La película que dio fama mundial a dos hombres, uno real y otro de ficción. El real era Hayao Miyazaki, que empezaba su carrera cinematográfica tras una magnífica carrera televisiva. El de ficción, Arsène Lupin III, la creación del mangaka Monkey Punch, hacía su tercera aparición en el cine (un cortometraje en 1969 y un largometraje en 1978) de los casi 40 films – que suman y siguen - protagonizados por él (la mayoría telefilms y OVAs, eso sí): el nieto del encantador ladrón francés que creó Maurice Leblanc, permanentemente perseguido por el desastrado inspector Zenigata, empezó como un rudo criminal cuya contagiosa alegría de vivir y combinación entre inteligencia privilegiada y estupidez supina se ganó al público nipón de todas las edades, haciendo que pasara de simpático villano que no dudaba en asesinar a los que se metían en sus asuntos a antihéroe de buen corazón que, secundado por sus amigos Jigen, Goemon y su rival-amiga-amante muy ocasional Fujiko Mine, a veces incluso ayuda a personas en problemas con delincuentes mucho peores (corruptos, dictadores, traficantes, mafiosos, terroristas…).

El guion corre a cargo de Miyazaki y Haruya Yamazaki (Capitán Harlock, Cobra) y cuenta el intento de Lupin y Jigen de robar el botín de unos falsificadores radicados en el Ducado de Cagliostro. Lupin se reencuentra allí con cierto personaje de su pasado que le motiva además a intentar derrocar al tirano que usurpó el trono del país.

Miyazaki ya había dirigido la primera temporada del anime de Lupin III en la Mushi de Osamu Tezuka, por lo que conocía el personaje y sus características a la perfección. De hecho se puede considerar que fue él el que le dio la personalidad y el tono por los que el personaje es conocido universalmente (el manga de Monkey Punch es más sobrio, con muchas influencias de Harvey Kurtzman de la revista Mad), así que simplemente aplica y mejora gracias a la subida de presupuesto todos los trucos aprendidos desde entonces, resultando en una animación de una calidad exquisita, en contraposición a la animación limitada basada en la de la tele americana que era ya marca de la casa en Japón y con la que gente como Shingo Araki u Osamu Dezaki había conseguido unos formidables efectos dramáticos. Las escenas de acción son rápidas, furiosas y cargadísimas de gags. Siendo Lupin III básicamente un manga cómico, es de cajón, pero hay que decir que aquí los chistes no tienen el toque de surrealismo del material original o, sobretodo, el anime televisivo. También queda muy rebajado el fanservice a costa de la simpar Fujiko Mine, pasando a ser aquí una chica mucho más centrada en la pura acción que en usar su colosal sex-appeal (a Miyazaki no le va el humor verde: nadie es perfecto). Lo que se mantiene intacto es su astucia.
A nivel estético, Miyazaki da rienda suelta a su fascinación por la cultura europea – o eso he leído en libros sobre él -, ofreciendo una estética que combina lo contemporáneo con su amor por el steampunk y una escenografía barroca.
La banda sonora, muy setentera, encaja bien en la película.

Una de las primeras grandes obras maestras del anime cinematográfico, es imprescindible para todo fan del cine de animación: aventuras desenfadadas en animación 100 % tradicional de altísima calidad, todo un festín para los sentidos. Dicho esto, a nivel personal y como defecto, quiero señalar que echo en falta ese humor más gamberrote del manga y el anime televisivo, pero no es que desmerezca mucho el conjunto.

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Altamente recomendable, entretenida a mas no poder,y la musica que deleite, peli sin dudar para tener en coleccion.

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