Insipida vuelta al cine universitario, con Brinke Stevens y Julie Strain(que buena sigue estando) como gancho para poder darle una oportunidad, solo para darse cuenta de que este estilo de guión flojo ya se les había quedado obsoleto antes de que estuviese en proyecto de filmación. Una casa, una fiesta, caras guapas y una hermandad de caníbales que van de femme fatale pero que no asustan ni con sus maquiavelicos planes, los cuales si no es por las escenas de desnudo light podría ser para todos los publicos. Se queda a medio camino entre el Slasher con psycho, algo de suspense y comedia de humor negro donde esto último no da ni una mueca de sonrisa. Diálogo banal y escenas que parece que se repitan, no arranca nunca y cuando lo hace ya es demasiado tarde ya que el ejercicio de nostalgia se queda por los suelos. Con dos versiones la normal y la censurada pero toda una mentira como reza la caratula, ya que ni son populares ni ricas ni mortales.

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Escrita y dirigida por Devin Hamilton, utiliza la excusa del “canibalismo” para mostrarnos a un grupo de sensuales chicas en ardientes escenas softcore.

Julie Strain entrena a sus amiguitas en las artes de atraer hombres para luego devorarlos. Así es, detrás de una aparentemente inofensiva confraternidad de universitarias, se esconde una cofradía de crueles mujeres caníbales.

Un film de pura serie Z, con escenas más o menos light de sexo y erotismo, con sexys chicas, destacando Tiffany Shepis que incluso le mete ganas a su personaje y una trama a la que no le puedes exigir nada sino simplemente desconectar tu cerebro y disfrutar de las lindas actrices.

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