Interesante y digno ejercicio cinematográfico boliviano de bajo presupuesto, dirigido por Jac Ávila y protagonizado por Amy Hesketh y Mila Joya.

Tras la muerte de sus padres, ricos y generosos contribuyentes a la Iglesia Católica, Doña Francisca de la Cruz, única heredera, recibe la visita de Fray Francisco Verdugo, inquisidor local, para asegurar que las donaciones a la Iglesia se mantengan y aumenten, ciertamente. Ante la negativa de Doña Francisca de donar más que lo necesario, el inquisidor armará un proceso inquisitorial en su contra, tomando como excusa su amistad con la viuda luterana Mariana de Castro, a quienes acusará, con ayuda de otros ciudadanos, de tener una relación lésbica.

Una película comparada con los viejos films de explotation setentero de Estados Unidos y Europa, pero que a decir verdad tiene una personalidad propia, en especial, cuando se atreve a ir más allá en el tema de la tortura, un tanto deshumanizada en los films de explotation en los que por momentos se convirtió como una mera excusa para mostrar cuerpos desnudos, principalmente femeninos, flagelados. El director entrega generosas escenas de tortura, algunas de ellas lo bastante largas como para incomodar al público pero en las que es difícil advertir meramente morbo. En “Malificarum”, sin embargo, el espectador sentirá rechazo más que nada por lo que significa la tortura, más que por los personajes antagonistas, algo que por ejemplo en la alemana “Hexen Bis Aufs Blut Gequält” (“La Marca del Diablo”, 1970) y la checa “Kladivo na Carodejnice” (“El Martillo de las Brujas”, 1970), claramente guardando las proporciones, se traduce de forma mucho más palpable.

En “Maleficarum”, el guión profundiza -y ojalá que lo hubiese hecho de una forma más contundente- en problemáticas de riqueza, envidia e intolerancia religiosa y sexual de sus protagonistas. Lo que parece ser una trama basada en intolerancia religiosa por la creencia luterana de una de ellas, va convirtiéndose en una más compleja, en donde tenemos una supuesta relación lésbica, que no tenemos del todo clara existente entre Doña Francisca y Doña Mariana, ya que pierde en la bruma de la degenerada psique de quienes las acusan. Es importante también destacar que el guión tiene varios tintes de cordura dentro de toda esta locura inquisitorial, como aquellos testigos que detectan conflictos triviales, basados en la envidia e intriga, aunque hay que mencionar que estas muestras vienen de hombres y no de mujeres. El guión, entonces, aboga por un conflicto entre las mismas mujeres como uno de los vehículos que estructura la condena religiosa y social de las protagonistas.

El director proporciona generosos desnudos femeninos, en este caso, de las condenadas, que son flageladas de forma ininterrumpida, pero como ya decía, si bien las actrices cumplen con cierta estándar de belleza, tampoco estamos ante mujeres voluptuosas, en donde el morbo de mostrar a una mujer demasiado bella sufriendo apremios físicos pareciera ser “bandera de lucha” del film. Mujeres comunes y corrientes, que son acusadas antojadizamente por el inquisidor y gran parte de la población femenina local para dar una lección ante una supuesta soberbia y degeneración.

Ávila logra incomodar pero creo que le falta para conmover al espectador, en algún momento, la tensión de la trama que está en punto de ebullición, se apaga y no permite que la película “explote” del todo. El final me parece muy idealista, inesperado pero lamentablemente poco creíble, en una época en la que los inquisidores siempre se salían con la suya.

Con todo, tiene ciertos méritos como para hacer reflexionar al público sobre lo que es la tolerancia religiosa y sexual, principalmente, en una época en la que el lesbianismo estaba totalmente prohibido y era duramente castigado. Hoy en día, esas muestras homofóbicas son menores, pero están ahí, siguen vivas, alimentándose en gran parte de la ignorancia de la gente.

Las actuaciones son regulares, no pasan de ser correctas para una película modesta como ésta, faltándole yo diría mayor personalidad a los protagonistas, en especial al villano, que no tiene la perversidad que uno esperaría como inquisidor, como en las películas que ya mencioné.

En resumen, una película aceptable y que a pesar de su bajo presupuesto tiene cierta personalidad que pudo haber sido mayor incluso. La evalúo con un 5.5.

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