Sadie, Riley, Liv y Levi ejercen la prostitución en un motel, en un baño de gasolinera o en los vehículos que llegan a una parada de camiones. Son “cuidadas” por Nora y un corrupto sheriff local que exige favores homosexuales de Levi. Las cosas se ponen más turbias cuando conocen a los miembros de una extraña secta cristiana que les advierten que “se arrepientan porque viene la gran limpieza” y aparece un tipo brutalmente asesinado.

Después de hacer un puñado de dramas criminales y thrillers, el escritor y director John Swab se cambia al slasher con “Candy Land”, una incursión al mundo sórdido de las prostitutas de los paraderos de camioneros y de las sectas cristianas destructivas en el “cinturón de la Biblia” de la Norteamérica profunda. Swab nos brinda un slasher estridente, crudo, con momentos shockeantes, sangrientos, sin perder su espíritu indie.

Uno de los elementos impresionantes de la trama es el fuerte sentido de hermandad que existe dentro de ese grupo de jovenes prostitutas que, a pesar de su configuración sórdida, intentan sobrevivir en comunidad, lo que les permite acoger a Remy, la chica sectaria, sin imaginar las consecuencias.

Me pareció una refrescante dosis de terror sangriento honesto; y la escena final, aunque precipitada, cierra con una tremenda canción.

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