The Castle of the Walking Dead es una de esas películas que sufrió innumerables cambios de título dependiendo del mercado al que intentaba atraer y de quien estaba distribuyendo la película en ese momento: The Torture Room, The Torture Chamber of Dr. Sadism, The Snake Pit and the Pendulum, Blood of the Virgins, The Pendulum. Edgar Allan Poe y Christopher Lee sirven de gancho para atraer al público, aunque el verdadero protagonista es Lex Barker, que rodó en Hollywood 5 películas interpretendo a Tarzán, y luego emigró a Europa, convirtiendose en un actor muy popular en Alemania, gracias a las películas krimi basadas en libros de Karl May.
La historia, basada en ¨El pozo y el péndulo¨ de Poe, nos sitúa a inicios del siglo XIX, en algún lugar de Europa Central, un abogado (Barker) y una hermosa joven (Karin Dor) son invitados a un misterioso castillo, con el pretexto de descubrir algo importante sobre su pasado. Después de un angustioso viaje, los dos llegan al castillo y descubren que han sido atraídos allí por el Conde Regula (Christopher Lee), quien fue descuartizado treinta años antes por asesinar a varias mujeres. El Conde planea vengarse y obtener la inmortalidad total.
A pesar de las falencias del guion, estamos ante una obra de elegante goticismo sesentero alemán, con una fotografía impactante y con varias escenas memorables, como la secuencia inicial que involucra una máscara con púas con la que se tortura a Regula, seguida de una ejecución con descuartizamiento, la travesía en carruaje a través de un espeluznante bosque lleno de cadáveres o la escena en la que el Conde se levanta de entre los muertos. La escenografía es excelente; las paredes del castillo están decoradas con perturbadoras pinturas que parecen haber sido hechas por el Bosco.
Terror gótico a la vieja usanza y un grato hallazgo es esta propuesta alemana que combina el inmortal cuento de Poe, “El Pozo y el Péndulo” (1842) y un terror gótico a la italiana, a cargo del interesante Harald Reinl (“Die bande des Schreckens”, 1960; “Der Fälscher von London”, 1961)
Alemania, siglo XVIII. El diabólico Conde Regula realiza un ritual satánico para conjurar un inmenso poder y para ello debe torturar y sacrificar a 13 vírgenes. Pero justo cuando se detiene en la última víctima, ésta logra escapar y lo acusa a la Inquisición. Condenado a morir descuartizado por 4 caballos, jura vengarse de su 13va víctima y del juez inquisidor que lo condenó, así como de sus descendientes. 35 años después, dos de estos descendientes son llamados extrañamente a su residencia, el Castillo de Andomai, para resucitarlo.
El director austríaco Harald Reinl, famoso en Europa por las adaptaciones cinematográficas de las obras de Edgar Wallace y Karl May durante los 60s en la Alemania Federal, se unió al guionista alemán Manfred R. Köhler (“Das Geheimnis der gelben Mönche¨, 1966) para traer este correcto film gótico, en una época en que ni la Alemania Federal ni Democrática habían hecho mucho eco de la moda del horror gótico británico e italiano de maestros como Terence Fischer y Mario Bava. Por el contrario, en la Alemania Federal se vivía un verdadero boom de la narrativa de Wallace, encabezado por el productor Horst Wendlandt y directores como Alfred Vohrer y el propio Harald Reinl entre 1959 y 1972. La posición de Reinl en Alemania gracias a los “krimis¨ como se les conocía a las adaptaciones de Wallace, le otorgaba cierta posición de privilegio para experimentar.
En consecuencia, aunque la temática no era nueva en Europa, no era así tanto en el circuito alemán, a la sazón, con un diabólico noble que hace un pacto con el diablo para lograr la inmortalidad y se ve enfrentado por su contraparte noble o plebeya que representa el bien y que pretende destruirlo, todo enmarcado en leyendas macabras, rituales arcanos, y una lograda atmósfera gótica y decadente con bosques, pantanos y castillos tenebrosos.
El leitmotiv del guión de “Die Schlangengrube und das Pendel” (1967), que puede traducirse como “El pozo de serpientes y el péndulo”, es claramente la venganza del Conde Regula, que habiendo descubierto el secreto de la vida eterna, inicia un ritual arcano en el que debe sacrificar a 13 vírgenes (el número 13 como número mágico y maldito) y que lamentablemente para él no se concreta porque la última víctima escapa y lo denuncia. Juzgado por la Inquisición, es condenado a que se le clave una máscara de metal con pinchos (una clara alusión a la Princesa Asa de “La Maschera del Demonio”, 1960, de Mario Bava) y luego a ser descuartizado por 4 caballos. De acuerdo a lo que Anatal relata en el preámbulo a la resurrección del Conde, él recogió sus restos, los guardó en el sarcófago de cristal, se encargó de asesinar a todos los descendientes de Lilian von Brabant, la mujer que logró escapar del Conde y el Juez Roger von Marienberg, quien lo condenó hasta llevar a sus últimos vástagos, sus hijos. El mismo Anatol fue colgado por sus crímenes, y luego descolgado rápidamente, se supone que por un ayudante, el narrador cojo que mantiene vivo el recuerdo de Regula en las ciudades de Burgenstat y Lindenheim.
Ahora bien, cabe señalar que el guión tiene varios detalles de incoherencia, en especial referentes a la figura del Conde Regula y su resurreción, a cargo de su sirviente Anatol, quien vierte su sangre putrefacta sobre la tapa de cristal del sarcófago en lugar de hacerlo directamente sobre los restos del Conde; o que Roger y Lilian deban voltearse en el momento en que se reunifica su cuerpo (recordemos que había sido descuartizado por caballos) porque no son supuestamente dignos de ver el acto milagroso; o que el propio Anatol señale su debilidad por la cruz y este símbolo no sea usado por los prisioneros hasta muy al final de la trama. Tampoco es muy convicente que los cadáveres de las otras doce víctimas vírginas no se hayan descompuesto, después de 35 años, aunque al final sugieran que fue así por un supuesto influjo de la maldad del Conde, que lo sobrevivió.
Sin embargo, uno de los elementos más destacables es la lograda ambientación gótica y tenebrosa que Reinl le impregna a su film, muy a pesar del bajo presupuesto con que contaba. Cabe resaltar el espeluznante bosque de colgados y descuartizados por el que transita el carruaje que lleva a Lilian, su sirvienta Babette, Roger y el Padre Fabián, y que impresiona de forma brutal a su cochero; y más aún el tenebroso Castillo de Andomai, con sus mazmorras, cámaras de tortura, pasadizos, trampas diversas, pozos de serpientes y laboratorio alquímico del Conde Regula. Otro elemento que bien vale recordar son las pinturas diabólicas, de una marcada esencia expresionista, todo ello al margen de que hay elementos que denotan poco presupuesto, como los esqueletos dispersos por las mazmorras, pasadizos y cámara de tortura que se aprecian muy falsos.
Mencionar especialmente las escenas de trampa, la primera con Babette, la sirvienta de Lilian, que es amarrada a una cruz de San Andrés conectada a un dispositivo de agua que hace caer la cruz con la víctima sobre una cama de pinchos metálicos; la segunda con Roger amarrado y a merced de un péndulo de acero; y la tercera Lilian a merced de una plataforma retráctil que la tiene a punto de caer a un pozo con serpientes.
El film cuenta con actuaciones competentes, en ningún caso notables, comenzando con el siempre efectivo Christopher Lee, cuyo personaje evidentemente evoca al Conde Drácula; Lex Barker (Saga “Tarzan”, 1949-1954; “Sette volte donna”, 1967) como el abogado descendiente de Roger von Marieberg; y Karin Dor (“James Bond 007: Sólo se vive dos veces”, 1967; “Topaz”, 1969), como la bellísima baronesa Lilian von Brabant, por aquel momento esposa de Reinl. Por su parte, Carl Lange (“Der Hexer”, 1964) como el sirviente Anatol y el croata Vladimir Medar (“El Violinista sobre el tejado”, 1971) como el Padre Fabián complementan un buen reparto.
Reinl utilizó el pueblo medieval de Rothenburg ob der Tauber para las escenas de la ejecución del Conde Regula y donde el narrador cojo cuenta las historias del diabólico noble, y el pueblo en donde Lilian y Roger se enteran del llamado al castillo. Las logradas escenas en el tétrico bosque de colgados y descuartizados y los exteriores del Castillo de Andomai fueron filmados en el Bosque de Teutoburg.
Peter Thomas, asiduo compositor musical de las películas basadas en las obras de Edgar Wallace, fue el encargado de musicalizar el film, con una partitura que recuerda evidentemente al dramatismo del horror gótico británico.
En resumen, una película con algunos problemas en el guión, pero de lograda atmósfera gótica y tenebrosa, atípica para lo que se venía haciendo en la Alemania Federal por aquellos años. La evalúo con un 7.5.
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Ya no se hacen pelis asi, y lo que es peor, nunca más se harán. Una autentica obra maestra de la cual iba detras de ella hace tiempo, hasta que hoy por fin la he podido ver. Terror gótico en estado puro. Peli super tétrica y de aspecto visual de matricula de honor: Ese bosque frondoso de noche que parece sacado de una pesadilla, todo un lujo para mis ojos. El Conde Regula, un ser malvado que es desmembrado en cuatro partes por cuatro caballos (algo muy típico de aquella epoca). Resucita, para mas inri, un viernes santo dispuesto a liarla de nuevo. Una verdadera joya, se mire por donde se mire
Película basada en el pozo y el péndulo de poe.claro que con varios agregados y con la participacion del gran Christopher Lee que no decepciona nunca. La película tiene esa ambientacion estilo hammer film y aunque es alemána lograron captar la escencia.quizas hoy por hoy emvejecio bastante pero en su momento funciono y para los ojos nostálgicos traerá un grato recuerdo. La recomiendo a la gente que le agraden las películas estilo hammer o las de corman basadas en las obras de poe.
Grato hallazgo, esta película que demuestra que en la Alemania de los años 60s, también se hacían cosas muy interesantes en cuanto a fanta-terror se refiere. Terror gótico, de escuela clásica (la Hammer y los films de Roger Corman como grandes influencias) y una ambientación realista que ayuda mucho a la película. La narración es fluida y muy entretenida, en una película que no llega a la hora y media de duración. Destacar también el empleo de unos colores chillones (recuerden algunas películas de Dario Argento) y una fotografía ¨cutre¨ pero que cumple perfectamente su cometido (esos árboles retorcidos y esa niebla, impagables, la verdad).
Además, el desarrollo en el castillo está muy logrado, pues la ambientación gótica se respira constantemente, gracias al gran número de pasadizos, trampas y elementos de tortura que se pueden visualizar. Buenas interpretaciones y, como puntos negativos, una banda sonora que no le hace justicia a la película un final demasiado precipitado. Aún así, al que le guste el cine de terror gótico, no deben de perderse esta película.
Buen film alemán con el gran c. Lee. . . No es de lo más conocido de su filmografía. . . Buen guión y buenos actores y la fotografía espectacular. .
bueno es de lo mejor que he visto de la peliculas de terror de los años 60. la verdad es que merece la pena verla entre otras cosas porque ahora ya no se hacen las peliculas como antes
siempre cristopher lee en las mejores peliculas de aquellos años peliculas que eran de las que nos gustaban cuando eramos unos chiquillos y nos daban mucho miedo.
es una pelicula de hace unos años en el que no existian los efectos actuales por lo que me parece que merece la pena verla solamente por el guion y la puesta en escena con el colorido de los años 60
vaya peli mas maja que me gusto hace años aunque ahora parezca un poco vieja merece la pea verla
la vi hace muchos años 40 o mas me impresiono mucho ya fuese por el argumento como el color ese color del cinemascope que siempre ma ha encantado. una pelicula para ver .
Críticas: 12
DE NIRO
5
Muy buena película de terror clásica con el protagonismo de Christopher Lee que es como un vmpiro que vuelve de su tumba y otros grandes actores de renombre, a quien destaco tambien es a Lex Barker(él es el protagonista), está muy bien argumentada y con gran desarrollo, además de un desenlace inesperado, recomendable para verla con un vasito de coñac.
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