Otra película más de monstruos gigantes de los años 50, la década dorada de este tipo de films. Pero no todas estuvieron a la misma altura, y ésta no está ni entre las mejores ni es de las peores, digamos que se queda en un punto medio.
Por lo demás es lo típico de siempre : El monstruo radioactivo de turno surgido de las profundidades, esta vez con forma entremezclada de dinosaurio y dragón.
Pero antes de que aparezca el monstruo de marras (que tarda lo suyo en aparecer), hay que aguantar una interminable charla científica, que se hace bastante pesada. A esto hay que sumar unas actuaciones un tanto mediocres, aunque al menos los efectos especiales son muy aceptables, al menos para su época.
Lo mejor es sin duda el desmadrado clímax final (cuando el monstruo desata su furia), que aunque sea algo típico es bastante acertado, incluso espectadular y todo. No hay más a destacar.
Reservada para fans y/o completistas de monstruos gigantes de los 50. El resto le podéis dar una oportunidad, pero no os hagáis muchas ilusiones.
Puntuación : 5`5.

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Tardía respuesta británica a El monstruo de tiempos remotos con el mismo director que ésta, Eugène Lourié (también guionista y diseñador de producción), compartiendo silla con Douglas Hickox, un especialista de la serie B británica que sale bastante en esta base de datos y un equipo de lujo en los FX: Willis O’brien (con su ayudante Pete Peterson), el trío Block-Rabin-LeWitt y el miniaturista/animador Phil Kellison. A falta de Harryhausen, contrataron a su maestro y a sus rivales.

Protagonizan una leyenda de los westerns de serie B, Gene Evans, y el habitual de la Hammer Andre Morell, que ese 1959 tuvo un año que cualquier actor soñaría: hizo de profesor Quatermass en la serie televisiva de culto Quatermass and The Pit (que no tuvo versión cinematográfica hasta 1967, y sin él como protagonista), realizó esta película, fue un más que digno Dr. Watson en El perro de los Baskerville y acabó el año obteniendo un papel relevante en la épica y multioscarizada Ben-Hur. También destaca un prestigioso actor de teatro que destacó sobremanera a partir de esa época como actor de carácter: el irlandés Jack MacGowran.

Esta vez tenemos un monstruo que ataca Londres entrando por la idílica Cornualles. Se ve que en ese tiempo se puso de moda que primos de Godzilla atacaran Inglaterra, aparte de EE.UU o Japón (y, bueno, vale, Dinamarca también…) en la que algunos consideran la película de monstruos gigantes más genuinamente terrorífica de esos tiempos (hay personal Hammer de por medio, y se nota). En todo momento vemos que la realización de la película está por encima de la mayoría de productos de serie B de la época. Sin embargo – esencialmente por el bajo presupuesto - las escenas con el monstruo, a pesar de bien hechas, no llegan a la altura de las de su primo de los Tiempos Remotos (el guion también es más simple que aquella: Lourié no es Ray Bradbury ni de lejos). Son bastante resultonas, eso sí, y la película en si es mu, pero que muy entretenida. Uno de los matices que hacen que esta peli gane en el factor entretenimiento es que el monstruo no es una criatura confundida y digna de compasión, enamorada de un faro, sino un dinosaurio radiactivo hijoputa y sediento de sangre sin motivo aparente, como Godzilla en sus inicios.

En resumidas cuentas: Recomendada a los fans del kaiju eiga. La puntúo igual que su predecesora: peores FX (eh, que es Harryhausen) y además no está ahí Lee Van Cleef para salvar el mundo de la amenaza (ningún monstruo le sopla a Lee Van Cleef) pero esta peli tiene más ritmo e incluso diría que es más entretenida, si bien no mejor que “El Monstruo de tiempos remotos”. La del 53 es mejor película en casi todos los aspectos, la del 59 más entretenida, tétrica y tiene mejor fotografía e incluso me atrevería a decir que mejor reparto y actuaciones, pero es mucho menos original. Les doy empate técnico, pero, repito, prefiero “El monstruo de tiempos remotos”.

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