Regreso por estos lares, tras muchos meses de ausencia literaria, para afrontar la reseña de una obrita que, aun no perteneciendo al género – a no ser que consideremos la puntual aparición de una especie de estrella fugaz en los cielos del entorno en el que se desarrolla la novela, como un elemento perteneciente al mundo sobrenatural, por aquello de los augurios -, sí creo merece prestarle atención al resultar ser la segunda experiencia novelística de uno de los “nuestros”: Ramón Pinazo, por otro nombre conocido como R.P. Sephirot.

Se trata de una novela de corta extensión, apenas 140 páginas con una portada engañosa. Todo nos impulsa a pensar que estamos ante un relato típicamente medieval. Y sí que su ambientación corresponde a la época: año 1074 d.C., en una pequeña localidad de la Normandía, Villesainte, a la que llegan, procedentes de las tierras más al norte y extremas del planeta, el vikingo Van Croff y su inseparable amigo Vaughan, siendo ambos sólo adolescentes, de la mano del padre del primero. Tras su aclimatación al lugar y, tras constituirse en guerreros imprescindibles para el amo del lugar, el magnánimo conde Cristian I, en su defensa a ultranza de sus posesiones frente a las tiránicas afrentas de su propio tío, Covenant, barón de un lúgubre castillo, verán cómo el propio Van Croff deberá enfrentarse a una severa acusación de asesinato tras aparecer muerto en circunstancias penosas el principal heredero de Cristian I, su hijo mayor Cristian II. Hasta aquí, bueno, una historia medieval.

Ahora bien, todo apunta a que el principal sospechoso sea Van Croff y, a pesar de ser una persona apreciadísima en la Corte, el hecho de que todo lo incrimine, no deja lugar a dudas sobre la más que probable condena de muerte que va a caer sobre su persona. No obstante, dados los inmejorables servicios prestados al conde, éste concederá a Van Croff siete días para encontrar – si lo hubiere – al verdadero asesino de su hijo pues, de lo contrario, se verá obligado a ejecutar a Van Croff.

Esta situación revierte la lógica de lo que se esperaba del relato, convirtiendo, de este modo, la novelita en una narración de tipo policiaco, con un Van Croff en el papel de un flemático Sherlock medieval, buscando salvar su propio cuello. Tenemos ante nosotros una novela ambiciosa, de mezcla aparente de géneros, pero a la que la escasa extensión le pasa alguna factura. Pinazo acumula muchos personajes que se muestran, en su mayoría, excesivamente corales, al no alcanzar espacio ni para el desarrollo de sus características personales, ni en su adaptaciòn a los propios acontecimientos.

Sí maneja Pinazo certeramente la acción y sí alcanza una gran intensidad en la intriga, con un ritmo muy ameno, pero echo en falta una mayor profundidad en la relación entre los personajes, que quedan obligadamente algo desdibujados. Tal vez sea el momento propicio para que Pinazo adecúe la indudable calidad de sus textos a una mayor extensión de los mismos. En cualquier caso, se las apaña perfectamente para mantener la tensión de los acontecimientos, digamos que con una acertada economía de gestos.

En definitiva, tenemos ante nosotros una novela en un formato muy accesible, con una pretensión lúdica que acierta completamente, pero que nos deja con la sensación de que Pinazo podría haber plasmado en algo más contundente.

A fe mía que lo conseguirá próximamente. Le doy un 7.