A veces sorprende la influencia recíproca que une a los artistas y creadores. A Alfred Hitchcock le fascinaba el cine de Fritz Lang (ídolo menos reconocido que el gran Cecil B. DeMille) al proporcionarle la fuente del oscuro cuento de hadas y su deconstrucción a partir de relatos impregnados de esa esencia de fatalidad sobre el Mundo y de terribles misterios del alma humana...

Asimismo, Lang no pudo evitar sentir admiración por el inglés por la habilidad con la que configuraba los patrones del suspense sobre personajes guiados por el deseo y amenazados por presencias externas, una de las más habituales la de la muerte y el engaño; esta fascinación afloró con especial fuerza en él tras visionar ¨Rebecca¨, obra maestra indiscutible del melodrama negro de la cual ansiaba realizar su propia versión. Muchos años después se prepara sin saberlo para su última colaboración con Walter Wanger y por consiguiente con su esposa Joan Bennett, una de sus actrices fetiche.
Ésta tendrá por nombre ¨Secreto tras la Puerta¨, que escribe Silvia Richards (la misma que se encargará de ¨Rancho Notorius¨ años más tarde), cuyo guión empieza por no entusiasmar demasiado al austriaco, y estas tensiones se librarán de igual modo durante el rodaje, donde la relación entre él y su actriz comienza a pudrirse poco a poco. Dicho clima de malestar, de incertidumbre existencial, invade a su personaje, Celia, cuyos pensamientos más íntimos escuchamos a lo largo de un inicio muy del estilo de Lang, de carácter onírico, profundamente poético, cuyos elementos principales son el destino y la muerte (representados en un barco de papel y unas flores).

Entonces ella se personifica ante nosotros dispuesta a romper su soltería para casarse, lo cual, habida cuenta de la simbología que podemos extraer de dicho sueño de apertura, no significa un paso hacia la felicidad eterna, más bien lo contrario; la narrativa se quiebra de repente hacia un pasado más o menos reciente. Celia, algo poco habitual en el cine negro clásico, prosigue ejerciendo de guía de una historia en la que se ve a ella misma como una mujer cuya vida sentimental está en un punto muerto, pero todo esto cambia con un viaje a México que, por su puesta en escena y logrados ambientes, es uno de los pasajes de la obra mejor filmados por Lang.
El peligro del romance, los instintos asesinos, la codicia y el deseo, la presencia acechante de la muerte, y una mirada que cruzan la protagonista y un hombre entre el expectante público de la violenta pelea (Mark, interpretado por un flojo Michael Redgrave) que hace saltar chispas. Uno de los fundamentos del melodrama (cuya esencia trágica impregna la atmósfera hasta límites incómodamente teatrales) es la del impulso del amor, pero volviendo al presente (juego tramposo el de este argumento) Celia despertará de un sueño romántico para transformarse a su pesar en la protagonista de una novela de misterio.

En realidad los principios literarios en que se apoya Richards son los del mítico cuento de Perrault ¨Barba azul¨ y, por consguiente, esto lleva a Lang a transcribirlos al imaginario de ¨Rebecca¨, cambiando a la sra. DeWinter por el título de sra. Lamphere al que ha de acostumbrarse Celia, pero al contrario que la heroína de Joan Fontaine ya somos testigos de la sensación de angustia que separa a aquélla de Mark desde el primer momento, antes de ser conducida a las entrañas de una mansión cuyos rincones y habitaciones cerradas ocultan los secretos de hechos pasados escabrosos.
El guión pretende manejar los hilos del drama psicológico para dar una forma coherente a los resortes de la intriga, remitiendo a obras anteriores de maniobras parecidas como ¨El Castillo de Dragonwyck¨, ¨Luz de Gas¨ y la mencionada joya ¨hitchcockiana¨, máxime cuando el espectro de la esposa desaparecida pulula también sobre las cabezas de unos cínicos personajes atrapados en las sombras del lugar (tanto físicas como emocionales), entre los que se haya la hermana de Mark (Caroline), su hijo (David) y una secretaria de carácter inquietante (Robey) y que es reflejo de la perversa ama de llaves Danvers. La confusa pero decidida Celia debe servirse paulatinamente del psicoanálisis para hurgar en los traumas enterrados del inconsciente de su nuevo esposo.

Éstos, temas del argumento por excelencia, y que hacen de la protagonista la arquitecta psicológica (mientras Mark es el arquitecto físico) para dar forma a las razones que expliquen el comportamiento y obsesiones de éste (de nuevo el juego de la simbología al situar la presencia de una puerta cerrada en la casa, como la puerta a las revelaciones de su subconsciente), acercan la historia al motivo principal de ¨Recuerda¨, a la vez que brota la sospecha de un crimen, del mismo modo que en ¨Las dos Señoras Carroll¨ (estrenada también aquel año).
Pero los resortes de esta intriga carecen de fuerza y sobre todo lógica, pues poco o nada, por mucho que se defienda el obstinado deseo de amar, nos hace creer en el ahínco de Celia por su fidelidad a Mark, ya convertido en un ser despreciable a cada paso que da el guión.
Los instantes donde ella va abriéndose paso entre las tinieblas de la mansión para acabar corriendo por su vida a través de la niebla espesa de ese bosque tenebroso, es donde se revela el genio del cineasta, y su gusto por los ambientes estilizados que enlazan con su época expresionista...pero este ambiente fascinante y pesadillesco, que podría haber llevado el film por caminos muy diferentes, se evapora sin más hacia el mismo melodrama tedioso. Cuesta creer que un tema como el doble de la esposa quede tratado aquí sin un verdadero sentimiento ni interés.

Tema jugoso ya que desciende a las raíces personales de Lang (su primera mujer, Lisa, murió en circunstancias extrañas tras descubrir su infidelidad con Thea Von Harbou).
Al final, ¨Secreto tras la Puerta¨ fue considerada un fracaso, incluso por él mismo, admitiendo que falló al intentar lograr algo parecido a la obra de Hitchcock.

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Gran obra del espléndido Fritz Lang que mediante un drama con toques de misterio nos trae una historia bien ejecutada y desarrollada.
Una brillante Joan Bennet conoce y se casa con el personaje de Mark y a partir de ese momento su vida se convierte en un pequeño tormento a medida que descubre la verdadera identidad y gustos de su marido y Lang nos traslada a un mundo de miedo y suspense ante lo desconocido y ante el miedo de ver su vida en peligro. Un film con un ritmo pausado, con una colosal Joan Bennet al estilo de lo que era capaz con su nivel interpretativo y con algunas escenas que podrían haber pasado al nivel de clásicas.
No es una obra maestra de Lang como lo fue por citar alguna ¨ La Mujer del Cuadro¨ pero si tiene momentos para el recuerdo.

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Lo que hoy se considerara un Thriller pasional, una mezcla perfecta de suspenso, romance, misterio, una excelente fotografía y caracterización de los personajes.

Celia (Joan Bennett), luego de la muerte de su queridisimo hermano, sale de viaje por Mexico con una amiga. pocos días despues contrae matrimonio con un enigmatico y atractivo hombre llamado Mark Lamphere (Michael Redgrave), del cual se enamoro perdidamente tras ver una pelea de hombres por una mujer. Al regresar a EE.UU., Celia toma conocimiento que en la casa vive Carrie (Anne Revere), hermana de Mark y Miss Robey (Barbara O¨Neil), la secretaria, que oculta parte de su rostro quemado tras una pañoleta. Ahí también conoce a David (Mark Dennis), hijo de Mark con una anterior esposa (muerta en circunstancias no del todo claras). Lo más llamativo de la casa es la obsesiva colección de Mark, que tiene varias habitaciones destinadas a reproducir hasta el más mínimo detalle, distintas escenas de crímenes pasionales de la historia.
Mark en una fiesta muestra orgulloso su colección a todos los invitados; sin embargo hay un cuarto que no abre, en el que supuestamente guarda celosamente algún secreto que desvela a Celia, hasta el punto que trama entrar sin que el marido se entere.

En los libros se suele menospreciar este ¨Secreto Tras la Puerta¨ al que se lo suele tachar como excesivamente psicoanalítico.

Aún así, Lang logra generar un planteo de vivo interés en un filme único en su concepción visual y musical, con algunos puntos de tensión importantes y, por sobre todo, constante intriga y conflictos.

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