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Segunda película de Nicolas Winding Refn, contando con los mismos protagonistas que su opera prima Pusher, aunque en un registro diferente.
Grabada, básicamente, cámara en mano con la gracia que destila el cada vez más reconocido director, nos narra la historia de varios personajes y como afrontan cambios en su vida.
Leo (Kim Bodnia) acaba de enterarse que va a ser padre, sin ser algo que buscara en un principio. El personaje de Lenny (Mads Mikkelsen) en cambio, se cierra en su mundo de películas, intentando evitar los cambios. Trabaja en un videoclub y se traga unas cuatro pelis al día, todo esto conlleva multitud de guiños al mundillo. Impagable la escena donde de fondo se proyecta la peli de Maniac de William Lustig.
También podríamos discernir una lectura del como afecta el cine y la violencia a la gente, como les cambia, a mejor o a peor, dependiendo de la mentalidad de cada uno.
Personalmente la he encontrado genial. Muy buena puesta en escena, unos actores que destacan, un guión muy bueno, un tempo como requiere la historia...

Recomendable, sobretodo si te gusta el cine de este director.

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