Extraña película de momias donde los miembros más destacados del equpo son Jack Rabin y Louis DeWitt (sin Irving Block) y el crador de Robby el robot, Bob Kinoshita, a cargo del diseño de interiores.

Las actuaciones son un desporpósito, con actores americanos fingiendo un acento inglés bastante improbable (resultado: parece que vayan masticando natillas y cuesta entender lo que dicen) y más actores americanos haciendo de americanos tan mal como saben.

Conforme avanza el argumento, la cosa se vuelve delirante. Por desgracia lo hace a ritmo de babosa asmática, o sea que nos tenemos que aburrir durane más de media película antes de que veamos aparecer uno de los monstruos más ¨jrandes¨ de la época: el tío que se va transformando en momia vampiro en pijama. Que el maquillaje está conseguido para el presupuesto y tal, pero, eso, va en pijama, lo que le quita todo lo terrorífico que pueda tener. Enicma tenemos que aguantar constantes fundidos en negro, lo que delata un montaje medocre y unas elípsis narrativas enormes.

El buen maquillaje y unos sencillos pero intersenates interiores son lo mejor de una película que no pasará a la historia para nada y que deja un mal gusto de boca al espectador porque de haberse hecho con más agilidad y con mejores interpretaciones hubiera sido una joyita del cine fantástico más bizarro. La media hora final es trepidante y a eso viene el aprobado justito, pero no lo merece. Soy yo, que soy un blandorro.

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