureste de Buckinghamshire (para la secuencia de la persecución y ejecución inicial), la costa de Dunwich (para la escena con el pescador), Langley Park en las afueras de Londres (para la escena donde Stearne escapa a la captura) y el área de batalla de Standford, cerca de Thetford, Norfolk (para la persecución a caballo de Stearne y Marshall). No obstante, las escenas más brutales como la del ahogamiento y ahorcamiento del foso fueron filmadas en Kentwell Hall, en Long Melford, la bestial y explícita ejecución de Elizabeth en la Lavenham Square (en Lavenham, Suffolk) y el sangriento clímax en el Castillo de Orford, en la costa de East Anglia. También se utilizó la Iglesia de San Juan Evangelista en Rushford en Norfolk y las escenas interiores fueron grabadas en dos hangares de aviones especialmente convertidos en estudios de filmación, cerca de Bury St. Edmunds en Suffolk.

A propósito de las escenas más brutales, hay que señalar que las secuencias fueron filmadas siguiendo, en general, la tradición histórica sobre brujas en el Reino Unido. Por ejemplo, las sesiones de tortura que incluyen pruebas de pinchado de lunares y verrugas con objetos punzantes y la prueba del agua (lanzamiento y ahogamiento) fueron recreadas en base a relatos populares de métodos menos ortodoxos a los habitualmente conocidos, como el uso de la silla en dicha prueba. Las dos salvajes ejecuciones también siguen la lógica histórica de que las brujas británicas eran ejecutadas en la horca a diferencia de las brujas francesas, alemanas y centroeuropeas que eran quemadas en la hoguera. De hecho, en el film, Hopkins dice a su asistente Stearne tener contemplado un nuevo método de ejecución para las brujas británicas en que se aseguraba la “purificación y salvación” del alma de la devota del Diablo. No hay certeza histórica de que haya sido Hopkins quien introdujo la hoguera como método de ejecución por sobre la horca, pero sí hay constancia que fue aproximadamente hacia 1650 cuando comenzó a aplicarse también en las Islas Británicas.

Si “Witchfinder General” (1968) funciona con efectividad y terminaría convertiéndose en una película de culto se debe fundamentalemente a la aparición y estatura actoral de Vincent Price. Es cierto que Reeves dotó al film de una personalidad única, sórdida y rústica como la mismísima Inglaterra del siglo XVII, pero definitivamente sin el protagonismo de Price el film no hubiese pasado de ser un mero experimento de explotation histórico. Vincent Price interpreta a un villano no sólo inescrupuloso, más aún maquiavélico y elegante que definitivamente convierte cada escena en una verdadera postal a la indignación. El Hopkins de Price es, definitivamente, un personaje despreciable que juega con los vacíos legales de la norma social y la psique supersticiosa de los aldeanos, sacando jugosos dividendos de esta interrelación, pero al mismo tiempo fascinante por su inteligencia lógica y emocional. No cabe duda que otro actor no hubiese logrado personificar a un villano de esta talla.

Como anécdota, señalar que Reeves fue especialmente hostil y conflictivo con Price desde el momento en que la AIP logró imponerlo por sobre Pleasence. La lista de desaires y conflictos de Reeves con el legendario actor estadounidense fue larga, desde ignorar su llegada al aeropuerto, pasando por la secuencia en la que obligó a Price a disparar un arma de verdad y al hacerlo éste cayo del caballo asustado y tratarlo de borracho por estar intoxicado, hasta enviar al actor Ian Ogilvy a golpearlo duramente en la escena de su muerte. Un año después del estreno, Vincent Price tuvo un notable gesto al escribirle a Reeves para alabar la película y reconoció haber entendido finalmente que el director quería una actuación más realista, sin embargo, el arrogante Reeves sólo contestó que estaba seguro que Price reconocería la brillantez de su film. No sería el único problema que tuvo Reeves, también lidió con la falta de actores llegando a incluir a familiares de los productores y hasta un conflicto sindical de los técnicos que reclamaban poco personal durante la filmación.


El resto del reparto incluyó a Ian Ogilvy (“From Beyond The Grave”, 1974), Robert Russell (“The Whisperers”, 1967), Rupert Davies (“Dracula Has Risen From The Grave”, 1968) y Hilary Dwyer (Wuthering Heights”, 1970). Ogilvy, que interpretó a Richard Marshall, el héroe del film, había sido amigo de Reeves desde que eran adolescentes, había protagonizado las dos películas anteriores del director, “The She Beast” (1966) y “The Sorcerers” (1967) y, por tanto, su primera opción. Russell, en tanto, encarna magistralmente al mercenario Stearne, un sujeto tan despreciable como peligroso, todo un hallazgo. Por su parte, Davies que encarnó al reverendo Lowes, tío de la bella Sara, también se molestó con Reeves cuando éste le hizo poner encima unas ratas para que lo mordisqueran en las escenas de su tortura. Finalmente, Dwyer que debutó en este film, personificó a la bella Sara, sobrina del reverendo acusada de brujería por un antojadizo Hopkins, a quien incluso se entregó para evitar el destino de su tío. Un siempre efectivo Patrick Wymark (“Repulsion”, 1965) encarnó al Lord Protector Oliver Cromwell, líder del Parlamentarismo.

La famosa partitura de “Witchfinder General” (1968) fue compuesta por Paul Ferris, amigo del director que también escribió la música de “The Sorcerers” (1967). Se inspiró en la antigua y popular melodía ¨Greensleeves¨ (escrita en el siglo XVI) para el tema romántico ¨Peaceful Interlude¨ que sirve de contrapunto a la violencia imperante en el film. Ferris quería grabar el score con instrumentos de la época isabelina, sin embargo Tenser lo descartó completamente por una cuestión de presupuesto. En su lugar, consiguió grabar con una orquesta en los Olympic Studios y luego vendió sus derechos a De Wolfe Studios, que lanzó un remasterizado de la banda sonora en 2013.

“Witchfinder General” (1968) no fue bien recibida en el Reino Unido, en donde se le acusó de ser un film infame y demasiado sádico para su tiempo, siendo censurada en varias de sus escenas de violencia, tortura y nudismo. Sin embargo, tras la desgraciada muerte de Reeves un par de meses después de su estreno tras ingerir un cóctel de barbitúricos y la revaloración de críticos británicos en los 70s y 80s, terminaría por convertirse en una película de culto y una de las películas más atrevidas y realistas de la caza de brujas en el Viejo Mundo. En Estados Unidos se le estrenó prácticamente sin cortes con el nombre de “The Conqueror Worm” en alusión al poema (1843) de Edgar Al Poe que fue agregado a los diálogos de Vincent Price, convirtiéndose en un éxito de taquilla principalmente debido a la presencia del legendario actor estadounidense.

En resumen, una destacable cinta de rasgos tan sórdidos y cruentos como la trama que desarrolla, que destaca por su falta de prejuicios para mostrar lo peor de la maldad humana y un Vincent Price que dignifica y potencia cualquier producción por muy modesta técnicamente que fuese.



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LluísS.

  • 19 Jun 2019

4


Pues muy floja trama sobre brujas, una más de aquella época donde la figura del inquisidor fue apareciendo en múltiples películas, como inspiración a producciones similares, con más fortuna que esta película cuyo presupuesto bajo se nota mucho y su guión, muy poco sólido muestra una carencia notable para llenar de forma decente el contenido de la cinta.

Ni tan siquiera a mi juicio la aparición de Price consigue despertar cierto interés porque su papel tampoco está vestido de mucha profundidad, mostrando un retrato muy plano acentuado por los secundarios que deambulan solamente a lo largo de la historia.

Floja propuesta de brujas, las hubo más y mejores.



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ragman

  • 17 Mar 2018

6


Vincent price nuevamente demostrando su genialidad en este filme de inquicision y caceria de brujas, explotaron mucho este tema en esa epoca, pero witchfinder general a pesar de no ser tan reconocida, logra hacerse un lugar, la ambientacion esta bien y quizas sus altibajos sea lo que mas uno pueda criticarle a la hora de poner todo en la balanza..
para completistas de los filmes de vincent price



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Gilles De Rais

  • 28 Nov 2017

5


A mí me ha gustado regular. Es cierto que, como siempre, Price está genial y es sin duda lo mejor del film. Y eso que su papel de juez inquisidor es de lo más ruin y mezquino que hay. Pero por ejemplo, simpatizé muchísimo más con Price que con el joven soldadito Richard. Su final simplemente es aceptable. La ambientación de la época, correcta, sin más. Si que me gustó mucho lo de las típicas celdas subterráneas con sus antorchas, ratas merodeando alrededor de los desdichados presos, etc. Sé que no la volveré a ver más pero solo por ver a Vincent Price en su, quizás, papel más villano, ya solo por eso vale la pena verla



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Necromaster:

  • 15 Mar 2017

6


Estoy de acuerdo con ¨slash10¨. Yo estuve muchos años buscando desesperadamente este film, y cuando por fin lo sacaron en DVD... no me quedé decepcionado, pero casi.
Obviamente, V.Price está magnífico,aparte que ese papel le queda bien...pero la película en general tiene un ritmo muy irregular; por eso no me acabó de convencer del todo. La verdad es que podría haber sido mucho mejor, básicamente porque todos los aspectos (tanto el argumental,como el visual) son bastante reiterativos y poco inspirados. Lo mejor es sin duda el salvaje final, y todo ese sadismo por parte de los corruptos inquisidores (para mi, todo lo que significa la iglesia es una corrupción). Para acabar, os aconsejo que veáis ¨Las torturas de la inquisición¨, y quedareis mucho mas satisfechos. Puntuación: un 6.



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creping

  • 3 Mar 2012

10


Esto si que es Cine de Terror Clase ¨A¨. Dirigida por Michael Reeves y protagonizada por Vincent Price (aunque el neurótico director había deseado que la protagonizara Donal Pleasence, pero la A.I.P. dijo: Nones) e Iván Ogilvy y Patrick Wymark (Hammer Boy), cada uno magistrales en sus respectivos papeles. El sólido argumento, la dirección y la soberbia representación de Price como el ¨Cazador de Brujas¨ elevan este film a la categoría de Obra Maestra. Aquí no se necesitaron ni efectos especiales, ni truculencias ni menos excenas gore. No hacía falta, el horror está presente en todo el megtraje y el final es de antología como lo ha sido muchas veces (aunque en menor escala) en varias películas de la American International Pictures. Recomiendo verla una, dos y tres veces.



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slash10

  • 5 Oct 2007

7


hasta el momento es la peor que vi de vincent price, se te hcae muy larga, y ay momentos en que te aburris y queres que termina ya, el final quisieron que parezca de los tipicos finales de vicnent price, y no le salio para nada, lo unico que se salva es la actucacion (obviamente) de vincent price.



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Zarkov

  • 26 Jul 2006

--


Esta pelicula es regular, lo unico que la salva es la actuacion de Vincent Price, que aun en el bodrio peor escrito y dirigido brilla con luz propia.



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Teivi

  • 9 Jan 2006

8


La vi por momentos hace unos meses. Me gustó el clima de crueldad que le imprime el director. Hay dos escenas que sobresalen: cuando el tipo de la pareja realiza el "casamiento" con su novia sin fiesta ni vestido ni nada. Sólos ante Dios. Muy medieval, pero muy sentido. Le da un contenido religioso y heroico al matrimonio como nunca he visto en un film. La otra es el final. No sé si será la primera película que muestra que la violencia contra los violentos se paga con una verdadera bajada al infierno de la locura, pero aquí se lo muestra de una manera genial. No me acuerdo mucho del resto, pero este mes de enero de 2006 el canal Retro de Argentina la volverá a pasar. ¡Mírenla!



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Críticas: 11


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