El catálogo cuenta con más de 300 títulos del género desde 2015 hasta la fecha y estas son las más valoradas
En el catálogo de terror de Netflix hay de todo: slashers de usar y tirar, cintas indonesias imposibles, muñecos malditos, fantasmas deprimidos y hasta criaturas nucleares del tamaño de un edificio. Según nuestro filtrado —películas de terror con menos de 10 años de antigüedad—,
hay un total de 325 títulos recientes que podrían entrar en cualquier maratón de miedo.
Pero incluso con esa libertad, entre tanta opción es muy fácil perderse. Por eso hemos rastreado ese catálogo actual y nos quedamos con las
10 películas de terror más valoradas por los usuarios que hoy mismo puedes ver en Netflix. Un top donde caben superproducciones millonarias, joyas asiáticas, cine de horror folclórico y la nueva mirada de autor sobre el horror clásico.
10. Vash Level 2 (2025)
El terror gujaratí se cuela en el top con “
Vash Level 2”, secuela de “
Vash” que retoma la historia de Atharva y su hija más de una década después. Doce años atrás consiguió salvarla de una fuerza oscura, pero el mal nunca se fue del todo: ahora reaparece en un entorno todavía más inquietante, una escuela para chicas donde empiezan a desatarse episodios de violencia, posesiones y caos sobrenatural.
Lo que la hace destacar dentro del catálogo es cómo mezcla terror demoníaco clásico (exorcismos, maldiciones, visiones) con un componente muy emocional: la culpa del padre, el miedo a repetir errores y esa sensación de que ciertas decisiones marcan a una familia para siempre.
Visualmente no es una superproducción, pero exprime bien sus recursos: pasillos oscuros, rituales en penumbra y una atmósfera de amenaza constante que va subiendo de intensidad hasta el tramo final.
9. Forgotten (2017)
El terror coreano llega por la puerta del thriller conspiranoico. En “
Forgotten”, un chico ve cómo su hermano desaparece durante una noche de tormenta… y regresa días después convertido en otra persona. A partir de ahí, la película se monta sobre un misterio a varias capas: una familia que no es lo que parece, recuerdos que quizá no sean suyos y un pasado que encaja como un puzle retorcido.
Más que sustos de “
buh” constantes, lo que ofrece es una tensión psicológica creciente: el protagonista empieza a dudar de todos, incluida su propia memoria, y la puesta en escena refuerza esa sensación de irrealidad con casas demasiado silenciosas, cambios de humor bruscos y pistas que nunca sabes si son reales o una trampa. Cuando las piezas encajan, el giro es duro, lógico y bastante más trágico de lo que parece al principio.
Es de esas cintas que terminan y te hacen revisar mentalmente cada escena.
8. It (Eso) (2017)
En plena fiebre por los ochenta, “
It (Eso)” se convirtió en la adaptación de
Stephen King que sí entendía por qué nos marcó su novela. El Club de los Perdedores no son simplemente “
niños contra payaso diabólico”, sino un grupo de chavales que cargan con abusos, familias rotas y la sensación de estar solos en un pueblo que mira hacia otro lado mientras la cosa que vive en las alcantarillas se alimenta del miedo.
La película funciona como historia de terror, pero también como relato de paso a la edad adulta. Pennywise se lleva las imágenes más llamativas (la alcantarilla, el proyector, el baile en la casa de los Neibolt), pero el corazón está en esos veranos que parecen interminables y en esa amistad que se forja precisamente porque el mundo adulto ha fallado.
Visualmente es impecable, con un trabajo de fotografía y diseño de producción que convierte Derry en un sitio cálido por fuera y podrido por dentro.
7. Múltiple (Split, 2016)
“
Múltiple” es
M. Night Shyamalan volviendo a sentirse cómodo en su terreno: espacios cerrados, pocos personajes y un villano que domina la pantalla. La premisa es sencilla y perturbadora: un hombre con trastorno de identidad disociativo secuestra a tres chicas y las encierra en un búnker. El problema no es solo él, sino las personalidades que viven en su cabeza… y la promesa de que algo aún peor, “La Bestia”, está a punto de llegar.
La película juega a dos bandas: thriller de secuestros con tensión física (intentos de fuga, laberintos de pasillos, puertas que se cierran justo cuando crees que se abren) y terror psicológico donde el enemigo principal es la imprevisibilidad.
James McAvoy se marca un recital cambiando de acento, postura y energía en segundos, y Shyamalan va dejando semillas que luego conectará con “
El protegido” y “
Glass”. Incluso si uno no entra en su tramo más superheroico, como cinta de terror claustrofóbico es de las más efectivas del catálogo.
6. Expediente Warren: El caso Enfield (The Conjuring 2, 2016)
El matrimonio Warren vuelve a salir de su retiro forzoso para enfrentarse a uno de sus casos más famosos: el poltergeist de Enfield. “
The Conjuring 2” traslada la acción a una casa humilde en la periferia de Londres, donde una madre sola intenta sacar adelante a sus cuatro hijos mientras algo invisible golpea paredes, mueve muebles y toma como objetivo a la hija pequeña.
James Wan afina su fórmula: sustos muy medidos, diseño de sonido brutal y un puñado de presencias que ya son iconos modernos (la monja demoniaca, el hombre torcido, el viejo en la butaca). Lo interesante es que, más allá del circo paranormal, la película se toma su tiempo en humanizar a la familia y a los propios Warren, presentándolos casi como una pareja de “
superhéroes católicos” con miedo, dudas y desgaste emocional. Eso hace que cada amenaza se sienta un poco más personal y que el clímax tenga un peso emocional más allá del típico exorcismo.
5. Agak Laen (2024)
Desde Indonesia llega “
Agak Laen”, una de esas sorpresas que mezclan humor local, cultura popular y sustos de parque de atracciones. La historia sigue a un grupo de amigos que montan una casa del terror cutre para intentar ganarse la vida. El problema es que, en plena chapuza, algo sale mal de verdad… y lo que estaba pensado para dar sustitos de mentira empieza a atraer presencias reales.
Lo que la hace tan simpática es ese equilibrio entre comedia muy física (gags de amigos que no dan pie con bola, malentendidos, improvisaciones) y terror que se cuela casi sin avisar. Entre bromas sobre supersticiones y selfies con clientes, la peli va apretando el tono hasta entrar en terreno fantasmagórico puro.
No es una cinta de miedo extremo, pero sí una de las propuestas más frescas del catálogo: habla de la precariedad, de la amistad y del negocio del miedo… mientras hace exactamente eso, asustar y hacer reír al mismo tiempo.
4. Frankenstein (2025)
Con “
Frankenstein”,
Guillermo del Toro no busca repetir la novela de
Mary Shelley plano por plano, sino recuperar su corazón trágico. La película, producida para
Netflix tras pasar por festivales, reimagina la historia de Victor Frankenstein y su Criatura como un drama gótico profundamente emocional, donde el monstruo es menos una máquina de terror y más un ser condenado a la incomprensión desde el primer aliento.
El reparto ayuda a darle peso a esa mirada:
Oscar Isaac encarna a un científico obsesionado con desafiar a la muerte, mientras Jacob Elordi aporta vulnerabilidad física y emocional a la Criatura, apoyado por una
Mia Goth que encaja como anillo al dedo en el imaginario gótico del director. Del Toro apuesta por una puesta en escena muy cuidada, con decorados casi pictóricos, uso expresivo del color y decisiones formales curiosas (como el uso de diferentes velocidades de imagen en escenas clave) para subrayar la belleza y el horror de esta relación padre-hijo imposible.
No es la típica “monster movie” de sobresalto fácil; es una tragedia romántica y nihilista que se va quedando dentro.
3. Darkness (2020)
“
Darkness” es una de esas películas que Netflix estrenó casi de tapadillo y que, sin hacer ruido, se ha ganado fama de joya oculta. Este thriller sobrenatural tamul entrelaza tres historias: un bibliotecario ciego que intenta completar un ritual para romper una maldición, un psicólogo atormentado por sus pacientes y un jugador de críquet hundido por una racha de mala suerte y llamadas telefónicas inquietantes. Poco a poco, el guion va conectando sus destinos en una red de deudas, fantasmas y culpa.
La película se toma su tiempo (más de dos horas y media) para construir atmósfera: pasillos, archivos antiguos, llamadas desde la oscuridad y una sensación constante de fatalismo. No apuesta por el susto fácil, sino por un malestar que se va acumulando. El componente de horror es claro —rituales, posesiones, espacios contaminados por el pasado—, pero siempre ligado a personajes que arrastran traumas muy humanos.
Es de esas cintas que piden paciencia y, a cambio, entregan un viaje muy particular que mezcla cine de género, noir y drama sobrenatural.
2. Un lugar tranquilo (A Quiet Place, 2018)
En “
Un lugar tranquilo”, el sonido mata. La humanidad se ha visto prácticamente extinguida por criaturas ciegas que cazan guiadas por el más mínimo ruido, y una familia intenta sobrevivir en una granja convertida en fortaleza silenciosa.
John Krasinski dirige y protagoniza junto a
Emily Blunt, construyendo una historia donde cada paso, cada susurro y cada objeto que cae al suelo se convierten en una bomba de relojería.
Lo brillante es cómo integra el terror con el drama familiar: la culpa por un acto del pasado, el embarazo en un mundo donde no se puede gritar de dolor, la adolescencia rebelde… Todo eso, en un entorno donde expresarse está prohibido. El uso del sonido (y del silencio) es ejemplar: hay set pieces que se entienden a la perfección sin una sola línea de diálogo, y la película sabe cuándo apretar los dientes y cuándo dejarnos respirar.
Es minimalista en planteamiento, pero muy eficaz en ejecución, y se ha ganado a pulso su fama de “clásico reciente” del género.
1. Godzilla Minus One (2023)
Que la película mejor valorada de este top sea “
Godzilla Minus One” dice mucho de hacia dónde ha ido el terror en los últimos años. Aquí el monstruo gigante no es solo espectáculo: es la encarnación de la culpa, del trauma de posguerra y de un país que intenta levantarse de las ruinas tras la Segunda Guerra Mundial… y se encuentra con otra catástrofe imposible. La trama sigue a un piloto kamikaze que fingió una avería para no sacrificarse y que, al regresar a un Japón devastado, se siente poco menos que un fantasma entre los vivos. Entonces aparece Godzilla, bautizado en el fuego de la bomba atómica, para arrasar lo poco que queda.
La película funciona como cinta de monstruos (las apariciones de Godzilla son brutales, con un diseño que mezcla lo clásico y lo amenazador) pero también como drama humano de supervivencia y redención. Hay escenas de terror puro —calles arrasadas, sirenas, gente corriendo sin saber dónde esconderse— y otras que son puro cine bélico y melodrama. El resultado es una obra que te deja con el estómago encogido, no solo por lo que destruye el monstruo, sino por lo que remueve en los personajes.
Y sí, verla ahora mismo en Netflix convierte el salón en una mini sala de cine… con el añadido de que aquí nadie te va a juzgar si pegas un salto en el sofá.
Carlos Teorético
#1
Las películas 3, 5, 9 y 10 no las conozco.
Reportar CitarMe tendré que poner al corriente con esas cuatro películas, tengo la sensación de que son mejores que las otras cinco que sí conozco.
Y una película de Godzilla siempre se disfruta, indudablemente, pero no la consideraría de terror.