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Dicen que los pelirrojos traen mala suerte. A los capitanes de barco de la antigüedad no les gustaba llevar uno a bordo, y en la Edad Media se consideraba que los pelirrojos, y los zurdos, estaban marcados por el Diablo.

Así que es obvio que los pelirrojos pueden estar cabreados con la sociedad, deseosos de una catarsis. Esa es la premisa de este film, con el que debuta Romain Gavras (hijo de Costa), técnicamente muy buena, con una trama bastante bizarra, con un psiquiatra y un joven, ambos pelirrojos, que deciden sacar todo su odio contra el mundo, corriendo toda serie de aventuras extrañas y surrealistas, intentan una orgía con tres chicas adolescentes frente a una niña gorda y graciosa; hay un tipo orinando a una pareja en un jacuzzi; y, sin duda la escena más delirante, un grupo de hombres, de una misma familia, es obligada a besarse apasionadamente a las puertas de una iglesia.

Por ocasiones extraña, por ocasiones bizarra, otras veces surrealista, es un film original, de dos tipos marginales hermanados contra el mundo, de su soledad, de su ira, de sus miedos.

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