De las poquísimas pelis en donde se puede ver a John Carradine siendo el protagonista de la misma. Y, la verdad sea dicha, a mí me ha gustado bastante. Me hizo gracia cuando todavía en su primer cuarto (la peli solo dura 73 minutos) John Carradine, con su capa negra y su sombrero de copa, entra en el saloon / hotel con ese porte a lo conde Drácula ( aunque nunca se menciona que él es Drácula como pone en su título ) y la peña que está tomándose unas birras lo observan como el lugareño que está en un bar rural de algún pueblo pequeño o aldea y ve entrar a un señorito. Luego tenemos a Billy el niño, tan rápido para desenfundar su revólver como extraordinariamente afinada tiene su puntería, pero que en un cuerpo a cuerpo sin armas de por medio no sabe pelear muy bien que digamos. Y ya, por último, sólo decir que su parte final es todo un despropósito - eso hay que reconocerlo - . Desde luego, como curiosidad fílmica ya solo por eso vale la pena verla.
Es tan pero tan mala que termina siendo buena por lo camp y divertida.-
Aburridisima. Sin duda una cagada, nunca empieza y se hace eterna. Es muy lenta y los actores son de 4ta. No la veas ni porque estes muy al pedo
Críticas: 4
TANO
6
Una de estas curiosidades del cine de terror dignas de verse, y es que mezclar al conde Drácula (o a un vampiro del estilo, nunca se pronuncia su nombre original) con Billy el Niño, es algo que uno no esperaría encontrarse nunca... y mira, aquí está, y además no es una peli mala.
Con un tremendo John Carradine como vampiro al que le pirran las jovencitas (me encanta la cara de obseso que pone en la peli mirando a la prota), se nos presenta una historia simple pero efectiva: un vampiro que va de aquí para allá por el oeste americano dando muerdos a chicas jóvenes, buscando a una que le llame la atención para hacerla su novia-vampira. El problema es que su elegida, es ya novia de Billy el Niño, el tirador más rápido del oeste.
La peli, sin ser ninguna marvilla, es realmente entretenida y entra muy bien. Sin efectos especiales, sin sangre (salvo unas gotitas en los cuellos de las víctimas) y con ese rollo tan guay de las pelis de cine clásico de terror.
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