Aunque para muchos pase desapercibido, la Wo Shing Wo es la sociedad más antigua y extendida de las Tríadas de la que se tiene registros en China, un grupo mafioso fundado allá por 1.930 en Sham Shui Po, en las profundidades de Hong Kong.

Sus actividades de secuestro, tráfico de drogas, prostitución, inmigración ilegal y asesinato llegan a muchos rincones de nuestro planeta, y su jefe (Cabeza de Dragón) es elegido cada dos años. Todas ellas incómodas realidades convertidas en material de ficción para ¨Election¨, con el que Johnnie To, quien lograría un arrollador éxito de taquilla además de ser aclamado en numerosos festivales, radiografiaría con extrema precisión y simplicidad las turbias maquinaciones y batallas internas que se desarrollan en el seno de una familia de las Tríadas por el poder.
Antes de ejercer de productor para el cineasta Law Wing-Cheong en ¨2 Become 1¨, To regresaría para completar las aventuras de los miembros de esa sociedad de traiciones, engaños y muertes extraída de la historia de la Wo Shing Wo, a la que rebautizaría como Wo Luen Shing. No podía ser más clara la intención del director con ese prólogo que con toda solemnidad profundiza en la historia y nos muestra las sagradas tradiciones de la Sociedad, creada en una época de sangre y conflicto, como producto de los desastres de la guerra.

Pronto nos trasladamos a la actualidad para ver los cambios sucedidos desde la última vez que estuvimos junto a los miembros de la familia; el mandato de Lok termina y otro presidente ha de ser designado, lo que hace que los ancianos ex-líderes fijen su atención en Jimmy, transformado en un empresario cuyos negocio quiere mantener lejos de las manos de la mafia. Así, Yip Tin-Shing y Yau Nai-Hoi vuelven sobre las claves en las que se apoyaba ¨Election¨ presentando un nuevo mandato y una nueva disputa, lo cual deja al descubierto los odios, recelos y codicia que soterrados se hallan bajo la hipocresía de los que dicen defender el honor, la unión, y el respeto a la tradición.
En efecto se siguen los mismos esquemas de la anterior, hallando ciertos personajes y situaciones su más directo reflejo (Kun adopta las maneras del desaparecido ¨Big D¨, y en un momento dado se repite el final de la primera parte, esta vez con Lok y Kun), lo que pone en riesgo el impacto sobre el espectador. Pero To se sirve de su ingenio para filmar estas mismas pautas desde un enfoque ligeramente distinto, empezando por la duda de cuatro posibles candidaturas, dos reales (la de Jimmy, que lo desea para expandir sus negocios, y la de Lok, que plantea ser reelegido rompiendo las normas de la Sociedad) y dos falsas (la de Kun, transformado con el tiempo en un segundo ¨Big D¨, y la de Jet, ambos manipulados por las artimañas de Lok).

Además el guión no se centra en exclusiva en las luchas internas, sino que de la historia principal surgirán pequeñas subtramas con las cuales se profundiza en las relaciones íntimas de algunos miembros (Jimmy, ¨Big Head¨) e incluso en los problemas familiares, observando ese inminente desastre padre-hijo entre Lok y Denny desde la triste herencia en la joven generación de las mismas formas y patrones de conducta que imperan en las Tríadas (sirviendo de ejemplo ese encuentro en la cafetería con esos ¨punkies¨ que se pretenden auténticos gángsters). Del mismo modo el papel de la policía, contrariamente a como antes sucedía, se reduce en esta ocasión hasta resultar casi invisible.
Pero sin duda una de las grandes bazas de la película no será el volver a asistir a esas encarnizadas batallas en las que se quebrarán los huesos y cercenarán los miembros a base de patadas, golpes con instrumentos varios, apuñalamientos y puñetazos (sin dispararse una sola arma de fuego) hasta que los cadáveres se amontonen, sino la concreta evolución del personaje de Jimmy, quien pasará de ser un paciente hombre de negocios a un terrible asesino, ejemplificándose mejor que nunca cómo la ambición es capaz de aprovecharse de la debilidad humana e influir en los sentimientos y las decisiones.

Detalles de argumento que también vendrán a poner de manifiesto el empeño del cineasta por entretejer una atmósfera de pliegues mucho más sombríos, ásperos, oscuros e incluso enfermizos, profundizando en la presencia de la maldad y la violencia como maestros de ceremonias (sirvan de muestra las desgarradoras e indigestas secuencias en esa especie de cárcel con los perros de por medio) y aumentando la sensación de desasosiego y el impacto del drama psicológico por encima del físico. Las tonalidades son más densas y hasta los matices musicales, esta vez a cargo de Robert Ellis-Geiger, se adivinan más amargos.
Esto justifica el que To, al unísino con la fotografía de Cheng Siu-Keung, se decante en muchas ocasiones por utilizar un registro más dado al ¨neo-noir¨ que a los secos trazos del nervudo ¨thriller¨ que gobernaban en la primera entrega (las secuencias nocturnas en restaurantes y clubs exudan por todos sus poros la esencia del más puro cine negro). Entre tanto podemos seguir disfrutando de las interpretaciones de Lam Ka-Tung, Nick Cheung, Wong Tin-Lam, Lam Suet, Louis Koo, cuya transformación nos revelará la gran versatilidad que posee el actor, y ese Simon Yam aún más inquietante por las aterradoras líneas que es capaz de mostrar con sus expresiones.

Un significtivo desenlace que afirma que las tradiciones criminales deben quedar enterradas aun siendo imposible escapar a sus influencias, viene a poner el punto final perfecto (dada la premisa podríamos esperar infinitas secuelas...) a una obra que en conjunto se convierte en un fascinante díptico de 192 minutos sobre la honestidad, la debilidad y la perdición en el entorno más implacable y estoico que pueda existir: el de la mafia.
Nuevo éxito para el director en su país y a nivel internacional. Sin lugar a dudas estamos ante uno de los títulos imprescindibles del cine de criminales.

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