Como un Scott Pilgrim (ya sabéis, el célebre héroe de cómic canadiense nostálgico de los 80) de los años 30, el cantante de bluegrass Gene Autry se enfrenta al mundo para salvar su emisora de radio. Y si digo el mundo, quiero decir que es perseguido constantemente por una civilización perdida (que casualmente se encuentra bajo su rancho), de los jinetes de esa civilización, de los rebeldes de esa civilización, de unos científicos malvados en busca de uranio y de esa civilización perdida, de la Ley que lo acusa falsamente de asesinato, de los paletos de sus amiguetes de la banda, de los acreedores y de un señor de Viladrau que pasaba por ahí. Por qué argumento? Pues porque todos tienen un injustificado (sí, no dá la cosa para más) miedo de que decubra Murania, la civilización de marras.
Y sabéis qué? Que uno se lo pasa pipa. Este serial de bajísimo presupuesto producido por la Mascot (una de las pocas productoras de la Poverty Row que tenía el lujo de contar con un estupendo estudio propio: los antiguos estudios del cómic Max Sennett) es un sin parar de situaciones de acción, persecuciones, mamporros, canciones bluegrass, ascensores que suben y bajan, robots de hojalata, maquetas y pinturas matte (si es que lo son) muy conseguidas para el presupuesto que tenían e interpretaciones malísimas pero hilarantes (a destacar la mujer que hace de Reina: que cargante es, rediez!). En resumidas cuentas, un delirante y entretendo cóctel que precede al primer y más famoso gran serial del cine sonoro: Flash Gordon.
bigladiesman
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Como un Scott Pilgrim (ya sabéis, el célebre héroe de cómic canadiense nostálgico de los 80) de los años 30, el cantante de bluegrass Gene Autry se enfrenta al mundo para salvar su emisora de radio. Y si digo el mundo, quiero decir que es perseguido constantemente por una civilización perdida (que casualmente se encuentra bajo su rancho), de los jinetes de esa civilización, de los rebeldes de esa civilización, de unos científicos malvados en busca de uranio y de esa civilización perdida, de la Ley que lo acusa falsamente de asesinato, de los paletos de sus amiguetes de la banda, de los acreedores y de un señor de Viladrau que pasaba por ahí. Por qué argumento? Pues porque todos tienen un injustificado (sí, no dá la cosa para más) miedo de que decubra Murania, la civilización de marras.
Y sabéis qué? Que uno se lo pasa pipa. Este serial de bajísimo presupuesto producido por la Mascot (una de las pocas productoras de la Poverty Row que tenía el lujo de contar con un estupendo estudio propio: los antiguos estudios del cómic Max Sennett) es un sin parar de situaciones de acción, persecuciones, mamporros, canciones bluegrass, ascensores que suben y bajan, robots de hojalata, maquetas y pinturas matte (si es que lo son) muy conseguidas para el presupuesto que tenían e interpretaciones malísimas pero hilarantes (a destacar la mujer que hace de Reina: que cargante es, rediez!). En resumidas cuentas, un delirante y entretendo cóctel que precede al primer y más famoso gran serial del cine sonoro: Flash Gordon.
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