Ficha Before we Vanish

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Críticas de Before we Vanish (1)




Mad Warrior

  • 20 Feb 2023

6



¿Valoramos los sentimientos, las posesiones y el conocimiento al mismo nivel de humanidad e identidad que proporciona?
Es hora de que otros lo averigüen.

Va a explorar Kiyoshi Kurosawa las posibilidades de tal acontecimiento, en un momento, no hace mucho aún, en que la crítica internacional le aclamaba por la brillante ¨Creepy¨ y su primer film fuera del país (¨The Woman in the Silver Plate¨). Una vez más, lo que se antoja raro, es inspirado por un trabajo ajeno; ¨Sampo suru Shinryaku-sha¨ procede de una popular obra de teatro estrenada por la compañía independiente Ikiume allá en 2.005, la favorita de su fundador, el dramaturgo Tomohiro Maekawa, quien no dudó, después de varias representaciones con igual éxito, trasladarla a las páginas de una novela.
No pudo sentirse el primero más fascinado con ella tras caer en sus manos de pura casualidad; la razón es que Maekawa era un gran admirador del trabajo de Kurosawa, y dicha influencia ¨siempre estuvo presente para él¨, así que era cuestión de tiempo que tal admiración recíproca terminase en colaboración mutua, si bien han hecho falta diez años para llegar a materializarse en una película. Y si en el formato literario la trama necesita algún tiempo para despegar, el cineasta no se demora y nos sirve, a su manera, un inicio impactante, escabroso y con ese particular toque de humor surrealista que siempre le caracterizó.

Es un inicio que confunde y presagia lo más insospechado. También nos impide conocer a los protagonistas antes de abrirse la historia. Esto es un hándicap para entrar en el seno del matrimonio Shinji/Narumi Kase, ya afectados por un incidente incomprensible: él ha perdido la memoria y su comportamiento es de lo más inquietante; el director quiere lograr nuestra empatía con tal situación, que se soporta gracias a las divertidas actuaciones de Ryuhei Matsuda y Masami Nagasawa, sin embargo no debería quebrar el ritmo tan pronto. Y lo hace tan pronto como puede, llevándonos a otra historia.
En ella el protagonista es un reportero arrogante, Sakurai, investigando el caso de asesinato que ya vimos al principio (irrelevante, claro); será culpa del anterior o de su colega Sachiko Tanaka, pero es una metedura de pata el que, en boca de un joven con quien se cruza Sakurai, se revele que todos esos inexplicables sucesos son parte de una paulatina invasión alienígena. Curiosa decisión ya que, si algo distingue a Kurosawa, es el mantener los misterios en sus obras hasta el final (o no descubrirlos nunca). Ambas tramas circulan entonces en paralelo en una progresión no tan sorprendente como se pretende...

La forma de observar una conquista al estilo de la seminal ¨La Invasión de los Ladrones de Cuerpos¨ en la sociedad actual desvela una fuerte conexión con ¨Cure¨ o ¨Kairo¨, de ideas similares; el nipón regresa, por un lado, a una variación de la manipulación de la conciencia y la liberación del ¨yo¨ interior de la primera (los actos del psicópata Mamiya y los de los alienígenas son iguales en la medida en que, al ¨arrebatar¨ de los humanos una idea, estado mental o emoción, liberan a sus conciencias de dicha carga, ¨ingenuizándolos¨ para invadirlos más fácilmente) y de la crisis global de la segunda, sólo sustituyendo a los fantasmas por extraterrestres (llegados ahora de manera inexplicable).
Fábula de espíritu minimalista con pretensiones de ¨thriller¨ ¨sci-fi¨ a gran escala, Kurosawa hace uso de un despliegue de medios inusual, utiliza grandes escenarios para generar el caos, pero regresa a los lugares recónditos y apartados de la sociedad para aproximarse a sus personajes y desgranarlos poco a poco. La trama de Sakurai sería más agradable de no ser por el carácter ambiguo de éste (¿pero qué mejor personificación de la peor cara de la sociedad que un periodista, ser que se mueve por la ambición personal y la falta de moral?) y los alienígenas con que colabora (una, la psicótica del grupo, se gana mi deseo de ver su cabeza reventada en el suelo desde el principio).

Y mientras prosiguen su misión de establecer contacto con su casa para la invasión, a través de unas increíbles muestras de crueldad (o, más bien, indiferencia), el cuarto en discordia, agazapado bajo el físico de Shinji (bien elegido al significar su nombre ¨honestidad¨, o ¨fe¨), irá aprendiendo gracias a Narumi (en un poco disimulado tributo a ¨Starman¨) los conceptos de ¨familia¨, ¨hogar¨, ¨identidad¨ y otros que sus compañeros no tendrán oportunidad de rozar, llegando a un conmovedor y significativo instante en que ha de encarar la idea de ¨amor¨ (y nada mejor que sea ofrecida por un grupo de inocentes niños en un entorno católico...).
Lo restante es el apocalipsis ofrecido en las mismas surrealistas dosis que ¨Kairo¨, pero utilizando un presupuesto mayor, de nuevo optando por la acción, la huida de la ciudad, que sucumbe a la pérdida de identidad y la despersonalización, la recuperación entre los protagonistas de una huella que les devuelva algo de humanidad, y un gasto considerable en efectos visuales; desgraciadamente se le va tanto de las manos y el resultado es tan irregular (lo enorme del contraste entre la historia de Narumi y la de Sakurai) que más bien todo ello pareciera dirigido por Takashi Miike (en uno de sus días de mucho ácido y poca inspiración real).

Siguiendo la estructura de la novela, el guión comete el mismo error y la resolución que nos vende es una que carece de explicación...simplemente tenemos que tragarlo. Kurosawa opta, algo nada habitual, por una vía optimista para con la raza humana.
Por lo tanto ¨Sampo suru Shinryaku-sha¨ es muy extraña incluso para su cine, y si bien no entusiasmó a los críticos, en Japón arrasaría en taquilla y pasó por numerosos festivales y galardones. Y no lo comprendo...se me habrá escapado el concepto. Eso sí, la inversión de roles planteada en última instancia en ese matrimonio disfuncional es brillante.



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