Comedia de suspense con un reparto y un equipo de campanillas dirigido por el polifacético Richard Quine.
Una Kim Novak cómicamente confundida protagoniza la acción como una chica de Chicago que se gana la vida como patrona en Londres y es sospechosa de haber asesinado a su marido. Un compatriota, el graciosillo y ligón Sr. Gridley, del Cuerpo Diplomático, interpretado por Jack Lemmon, va descubriendo el por qué de su carácter huidizo. Sus reacciones conforme evoluciona el caso son hilarantemente impagables. Fred Astaire interpreta sin menos sentido del humor al Embajador americano, jefe de Gridley, tipo sagaz y sarcástico. También destacan otros especialistas en comedia, como el británico Lionel Jeffries, la veterana Estelle Winwood como una simpática pero deslenguada anciana inválida y el experto en villanos y personajes cómicos Henry Daniell como un misterioso personaje.
El guion es de Blake Edwards y Larry Gelbart, dos cracks de la comedia, que basan la acción en diálogos con bastante chispa y una clara parodia de la acción ¨hitchcockiana¨, todo ello con un buen argumento de suspense que culmina en un delirante e hilarante clímax en la mejor tradición del viejo slapstick.
A nivel técnico destaca una tenue fotografía en blanco y negro que contrasta con el tono cómico de la segunda parte de la película, y una alegre banda sonora del prestigioso George Duning.
Una gratísima parodia del cine de suspense que además cuenta con una buena trama y que se basa en un hilarante guion, unas interpretaciones excelentes y un gran trabajo como director de Quine. Los fans de Blake Edwards, sea como director, que no es el caso, o como guionista no se la deben perder.
Críticas: 2
Miguel Arkangel
7
Blake Edwards escribió el guion de esta simpática comedia, en realidad una divertida parodia del género de suspenso (un guiño paródico a las películas de Hitchcock). Jack Lemmon es Gridley, un joven diplomático de la embajada de Estados Unidos en Londres, que un buen día le alquila parte de la casa a la bella Carly Hardwicke (la encantadora Kim Novak) y rápidamente comienza a enamorarse. Gridley no sabe que mucha gente piensa que su rubia casera asesinó a su marido. Y entonces comienzan las complicaciones cómicas.
Dirige Richard Quine, quien debió recortar el metraje (le sobran minutos), pero la ingenuidad de Lemmon, la picardía y belleza de Novak (atención a la escena de ella en la bañera, muy atrevida en ese momento) y un tercio final jocoso (con alguna escena memorable como la de los ancianos en sus cochecitos viendo un concierto), te aseguran pasar un buen momento.
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