Imaginaos que estáis en un ascensor y se va la luz. Esto acojona pero ha pasado a mucha gente. Pero sumadle a ello la angustia de una ola de calor brutal, la frustración de que tampoco es tan complicado salir pero os encontrais impedidos y que encima los que acuden a vuestra llamada de socorro son una pandilla de niñatos violentos y otra de chorizos caraduras que desvalijan casa ante vuestras narices y encima con recochineo.
Olivia de Havilland es la ama de la película: su Cornelia Hilyard es una rica escritora cincuentona, agradable y bastante atontada que debe usar temporalmente un ascensor para subir escaleras debido a su convalescencia de una operación. Su descenso progresivo hacia la desesperación y la locura combinado con su voluntad de mantener el juicio y las ganas de luchar contra sus enemigos la hacen un personaje bastante completo. Las némesis de Cornelia son Randall O’Conell, el sádico y eructante jefe de un trío de delincuentes juveniles interpretado por un barbilampiño y muy delgado James Caan, que debutaba en el cine por una parte, y el dúo formado por George “Repent” Brady, un mendigo alcohólico y chiflado (el destacable secundario Jeff Corey, al que personalmente he podido ver hace nada en “Conan el destructor”) y Sade, una prostituta deslenguada y sin escrúpulos (la veterana actriz cómica Ann Sothern).
Dirige con oficio Walter Grauman, y escribe Luther Davis, especialista en thrillers. Ambos son especialistas televisivos que construyen un relato inquietante y entretenido, si bien como habréis podido comprobar al leer el argumento y la descripción de varios personajes, personalmente – y he visto que no soy el único con una simple búsqueda en Google - creo que se gasta un aire bastante reaccionario incluso para su tiempo, con su elenco de personajes secundarios unidimensionales y simplones que parecen salidos de un manual de estereotipos sociales del ala dura del Partido Republicano. En este aspecto, la película es un estropicio.
Técnicamente, lo mejor son unos créditos de inicio sencillos pero creativos, muy en la venia de lo que venía haciendo Saul Bass. El resto cumple sin más.
La crítica seria deja esta peli a caldo con cierta razón, pero si se pasa olímpicamente de lo gratuito, estereotipado y reaccionario del guion (difícil: puede llegar a inquietar más que la propia acción de la película), gracias a la histérica actuación de la De Havilland se saca un entretenimiento decente. Como dice el crítico Dennis Schwarz, no pasa de ser una película de drive-in glorificada
Una brillante muestra de que con poco se puede lograr mucho, esta película tiene una trama simple pero tan bien llevada que logra caer muy bien.
El epicentro de la trama es la mujer encerrada y como poco a poco se va incrementando la problemática del filme, sencillamente brillante que estas producciones antiguas se destaquen tan bien pese al tiempo y los cambios de ritmos fílmicos que existen.
Recomendable a quienes gusten de los filmes viejos
Derrochando mucha excelencia sobre una historia simple pero que muestra aspectos bastante oscuros sobre el comportamiento del ser humano, enlazando sobriamente el guión en cada fotograma hasta conseguir un resultado, repito, muy agradable y agradecido.
No es sorprendente alabar una película tan antigua, hay muchos títulos olvidados y que merecen un respeto y un reconocimiento es importante decirlo y hacerlo.
Esta mujer atrapada entre diversos frentes consiguió a mi entender no sólo realizar un muy buen trabajo sino que aún hoy, cincuenta años después, deja muy en evidencia a muchas producciones que debieron aprender de este ejemplo.
Impactante y sobrecogedora. Una metáfora de los instintos más bajos del ser humano desde diferentes puntos de vista, con una impecable interpretación a cargo de Olivia de Havilland. Todo el mundo debería ver esta película al menos dos veces en su vida.
Críticas: 5
Miguel Arkangel
8
Una pesadilla urbana, desagradable, claustrofóbica y sádica.
Olivia de Havilland, ya para la década de los 60s era una dama de cincuenta años, cuyos años dorados en Hollywood habían pasado, pero antes de convertirse en una estrella en decadencia en los telefilmes, protagonizó dos películas de terror psicológico que nos demostraron que seguía siendo una extraordinaria actriz. Una de ellas es “Lady in the cage”, dirigida por Walter Grauman, una sórdida visión al submundo de los parias sociales asaltando a la cómoda clase media norteamericana, vomitándole en su cara toda su crueldad, violencia y odio.
Un thriller adelantado a su tiempo, que ya presagiaba la violencia, vicio e ira destructora y sin sentido que arrasaría la sociedad moderna a partir de los 70s. Olivia de Havilland da una actuación impresionante como una mujer parcialmente lisiada que queda atrapada en su ascensor privado durante un corte de energía. Mientras tanto, tres delincuentes, psicópatas y adictos (liderados por James Caan en su debut en el cine) saquean su casa y planean asesinar a todo testigo.
Quisiera haber podido ver la reacción de los espectadores norteamericanos en sus butacas de cine el año de estreno de este film. Les explotaba en la cara una pesadilla urbana, con una dosis de sexo implícito, adolescentes drogadictos y amorales, y una violencia y crueldad gráficas y desconcertantes para la época. Toda una premonición de lo que se les venía, en la cruda realidad….
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