En 1964 en Londres ya tenían suficientes problemas con los fans de los Beatles y los Stones discutiendo por quién era mejor y si James Bond era más guay que los kitchen sink dramas como para que les saliera un segundo Jack el destripador para provocar el pánico en las calles.
Hansjörg Felmy, un actor que destacó sobremanera en películas y series policíacas, interpreta a Richard Sand, un actor que justamente en esa ola de asesinatos está interpretando a Jack el destripador, lo que hace que se sospeche de él… Y las pistas realmente lo apuntan, por lo que se ve forzado a probar su inocecia. Marianne Koch (la madre de familia de Por un puñado de dólares) es su novia, Ann Morlay, sobrina de un político ultraconservador que hará lo que sea por acabar con la carrera de Richard en nombre de la decencia y las buenas costumbres.
Basada en una novela de Bryan Edgar Wallace, hijo y heredero de Edgar Wallace, el guionista Robert E. Stemmle da al guion bastantes tintes slasher que constituyen una de las partes mñas interesantes de la película, que es bastante lenta y densa, y cuando en la última media hora el ritmo se acelera y se vuelve interesante, la conclusión resulta demasiado rápida y vulgar. Se agradecen los muchos toques de humor (en especial los aspavientos de de la actriz suiza Chariklia Baxevanos, que resulta simpática como parte femenina de una pareja de detectives privados bastante torpe) pero no es que den mucha gracia.
Donde esta película sí funciona es en la parte técnica. El director Edwin Zbonek sigue al dedillo varias de las convenciones del krimi: Los personajes excéntricos, lúgubre fortografía, los ambientes urbanos deprimidos (aquí con un toque bastante expresionista a ratos), música y estética pop (Sand tiene un enorme móbil de esos de decoración en su apartamwentoque es una delicia sesentera) y algo que empezaba a llevarse mucho: los créditos en colores chillones sobre la fotografía en blanco y negro.
Es un a película donde las partes importan más que el todo, y eso es un problema. Hay buenas ideas, pero no todas están bien ejecutadas, y es fácil perder el hilo argu,ental por falta de interés. Sin embargo, no me atrevo a suspenderla: tiene su público, y ellos/as podrán juzgar mejor que yo.
bigladiesman
5
En 1964 en Londres ya tenían suficientes problemas con los fans de los Beatles y los Stones discutiendo por quién era mejor y si James Bond era más guay que los kitchen sink dramas como para que les saliera un segundo Jack el destripador para provocar el pánico en las calles.
Hansjörg Felmy, un actor que destacó sobremanera en películas y series policíacas, interpreta a Richard Sand, un actor que justamente en esa ola de asesinatos está interpretando a Jack el destripador, lo que hace que se sospeche de él… Y las pistas realmente lo apuntan, por lo que se ve forzado a probar su inocecia. Marianne Koch (la madre de familia de Por un puñado de dólares) es su novia, Ann Morlay, sobrina de un político ultraconservador que hará lo que sea por acabar con la carrera de Richard en nombre de la decencia y las buenas costumbres.
Basada en una novela de Bryan Edgar Wallace, hijo y heredero de Edgar Wallace, el guionista Robert E. Stemmle da al guion bastantes tintes slasher que constituyen una de las partes mñas interesantes de la película, que es bastante lenta y densa, y cuando en la última media hora el ritmo se acelera y se vuelve interesante, la conclusión resulta demasiado rápida y vulgar. Se agradecen los muchos toques de humor (en especial los aspavientos de de la actriz suiza Chariklia Baxevanos, que resulta simpática como parte femenina de una pareja de detectives privados bastante torpe) pero no es que den mucha gracia.
Donde esta película sí funciona es en la parte técnica. El director Edwin Zbonek sigue al dedillo varias de las convenciones del krimi: Los personajes excéntricos, lúgubre fortografía, los ambientes urbanos deprimidos (aquí con un toque bastante expresionista a ratos), música y estética pop (Sand tiene un enorme móbil de esos de decoración en su apartamwentoque es una delicia sesentera) y algo que empezaba a llevarse mucho: los créditos en colores chillones sobre la fotografía en blanco y negro.
Es un a película donde las partes importan más que el todo, y eso es un problema. Hay buenas ideas, pero no todas están bien ejecutadas, y es fácil perder el hilo argu,ental por falta de interés. Sin embargo, no me atrevo a suspenderla: tiene su público, y ellos/as podrán juzgar mejor que yo.
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