Con un comienzo narrado espectacular y tenebroso en cuanto a los buenos y malvados personajes de los cuentos infantiles en un ¨carrousel¨, pasando a un paisaje fantasmal tétrico, se da pie a una historia contemporánea no menos impactante.
En un ámbito escolar que parece seguro, un niño bastante travieso llamado Lucio, no logra soportar mantener guardado el secreto de una compañerita, quien le confió que no le cuente a nadie que un hombre mayor (mediante el engaño de regalarle golosinas) ha de tener una cita con ella. El destino de la niña es trágico y la mente del inocente protagonista comienza a perturbarse, pero le hace frente a esto. En el acto más importante de esta historia, pasado bastante tiempo, el niño hace una nueva amistad con otra niña que pronto le confiesa que un hombre le obsequia tizas de colores.
Tras la desaparición de la niña, Lucio es expulsado de la escuela, su padre (un policía que se siente fracasado y al borde del retiro) lo castiga. Al niño y no le queda otro remedio que actuar por su cuenta: seguir las pistas del sátiro hasta su propio escondite en unos arrabales. El final sorprende por la violencia que sufren el niño y la niña en la madriguera del lascivo delincuente, escenas muy fuertes para la época, que incluso sorprenden en una mirada retrospectiva.
Este film basado en un cuento, impacta sobremanera sabiendo que el malvado no es ni una ni otra cosa que un cruel pederasta.

Excelente montaje y fotografía que atrapa y encierra aún más la cruda historia, compaginada muy bien musicalmente.
Buena actuación del niño (Néstor Zavarce) y la secuencia del sueño es tan impresionante como la del inicio del film.
Sin exagerar, una de las mejores películas de suspenso del cine argentino.

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