De Drácula curiosamente no tiene absolutamente nada que ver esta peli. Pero nada de nada. Solo, un matrimonio de vampiros, ambos Condes, que viven en un castillo en medio del desierto.... y muy cerca del mar. El mítico John Carradine, interpreta a George, el sirviente de dicho matrimonio. Y luego tenemos también a un psicópata que mata a todo lo que ve, Johnny se llama, y que se pasa todo el rato diciendo que le teme a la luna llena. Y también, las desdichadas damiselas, encadenadas en la cripta del castillo, para así sacarles sangre y alimentar a esta pareja de vampiros de poco más de tres siglos de vida. En resumidas cuentas: para verla, entretenerse lo justo y al momento olvidarse de élla para siempre.
Entretenida pero bastante malucha película de ¨vampiros¨ que empeora conforme avanza...
Empezando por los vampiros, que pasan de morder y se dedican a sacarle sangre a las víctimas con una aguja y bebérsela, y en donde parece que la inmortalidad es el único poder que tienen, siguiendo con sus compañeros, el típico bestiajo sin mente, un John Carradine de mayordomo que es lo mejor de la peli, y un tal ¨Johnny¨ que se dedica a cargarse a todo el que se le pone por delante, se nos presenta una historia simple que empieza entretenida, va perdiendo el interés conforme avanza, y termina en una cutrísima y malísima parte final, donde la ¨muerte¨ de los vampiros te da ganas llorar (pero de lo pésima).
Película de vampiros de bajo presupuesto para su época donde vemos un comienzo prometedor pero que a medida que avanza va perdiendo encanto, los vampiros no intimidan y la historia podría haberse esforzado aun mas, y el final es un desastre.
En su reparto vemos a John Carradine haciendo lo que puede, aunque siempre fue un actor del genero a trabajado en propuestas mucho peores que esta.
La recomiendo solo a arriesgados de los filmes de los 60s de vampiros, al resto mejor déjenla pasar.
Críticas: 4
Miguel Arkangel
5
Al Adamson fue un incansable director de cine fantástico de serie B, con una carrera que abarca desde los 60s hasta los 80s, con títulos emblemáticos como Los sádicos de Satán, Cinco tumbas sangrientas, Monstruos hambrientos y Black Samurai. Adamson solía trabajar con Regina Carrol (su esposa), John Carradine, Russ Tamblyn o Lon Chaney Jr.
Precisamente con John Carradine rodó La sangre del castillo de Drácula, cuya trama trata sobre El Conde (Alex DArcy) y la Condesa Townsend (Paula Raymond), dos vampiros centenarios, que durante los últimos 60 años han vivido en un castillo en California (¡!) con su mayordomo George (Carradine) y un sirviente mudo deforme llamado Mango. Para satisfacer la sed de sangre de sus amos, Mango vaga por el campo, capturando mujeres jóvenes y arrastrándolas al castillo, donde son encadenadas a la pared y, cada noche, se les extrae sangre. Las cosas se pondrán difíciles para los vampiros cuando los nuevos propietarios del castillo llegan con la noticia de que deben desalojar y devolver el inmueble. Vaya, hasta los vampiros sufren desahucios inmobiliarios.
Todo es muy camp, deliciosamente de serie B sesentera, con chicas encadenadas con minifaldas y botas a go-go, uno de los Dráculas (se supone) más imposibles de la historia del cine y una extraña ceremonia de sacrificio a la diosa Luna, que sale mal. Mala pero divertida.
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