Ya hemos llegado al final de este viaje de depravación y decadencia moral, un tercer y último capítulo, con un ritmo más frenético, dos líneas protagónicas y un relato redentor.
Tras una segunda entrega algo independiente, llega el final de esta historia que comenzó en ¨el año de nuestro señor 1974¨, pues en la línea; una gran calidad en todos los sentidos, al cambiar de director en cada pieza se nota una diferencia que incluso enriquece el conjunto, en esta parte se aprecia un afán de crear escenas siniestras e inquietantes, se juega mucho más con la iluminación y la música (una gran B.S.O, por cierto) y quizá sea cierto que sea algo más efectista; que no quiero decir que la dirección y las actuaciones no consigan su cometido, ya que los actores están muy intensos y logran hacerte sentir rabia y amargura por la injusta situación, cuenta una crónica horrible, desde el comienzo del relato la oscuridad se apropia de él, pero deja un haz de luz al final para la esperanza, gracias al único personaje que une las tres partes y consigue que empasten como una sola (el interpretado, como no, por el gran Robert Sheehan).

Pues eso, un producto realmente cuidado, con enormes actuaciones, que es de sobresaliente, pero del que no puedo negar el hecho de que las primeras entregas fueran algo dispersas en ocasiones y que el género me es algo indigesto, sin embargo, muy recomendable.

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