Se abre una brecha en el espacio-tiempo de un muy distante pasado y se introducen los guerreros del futuro acompañados de unos cuantos monstruos que quieren destruir el Mundo...
Uno se imagina la aventura definitiva de ciencia-ficción de los “80, ¿verdad?...pero en realidad se trata de uno de los más fallidos proyectos cinematográficos de la Historia.

Abre la película con el clásico letrero informándonos de la pésima situación global: las máquinas han arrasado todo y en el año 4.000 sólo quedan algunos supervivientes. No aparece ningún T-800, no teman ustedes, pero esto ya huele a bazofia de Albert Pyun, y más aún al entrar en una especie de ciudad cuyo diseño de producción nos brinda toda la parafernalia “high-tech“ retrofuturista ochentera que podamos imaginar, aunque parezca desfasado incluso para el año en que esto se filmó (y ver a Dean Stockwell con pintas de recién salido de la 1.ª temporada de “Star Trek“ lo empeora...¡Dios bendito!).
Entonces el equipo militar que protege la ciudad, que son como los soldados de “Starship Troopers“ pero con uniformes de poliestireno, liderados por un mal remedo de Michael Biehn llamado Tom Burlinson (estrella juvenil de la televisión australiana y lanzado al éxito gracias al clásico “El Hombre de Río Nevado“), batallan contra los cyborgs más terriblemente diseñados de todos los tiempos. ¿Quería esto Brian Hannant? Ni mucho menos. El espectáculo cutre que presenciamos es lo que quedó del guión que escribió unos años antes junto a su amigo John Baxter, imaginando una increíble epopeya futurista, sí, pero en términos de humilde producción.

La rapidez con la que llegaron varios inversionistas no fue una buena señal; se enteraron en New World Pictures del proyecto y Hannant marcho a EE.UU., pero no Baxter, punto de partida para el desastre, ya que la historia fue retocada por guionistas de contrato, y más tarde se unió otra productora, y ésta sufrió más cambios, llevándolo todo a un presupuesto más alto de lo esperado. El que había sido director de 2.ª unidad y guionista de “Mad Max II“ se halló en una tela de infortunios entre la reducción del tiempo de rodaje y el casting por parte de los productores; de su sueño no quedaba nada...
Ni de su historia. El “thriller“ futurista con toques de drama romántico y social que imaginó derivó en un mal “spin-off“ de “Terminator“ por la obsesión de Hemdale Film Productions de repetir el gran éxito de Cameron. Esto es lo que se usa para engancharnos al film: un inicio que promete una emocionante aventura de ciencia-ficción, pese al aire tan irremediablemente cutre que se respira; y toda esperanza se va entonces por la borda cuando el héroe duro de turno (si alguien cree que Burlinson vale para este papel allá él) y la compañera asertiva (Carrie Fisher importada y preguntándose todo el rato dónde demonios está) viajan al pasado...y la emoción pasa a la Historia.

Además, en paralelo, como si se tratase de secuencias de otra película, se nos cuentan los problemas por los que pasa una geóloga sin muchas luces que debe ir a un lugar remoto a estudiar unas cosas que me dan igual, rodeada de secundarios deplorables. El pobre Hannant se queda a regañadientes e intenta ofrecer un bosquejo de lo que hubiera sido su obra deseada; no se sabe muy bien qué narices hacen aquí dos personajes femeninos, porque uno de ellos es totalmente innecesario, no se sabe lo que está sucediendo con la ciudad, atrapada en el tiempo por culpa del jefe de los cyborgs (una versión T-800 del Davros de “Dr. Who“).
Pero los cyborgs desaparecen del mapa, Fisher deja de ser protagonista para ser un cameo, y la interacción entre personajes es torpe, cliché, desagradable y cínica. La geóloga no tiene que hacer un gran esfuerzo para creerse que la anterior y Burlinson son soldados del futuro que han viajado en el tiempo...sin embargo yo sí he de hacerlo para creerme su actuación; el esquema y los sucesos son los mismos que “Terminator“, lo único que cambia es el escenario urbano por el agreste páramo australiano, y a menudo también se recuerda “Carretera al Infierno“.

El páramo figura no un lugar de ensueño y fascinación atemporal como lograba Miller en “Mad Max“; nos sentimos en un agujero del que no hay salida, porque la historia está estancada en sí misma. Tendremos que soportar mucho metraje de relleno, incoherencias argumentales y motivaciones inexplicables (¿por qué cojones los que estaban en la gasolinera ayudan a los dos soldados a preparar el terreno para la aparición de la ciudad?) para llegar a un 3.er acto donde se intenta recuperar la magia inicial.
Se intenta, pero unos cuantos cyborgs, violencia, rayos lásers y alguna escena de acción decente, incluso si se puede agregar el desnudo de la atractiva Nikki Coghill, no sirve para compensar la pérdida absoluta de metraje anterior, ni eso ni el mentor del protagonista directamente sacado de “Karate Kid“. Hannant pudo por fin huir y no participó en la posproducción, y el resultado es lo que llegó a las pantallas: este fracaso en todos los sentidos, de ideas, personajes, escenarios, elementos y efectos especiales/visuales.

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Demasiado casposa,demasiado cutre,pero responde a la tipica pregunta:Por lo menos,¿vale para pasar el rato?
Ciencia-ficcion,poca intriga y una puesta en escena mas que pobre se unen en esta ¨joya¨ de serie ¨B¨ que solo sirve para eso,para pasar el rato.

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Interesante cinta de ciencia ficcion de un grupo de viajeros del tiempo que tienen que evitar que en el siglo xx ocurran desastres naturales.La peli es de presupuesto bajo los fx son correctos

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