Película: ¨Santa Claus¨ (1959).

Película navideña mexicana que muestra la historia de como Santa Claus esta previó a la entrega de regalos, pero no será tan fácil ya que el diablo manda a uno de sus súbditos llamado Pitch, el cual hará lo posible por arruinar la navidad. Una historia original, pero muy poco llamativa, por momentos incluso llega a ser bizarra. Diálogos realmente aburridos e infantiles. Actuaciones muy bajas, ninguno logra destacar. Lo de los personajes es algo mixto, la mayoría son malos, pero al menos fiel a la navidad esta Santa y por otro lado es interesante incluir un demonio, sin embargo no lo hacen de la mejor manera. Efectos visuales muy malos. En cuanto al audio se hace insoportable el hecho de tener un narrador que lo haga de tan mala manera. De ritmo es muy lenta, es realmente pesada ya que no tiene sentido alguno. Soundtrack fiel a lo que es la navidad, de esta misma manera también se rescata el ambiente que es el correcto. El desarrollo es muy malo y el final es igual, además de ser completamente predecible.

Mi puntuación para ¨Santa Claus¨ es 2 de 10 posibles, es demasiado lenta, una historia sin mucho sentido y a pesar de que se estreno hace más de 50 años no es excusa, ya que hay películas de la misma fecha e incluso más antiguas que están mucho mejor elaboradas y que hoy son leyendas, esta película pasa a ser de ¨culto¨ quizás, ya que igual tiene varios momentos graciosos y bizarros, siendo que es un producto claramente hecho para niños. No recomendada.

Tabo.

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Mítico subproducto mexicano que suele estar en las cribas de las mejores pelis malas de la historia, lo que le ha dado el estatus de película de culto. Y eso que está protagonizado por un buen actor: el papel de Papá Noel está interpretado por el celebrado José Elías, que se haría especialmente popular en el mundo hispano por el celebrado gag que hizo junto a Cantinflas en “El padrecito” (1964), en que Don Mario no paraba de darle los nombres botánicos más enrevesados cuando simplemente se llamaba Don Silvestre. Junto a él, el – ahora caído en desgracia - príncipe del alarido: el pequeño Cesáreo Quezada “Pulgarcito”, y como adversario, el cómico Jose Luis Aguirre “Trotsky”.

Para empezar, la película es, como lo diría, algo lisérgica: Elías está en un palacio decorado de puro blanco y rojo ante un órgano donde examina su fábrica de juguetes donde unos niños (conque explotación laboral infantil, ¿Eh, Sr. Claus? Espere que avise yo a los de Unicef). supuestamente te todas partes del mundo cantan canciones tradicionales de su tierra. Parece el Eurojunior ese pasado por las manos de un dadaísta chiflado. Y así pasan 10 tediosos minutos. Yo creo los guionistas respiraron demasiada de esa neblina y nieve carbónica que se ve en el set.

El guion está lleno de tópicos sobre lo triste y alegre que es la Navidad según para quiénes; las actuaciones son descacharrantemente terribles, en especial la de Trotsky -
¿Dónde está Pinhead cuando lo necesitas? – que logra poner nervioso al más paciente de los espectadores. Algunos gadgets de los que dispone Papá Noel son cutres pero originales…

Es una película que me provoca sentimientos encontrados: los momentos con Elías, Pulgarcito, y los pequeños intérpretes que hacen de niña española (que habla castellano neutro) y de niño japonés (que habla de verdad en japonés) tienen “eso” que hace que alguna pelis malas sean una experiencia divertida: van sobreactuados y están en un set lleno de aparatos raros (a destacar el ordenador con sugestiva boca y una nariz fálica. O estoy enfermo o esta peli inspiró a Kubrick la estética de “La naranja mecánica”. Por cierto, me esperaba peores FX; hay escenas que me han parecido bastante correctas en este sentido). Te ríes un buen rato. Pero las escenas con los niños que no ven cumplidos sus deseos tienen demasiado pathos y buscan descaradamente la lágrima fácil. Y encima está esa incordiante actuación de Trotsky como demonio. Quiere ser un malo divertido pero se queda muy lejos de ello. No sé de quién será la culpa, pero se lucieron. ¡Y encima están esas terribles escenas musicales!

He sopesado suspenderla, pero mi frikismo me obliga a darle el beneficio de la duda. Sin evaluar: tiene momentos delirantemente bizarros (a destacar el narrador omnisciente, que parece un tanto mariposón) y debo destacar lo malo pero divertido (ese intento final de Precio el diablo es de lol...) sobre lo malo sin posibilidad de redención. Como siempre digo: véase con alguien con quien cachondearse y con aperitivos y muchas cervezas, especialmente si no tenéis nada mejor que hacer en Nochebuena.

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