Tiempos remotos. Una tribu de guerreros feroz como pocas, cuyo nombre hacía temblar a países enteros, desde Europa a Asia, no conocían el miedo y la conquista era su meta.
Quizás en la famosa serie que Michael Hirst nos dio hace unos cuantos años...pero aquí todo lo anterior no lo verán ustedes por ningún sitio...

Lo que sí veremos es un atentado en toda regla contra la historia y las tradiciones de aquellas gentes de la mano del sr. Roger Corman, de quien se puede decir que 1.957 estaba siendo uno de sus años más prolíficos, destacando el oscuro drama ¨Sorority Girl¨ entre una larga lista de títulos enmarcados en la fantasía y la ciencia-ficción. Idea de dos genios de los efectos especiales (Irving Block y Jack Rabin) que acabaron encargando al televisivo Lawrence Goldman, el nativo de Detroit parecía dudar mucho con un proyecto que demandaba más de lo que él podía abarcar.
Pero se hizo, con un presupuesto generoso teniendo en cuenta qué cantidades movía aquél, y casi todo utilizado para las grandes secuencias de acción del film (que son dos y poco más, las únicas recordadas). Situación especial aprovechó el cineasta, siempre ojo avizor a las grandes producciones de Hollywood para intentar sacar una descarada copia que le reportara beneficios: en esos momentos United Artists prepara ¨Los Vikingos¨, una aventura histórica a gran escala y con un reparto envidiable. El guión de Goldman se adelantó de todos modos, ofreciendo quizás la primera película sobre los guerreros del Norte, culpable de la llegada de muchas otras.

Pero de guerreros nada de nada. El guión invierte de una forma curiosa los papeles (recordemos que estamos en 1.957) y el protagonismo se le asigna a las féminas de la tribu vikinga, quienes se hallan solas en su aldea por la marcha de sus novios y esposos; pero no se proponen crear aventuras propias para ellas al margen de cualquier presencia masculina, sino que, con todas las de ley, deciden embarcarse en busca de sus hombres. Eso sí eran mujeres y no las de ahora, qué demonios; ¨¿deseáis vivir sin ser amadas?...¿mujeres sin hombres?¨, espeta Desir (la bellísima Abby Dalton) a sus compañeras, y es uno de los mejores momentos del film, con mucho valor en la actualidad.
No así permitámonos echar un vistazo a la troupe protagonista, evidente falta de rigor histórico: más que una tribu de duras y tenaces skjaldmær, parece el casting de una agencia de modelos, mostrando las chicas (que también se me antojan demasiado sentimentales) unos maquillajes, peinados y tersos cutis demasiado cucos para la era antigua; pero no importa...¡¿cómo le va a importar esto a Corman?! Este tramo es corto y nos vamos a poco que podemos a los mares, donde veremos lo mejor y más costoso, unas escenas de acción decentemente filmadas entre tormentas y aguas revueltas...

Tan revueltas que todos los ocupantes del navío se pierden y acaban naufragando en una tierra desconocida; ojo al dato, hablamos de mujeres que han sido maltratadas por la inclemencia de los elementos naturales, vapuleadas hasta llegar a una playa rocosa, ¿pero creéis que su aspecto ha cambiado?...pues no, todavía tienen sus maquillajes perfectos y sus ropajes impolutos. ¡Sí que eran especiales estas vikingas! Por desgracia Corman elige un destino equivocado; pone a sus aguerridas luchadoras (y un enclenque que no sabemos qué hace ahí) contra otra tribu de salvajes con menos cerebro que una silla, malos modales y crueles intenciones.
El ritmo se ralentiza entonces hasta extremos desasosegantes, pareciera todo un ¨impasse¨ donde no hay acción, interacciones interesantes ni elementos que disparen intriga, porque el asunto de los desaparecidos machos sirviendo de esclavos y causando con ello la pena de sus hembras no provoca demasiadas sorpresas ni emociones; quizás irritación, pero es por lo horriblemente que están tratados los personajes, en especial el hijo del jefe, Senya (un Jay Sayer que merece morir despellejado por esos perros cazadores), y Enger, con el físico de una Susan Cabot más sexy que nunca pero en el papel de pérfida contra sus semejantes (y es la sacerdotisa, ojo).

Una de las cosas que más hacen hervir la sangre es la forma en que se imagina Corman a los vikingos, como hombres altos, rubios, de cortos cabellos, con rostros esculpidos en delicada loza y endebles cual rama de bonsai; de hecho veremos a las mujeres peleando más tiempo y con más ganas que a ellos. Esto lleva a situaciones tan ridículas como la de la quema en la hoguera de Desir y Vedric, donde mejor se revela la empachosa carga romántica, supuestamente conmovedora, que quiere colarnos el director, y con la furia de los dioses acompañando la escena.
¿Y por qué no hago más hincapié en la enorme serpiente que adorna el cartel y el título de este despropósito? Porque sólo aparece escasos minutos y resulta un añadido atractivo pero mal aprovechado (el presupuesto no daba para un desafío entre la heroína de la historia y el monstruo, que es lo que uno desearía haber visto, por ejemplo); sí, esos son los momentos que uno mejor recuerda, nada más se puede rescatar de este pobre intento de aventura épica y fantástica que resultó ser la producción más cara del cineasta.

Poco después regresa a la ciencia-ficción con pedigrí extraterrestre (género donde se movía con algo más de soltura en mi opinión, además del terror ¨poeniano¨) en la mucho más entretenida ¨Guerra de los Satélites¨.
Se dieron fuertes tormentas durante los primeros estrenos, según parece. Fue la furia y tristeza de Odín, cosa que no me extraña.

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En esta pelicula salen una tias macizas criaruras de carton piedra y jabalies estos tios son mis antepasados viva la cultura vikinga

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Película de aventuras, al estilo Corman, se ve bien, pero es aburridilla y con un argumento plano. Y eso, que este tipo de películas atrae, pero esta se queda por el camino.

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Bizarra aventura con personajes imposibles y villanos castizos. Corman nos ofrece un festín de serie Z sin desperdicio y que seguramente ha dejado a más de uno con la boca abierta. Para los más cools!

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