¿Acabo de ver una especie de antepasado del exitoso manga/anime/peli Death Note? Puede.

Pequeño clásico de la serie B, de producción independiente y distribuida – cómo no – por United Artists; muy reivindicado sobretodo gracias a que estando en dominio público ha llegado a públicos amplísimos. Protagonizado por dos destacadísimos intérpretes, Richard Boone, superestrella televisiva, por un lado (debo añadir que su actuación es magistral en mi opinión); el austríaco Theodore Bikel, superestrella teatral y musical, por otro, ambos muestran una gran química y acaparan la atención del espectador. Entre bambalinas, el gran Jack Pierce a cargo del maquillaje, dos nominados al Oscar en música y montaje (Gerald Fried, músico de confianza del Kubrick primerizo, y Frank Sullivan, que destacó mucho en varias grandes producciones en los 30 y los 40). Y, claro: tiene que decirse; es la película que lanzó a la fama al director y productor de origen franco-italo-sueco Al Band, mito de las pelis de bajo presupuesto que dirigió otros pequeños clásicos de nuestros géneros favoritos, y patriarca del clan Band: Albert, sus retoños Charles (junto al que formó la mítica Empire) y Richard y sus nietos Alex, Taryn, Harlan y Zalman. Gran familia que ha hecho de todo en lo que va desde producciones de la serie A a la Z.

Con un extravagante argumento con varios giros que parece que pretende dar la vuelta al concepto clásico de asesino en serie, un guion tenso e interesante y una muy buena realización llevada a cabo por los veteranos técnicos ya nombrados, es una película de terror y suspense sobrenatural sencilla, inquietante y muy entretenida. Una de las grandes películas de ese 1958 en lo que se refiere a la temática de nuestra base de datos.

Así que si queréis serie BBB de la Buena, Bonita y Barata, aquí tenéis un ejemplo antológico. Gratísima sorpresa.

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