La coleccionista de muñecas Sybil Pittman (Libbie Higgins) intenta arreglar las cosas impidiendo que el juguete demoníaco llamado ¨Baby Oopsie¨ abra las puertas de ¨Toy Hell¨. Sybil y su amigo Ray-Ray (quien la última vez resultó estar poseído por un demonio empeñado en hacer muñecos asesinos) llegan demasiado tarde y los juguetes traen un monstruoso payaso gigante de las profundidades del Hades. El sacerdote McGavin es el personaje indicado para realizar un exorcismo y enviar a la criatura de vuelta al infierno.

La comediante Libbie Higgins es efectiva y original con su personaje, hasta se anima a utilizar (debido a su ¨gran talla¨) una ropa interior sado-masoquista, demostrando su desenvoltura frente a las cámaras.
Además regresan personajes de la película original e ingresan otros nuevos, que dan un oscuro aire nuevo a esta tercera parte.
Interesante el juguete gigante ¨Big Bad¨, aunque no fue aprovechado su tiempo en pantalla.
El personaje principal, Baby Oopsie, se desvanece y comienza a quedarse atrás para convertirse en un personaje de fondo. La corta duración de la película, como al igual que sus antecesoras, es un acierto.

Conclusión de la discreta trilogía dirigida por William Butler y donde existe una ligera mejora de ésta tercera parte respecto a la segunda.

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