Seguramente todo hombre que se precie mataría como una mujer como Anna, sin pensarlo un momento. Pero a veces es necesario pensar, pues las guapas y decididas son también las más peligrosas y maquiavélicas.
El dinero y el amor, elementos opuestos. Cuando uno es el que prevalece por encima del otro los resultados suelen ser del todo trágicos, y no hay posibilidad de escapatoria.

El sufrido protagonista de esta historia lo va a comprobar de primera mano. Tras un recorrido por todo el país desempeñando empleos de lo más dispares, el joven Steve Thompson decide regresar a la ciudad de Los Angeles, a su antigua casa, para reencontrarse con sus familiares y volver a trabajar como conductor transportando dinero en coches blindados; sin embargo, el destino quiere que se cruce en el camino de Anna, su ex-mujer, una dama tan elegante y atractiva como caprichosa y retorcida.
La vida con ella no fue precisamente un camino de rosas, pero el pobre Steve no ha podido olvidarla a pesar del paso de los años, aunque sus deseos siempre fueron por cauces distintos: él, humilde como el que más, no necesitaba nada salvo su amor y su confianza; ella adoraba la vida fácil, el dinero y todo lo que se pudiera comprar con él. Lo malo es que ahora Anna está casada con un conocido y violento gangster llamado Slim Dundee, no felizmente, según la chica, por lo que Steve hará lo posible para recuperarla. ¿La solución? Colaborar con Slim en el robo a uno de los coches blindados de su propia empresa, un golpe tan lucrativo como suicida...pero por Anna él está dispuesto a todo.

A finales de los años 40, el cine negro nos regaló perlas inolvidables; en 1.949, más concretamente, pudimos disfrutar de clásicos del género como ¨Al Rojo Vivo¨, de Raoul Walsh, ¨Atrapados¨, de Max Ophüls, la japonesa ¨El Perro Rabioso¨, que dirigió Kurosawa, y, cómo no, la obra maestra de Carol Reed, ¨El Tercer Hombre¨...pero entre estos míticos títulos también merece figurar, por méritos propios, ¨El Abrazo de la Muerte¨, de Robert Siodmak. Tres años antes, este alemán afincado en América, había llevado a la gran pantalla la novela de Ernest Hemingway, ¨The Killers¨.
En ella debutaba un prometedor Burt Lancaster compartiendo pantalla con la espectacular Ava Gardner, resultando todo un éxito de taquilla y crítica y un punto y aparte en el cine negro. Tras ¨Una Vida Marcada¨, Siodmak se encargaría de adaptar para la Universal Pictures la obra de Don Tracy, ¨Criss Cross¨, la cual, con las oportunas variaciones que el director y el guionista Daniel Fuchs dieron a la historia, guardaría muchos puntos en común con la anterior ¨The Killers¨; para más inri, Siodmak no sólo contaría con la presencia del compositor Miklos Rozsa, sino con Lancaster interpretando un papel similar.

En esta ocasión, la mujer se llama Anna y no Kitty y el boxeador retirado pasa a ser un chico con aspiraciones nobles que vuelve a su ciudad para trabajar y vivir en paz, aunque también se acabará enfrentando a un gangster y participará en un robo por su amada. Bien mirado, la trama de ¨El Abrazo de la Muerte¨ es tan antigua como el mismo género en el que está enmarcada: un chico más bueno que el pan y con el sentido común fuera de combate es manipulado hasta la extenuación por la mujer cínica y codiciosa que tantos títulos habitó en el cine negro: la ¨femme fatale¨.
Lo mejor es sin duda la precisión y velocidad con la que Siodmak nos sumerge en una trama vivida en primera persona por el protagonista gracias a sus ¨flashbacks¨, algo que ayuda al espectador a sentirse aún más identificado con él (lo completan esos planos dados desde su punto de vista), una trama siempre abocada a lo trágico y donde se dan cita romance, acción, drama y un uso magnífico de la intriga por parte del director, quien mantiene una tensión constante en escenas clave para luego proceder a un giro inesperado o a un estallido de violencia (valga la inolvidable escena del atraco al camión blindado, con todo ese humo de por medio que nos hace sentir en el centro del peligro, para confirmar el nervio con el que cuenta Siodmak tras la cámara).

Burt Lancaster, muy digno, repite su papel de chico atormentado y testigo de su declive (de un honrado muchacho a un atracador y cómplice de asesinato confeso) que es engañado por una de las mejores mujeres fatales que ha dado el cine, esa Yvonne de Carlo sensual y magnética, cuyo personaje va mutando durante todo el metraje, en realidad revelando su verdadero ¨yo¨: primero una chica rebelde pero algo melancólica, luego una mentirosa que a fuerza de lágrimas se gana el perdón, finalmente una arpía preocupada del dinero y sus propias aspiraciones (un estereotipo de fémina de aquella época ahora tan condenado por las feministas).
Dos grandes protagonistas secundados por el carismático Dan Duryea y actores muy correctos como Stephen McNally, Edna M. Holland y Griff Barnett; entre los aspectos técnicos, aparte de una puesta en escena brillante, sobresalen la intensa música de Rozsa, siempre anunciado terribles acontecimientos, y la fotografía de Franz Planer. Recursos suficientes para hacer ascender a ¨El Abrazo de la Muerte¨ hasta los primeros puestos entre los mejores films de cine negro que se hayan realizado, y de entre los más grandes de la carrera de Robert Siodmak.

Al final, y como era de esperar, los opuestos amantes, uno recostado sobre el otro, serán liberados de su agonía con el silbido de dos balas para que sus dos espíritus se reencuentren lejos del violento y cínico mundo terrenal en el que tuvieron la mala suerte de conocerse. Magistral.

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Estupendo film noir a cargo de Robert Siodmak, el director de origen alemán que se especializó en cine negro y que revolucionó el género.

Burt Lancaster es un buen tipo, ingenuo y enamorado, que se deja arrastrar al submundo criminal por una femme fatale, la maravillosa Yvonne de Carlo, solo para descubrir lo cruel y ambiciosas que pueden llegar a ser las mujeres cuyo corazón solo tiene espacio para el dinero.

Estamos ante una muy buena película, bien rodada, con una fotografía fantástica con grandes referencias al expresionismo alemán, y Siodmak rodando unas escenas increíbles: las escenas en el bar, los flashback, el atraco al camión, que nos muestran una buena historia, dramática, trágica y muy Noir, y con un final atípico, brutal y sorprendente.

Absolutamente recomendable. Y por cierto, me quedó la impresión que el tipo que baila en el bar con Yvonne de Carlo es nada más y nada menos que un jovencísimo Tony Curtis.

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Bueno, esta película me engañó, tenía puesto en el argumento que la tia era una "vampiresa", y la tomé como de vampiros, claro, pero resulta que se refería a "mala mujé" xDDD La película es bastante entretenida, con actuaciones algo malillas y un buen ritmo, yo la consideraría de INTRIGA más que otra cosa. El final es una cagada...

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