René Clément nos presenta la primera versión de ¨El talento de Mr. Ripley¨ de Patricia Highsmith con un trio protagonista de lujo y una retahíla de nombres que serían célebres en el equipo técnico (Nino Rota a cargo de la banda sonora, Maurice Binder como diseñador de los créditos). En la película se pasan por alto muchos de los elementos más escandalosos para la época - la ambigua sexualidad de Tom Ripley - y farragosos - el largo inicio - del material original, que de por si es excelente. Con el beneplácito de Highsmith (que deseaba con toda su alma a Delon como prota) Clément pudo trabajar con total libertad y muchos recursos, y modelar el relato a su manera, que de eso se trata cuando se adapta literatura al cine.

Así, la peli se inicia con Ripley (Alain Delon) y Greenleaf (Maurice Ronet) como adorables granujas en Roma antes de que todo se tuerza por la intervención de Marge (Marie Lafôret), bellísima mujer y persona, mientras vemos la disipada vida de los millonarios de Mongibello. Todo esto en pocos minutos. Clément hace una rapidísma puesta en escena y nos ofrece suspense a tope, añadiendo detalles que no estaban en la novela: un juego del gato y el ratón entre el pijo listorro Greenleaf (Ronet crea a una versión mucho más inteligente e infinitamente más enloquecida del personaje de la novela) y el sociópata Ripley (Delon crea un Ripley mucho más malvado y antipático que el de novela. Con este último es fácil identificarse. El de Delon es una criatura infernal) y una relación sentimental entre Tom Ripley y Marge (el personaje más fiel a la novela. En la peli es más guapa y simpática) que añade tensión a la trama. Hay más detalles, pero ya estaría espoilenado a tope y además no puedo juzgar las actuaciones con tino, ya que la he visto doblada. El doblaje es excelente, cabe decir (Manuel Cano, Arseni Corsellas, Maria Lluïsa Solà, José Luis Sansalvador, Rosa Guiñón, Josep Maria Angelat... Grandes de la locución, de esos que a veces mejoran el original).

Lo más destacado técnicamente de la peli, dirección y guion de Clément aparte, es la fotografía, a cargo del importante Jack Rabier: colorista, con una gran habilidad en las escenas de paisajes y abundantes primeros planos, encandiló a la misma Patricia Highsmith.

Hecha con maestría y realmente apasionante, no tiene desperdicio alguno y se disfruta mucho, y quizá aún más si no se ha leído la brillantísima novela original. Puede ser una inmejorable puesta en contacto con esta autora, junto a ¨Extraños en un tren¨ de Hitchcock.

Me gusta (1) Reportar