"Posthouse" (2025) es una película de terror que mezcla cine dentro del cine, herencia familiar y culpa. La historia gira en torno a Cyril, un montador que trabaja en publicidad y que nunca ha logrado dedicarse al cine como realmente quería. Su vida cambia cuando encuentra unos viejos rollos de película: el metraje incompleto de la primera película de terror muda filipina, dirigida por su bisabuelo.
El detalle inquietante es que su padre, ya fallecido, le dejó una orden muy clara: quemar la película y no intentar restaurarla jamás. Cyril, que siempre tuvo una relación rota con él y siente que fracasó profesionalmente, decide hacer justo lo contrario. Quiere terminar lo que su padre no pudo.
Para ello cuenta con la ayuda de su hija Rea, también interesada en el montaje, y juntos empiezan a reconstruir la película. Lo que al principio parece un proyecto creativo acaba convirtiéndose en una obsesión peligrosa. Cyril cambia, se vuelve agresivo, paranoico y cada vez más inestable. Algo, ligado a la película, parece despertarse.
El pasado oscuro que lo explica todo
A medida que avanza la historia, Rea investiga el origen del film y descubre que la actriz protagonista acabó internada en un psiquiátrico tras el rodaje, acusando al director de haberla destrozado la vida y maldiciendo a toda su familia.
Al mismo tiempo, salen a la luz los traumas de Cyril: un padre violento, una madre asesinada y una infancia marcada por el miedo. Su padre, obsesionado también con la película, terminó convertido en un monstruo tanto en sentido figurado… como quizá literal.
La figura del manananggal, una criatura del folclore filipino, empieza a aparecer de forma cada vez más real. Mueren varias personas cercanas a Cyril y la línea entre lo sobrenatural y la locura se vuelve difusa.
Final explicado de Posthouse
En el clímax de la película, Rea es atacada por el supuesto manananggal. Sin embargo, cuando logra herirlo, queda claro que no es una criatura invencible. El monstruo resulta ser Cyril, disfrazado y completamente fuera de sí.
La revelación no elimina lo sobrenatural del todo. Cyril no actúa por pura maldad consciente: está poseído o dominado por una fuerza oscura ligada a la película, una entidad que se alimenta de obsesiones, frustraciones y heridas del pasado. Esa fuerza fue destruyendo a su padre, y ahora ha hecho lo mismo con él.
Antes de morir, Cyril recupera la lucidez y le suplica a Rea que haga lo que él no pudo hacer nunca: destruir la película. Romper el ciclo. Cortar la maldición, aunque eso signifique borrar una pieza clave de la historia del cine.
Rea, destrozada, pero consciente de lo ocurrido, decide quemar los rollos.
Conclusión: ¿el final de la maldición?
El cierre de Posthouse no es del todo tranquilizador. Aunque Rea quema la película, descubre que un fragmento que había grabado con su móvil se ha subido a internet. El metraje ya ha sido visto por miles de personas.
La pregunta final queda en el aire:
¿la maldición estaba en los rollos… o en el simple acto de mirar?
Posthouse sugiere que algunas historias no quieren ser rescatadas, y que hay legados que, por mucho valor cultural que tengan, pueden destruir a quienes intentan devolverlos a la vida. Un final amargo, triste y bastante inquietante, que encaja muy bien con la idea central de la película: a veces, preservar la memoria tiene un precio demasiado alto.
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