Ficha Love & Peace


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Críticas de Love & Peace (1)




Mad Warrior

  • 29 Mar 2018

6



Nuevamente, y para no variar, el sr. Sion Sono se empapa bien de ácido y con la cabeza llena de psicodélicas ideas decide darle otra vuelta de tuerca a su filmografía. Y es que la imaginación de este director es inagotable.
Quizá conozcas mucho de él, quizá poco, pero una cosa está clara: si te gustan el ¨rock¨, las pelis de fantasía y las tortugas, cosa muy importante, esta película te enamorará.

De protagonista tenemos a un perdedor, Ryoichi Suzuki, un tipo que alcanzó la fama tiempo atrás al ser vocalista de la exitosa banda de ¨rock¨ Fuck Bombers, pero ahora, rondando la treintena, no es más que un esclavo asalariado que tiene que soportar, día sí y día también, las burlas, insultos y humillaciones de todo el mundo; es considerado escoria por los demás miembros de su sociedad. Así es como pasa su existencia hasta que un día le da por comprar una mascota para hacerle compañía, una pequeña tortuga a la que bautiza Pikadon (nombre por el que se conocía coloquialmente a las bombas atómicas arrojadas en Japón).
Por desgracia no tiene más remedio que deshacerse de ella arrojándola por el váter, pero la casualidad hace que ésta vaya a parar a un extraño refugio subterráneo donde un viejo vagabundo le da un caramelo mágico cuyo poder es hacer que se cumplan todos los deseos (sí, sí, en serio). ¿Y cuál es el deseo del simpático galápago?, pues ni más ni menos que ver a Ryoichi convertido en una renacida estrella de la música...deseo que, contra todo pronóstico (no olvidemos que esto es cine), se cumple con creces.

De no creérselo, ¿verdad? Con películas como esta es cuando el dicho ¨cosas más raras se han visto¨ queda puesto en duda, pero si resulta que la mente responsable es la de Sion Sono nunca sabes lo que te puedes esperar. La verdad es que es envidiable cómo un cineasta puede obtener libertad creativa total y todo el dinero que pida para hacer lo que le salga de los mismísimos cojones, y además gozando de un público fiel para verla...¡quién fuera él, demonios!
2.015 fue el año más provechoso para el director nipón. En ese período rodó cinco largometrajes cinematográficos, uno para televisión y un cortometraje para la antología ¨Madly¨, en la que participaron otros grandes cineastas. ¨Love & Peace¨, que según se cuenta fue un proyecto de largo aliento para Sono (concebido hacía más de dos décadas y aplazado multitud de veces por falta de presupuesto) llegó el tercero del año tras acabar la descacharrante ¨Shinjuku Swan¨ y antes de imbuirse en la épica y feminista aventura de ciencia-ficción ¨Tag¨, aunque ninguno de estos films guarda aspectos en común, salvo el toque característico del director.

Si en ¨Why dont You Play in Hell?¨ le dio por homenajear el cine, en ¨Tokyo Tribe¨ el ¨rap¨ y en ¨Antiporno¨ el arte, esta vez Sono plasma en pantalla su gran pasión por la música, aparte de aprovechar para sacar a relucir su alma de niño imbuyéndonos en una fantasía de corte infantil con moralina, por así decirlo, resultando todo un alocado, frenético, satírico y espectacular producto que muy difícil podría haber sido abordado por otro realizador. El nipón combina drama, romance, comedia absurda y, como acostumbra a hacer en sus films, una demoledora crítica social, reflejando en esta ocasión a través del personaje de Ryoichi, con toda la mala leche del mundo y llegando a niveles exageradísimos, la crueldad con la que son tratados los ídolos caídos en nuestra sociedad, experta en fabricar modas pasajeras y luego deshacerse de ellas en un santiamén. Y más en una sociedad tan fría como la japonesa, donde a los/as ¨idols¨ se les condena o persigue por un quítame allá esas pajas (¿recordáis a la Mima Kirigoe de ¨Perfect Blue¨?).
No deja títere con cabeza el hombre, aprovechando asimismo para dejar en evidencia a esa generación de adolescentes japoneses ignorantes de la tradición de su país, y mientras tanto se lo pasa en grande fabricando la típica aventura de fantasía a lo Pixar (me recordó a ¨Toy Story¨), haciendo que el mundo despiadado y real de Ryoichi confluya con el mágico universo en el que se adentra la tortuga Pikadon poniendo de manifiesto, una vez más (es uno de los recurrentes de su cine), que lo más importante para lograr un objetivo en la vida son los sueños.

Todos podemos alcanzar lo que nos propongamos gracias a los sueños y al amor, procurando no ser corrompidos por la codicia y el orgullo, claro (cosa que tendría que aplicarse el propio director). Ese es el mensaje de la película. Muy obvio para no darse cuenta por disfrazado que en ella esté de humor negro, música, aventura y grandes efectos especiales.
Vuelven a colaborar con el director Makita Yuuji y un Hiroki Hasegawa histérico perdido que, aunque sobreactuadísimo, se esfuerza lo suyo, ecplipsando a sus más comedidos compañeros Kumiko Aso, Miyuki Matsuda y Toshiyuki Nishida, genial encarnando al mendigo; en un cameo tenemos a Megumi Kagurazaka, esposa de Sono la cual ha aparecido en muchos de sus films.

Difícil de categorizar, como todo lo que hace el director, pero vale la pena para descubrir hasta qué punto puede llegar la imaginación de un cineasta japonés.
La secuencia en la que la tortuga se pone a escalar el edificio cual Godzilla (pequeño homenaje al ¨kaiju eiga¨ aquí) mientras los tanques la bombardean y con la ¨9.ª Sinfonía¨ de fondo deja, cuanto menos, catatónico perdido. Ni los más entendidos de Sion Sono podrían esperar algo así.



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