Luego de una de las introducciones más ¨costosas¨ y ¨elaboradas¨ para una película del príncipe del cine Z, Mark Polonia, entendemos que es un compendio anticipado de lo que sucederá o estará por ser visto en lo profundo de la trama.
El virus SHVID-1 transmitido por mordiscos de tiburones, tiene atareados a los científicos, especialmente a la protagonista Kristi o al traidor y ambicioso Gregory.
El humor burdo lo aporta especialmente el excéntrico y bizarro rambo platinado del glam rock, Duke Larson.
Luego, se nota la hazaña de crear diálogos para extender una historia aburrida sobre análisis, evacuaciones, infecciones, antídotos, etc., y que se desarrollan en precarias instalaciones supuestamente submarinas o laboratorios semi-vacíos y ridículos.
Los minutos finales tienen un cambio rotundo de escenarios y personajes de la ciencia ficción más barata. Kristi (Jamie Morgan) continúa siendo la protagonista, con una actuación cercana a lo nefasta.
Los tiburones y sus efectos digitales incomparables en la interacción con los personajes reales es digno de la clase Z. Las miniaturas de los grandes carnívoros sin efectos digitales no son más que meros muñecos pegados a la cámara.
Mark Polonia sigue jugando a filmar animales de goma a centímetros de la pantalla, como hace más de veinte años. Ese es su estilo, no hay más que eso.
Gerpro
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Luego de una de las introducciones más ¨costosas¨ y ¨elaboradas¨ para una película del príncipe del cine Z, Mark Polonia, entendemos que es un compendio anticipado de lo que sucederá o estará por ser visto en lo profundo de la trama.
El virus SHVID-1 transmitido por mordiscos de tiburones, tiene atareados a los científicos, especialmente a la protagonista Kristi o al traidor y ambicioso Gregory.
El humor burdo lo aporta especialmente el excéntrico y bizarro rambo platinado del glam rock, Duke Larson.
Luego, se nota la hazaña de crear diálogos para extender una historia aburrida sobre análisis, evacuaciones, infecciones, antídotos, etc., y que se desarrollan en precarias instalaciones supuestamente submarinas o laboratorios semi-vacíos y ridículos.
Los minutos finales tienen un cambio rotundo de escenarios y personajes de la ciencia ficción más barata. Kristi (Jamie Morgan) continúa siendo la protagonista, con una actuación cercana a lo nefasta.
Los tiburones y sus efectos digitales incomparables en la interacción con los personajes reales es digno de la clase Z. Las miniaturas de los grandes carnívoros sin efectos digitales no son más que meros muñecos pegados a la cámara.
Mark Polonia sigue jugando a filmar animales de goma a centímetros de la pantalla, como hace más de veinte años. Ese es su estilo, no hay más que eso.
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