Crítica de “La Mujer Dormida”: Un despertar con más sombras que luces

"La Mujer Dormida", dirigida por Laura Alvea, es un intento fallido de thriller psicológico que no logra despegar ni en su vertiente fantástica ni en su componente de terror. Protagonizada por Almudena Amor y Javier Rey, la película se queda a medio camino en todas sus aspiraciones.

La trama sigue a Ana, una joven enfermera que es contratada por Agustín para cuidar de su esposa en coma en una casa aislada. Desde el comienzo, la película trata de establecer una atmósfera de suspense y misterio, pero falla en mantenerla. A pesar de las interpretaciones de Amor y Rey, la química entre ellos no es suficiente para sostener una narrativa que se siente lenta y dispersa.



El guion, escrito por un equipo de cuatro personas, sufre de una evidente falta de cohesión. La historia, aunque inicialmente intrigante, se desinfla rápidamente debido a un desarrollo plano y predecible. Las escenas de terror y los elementos sobrenaturales se sienten forzados y no logran generar la tensión necesaria. Además, el uso excesivo de música para intentar crear ambiente resulta más molesto que efectivo.

La dirección de Laura Alvea es técnicamente correcta, pero carece de la innovación necesaria para destacar en el género. Aunque la fotografía es visualmente atractiva, con una iluminación y composición cuidadas, no logra compensar la falta de sustancia en la historia.


En conclusión, "La Mujer Dormida" es una película que promete más de lo que entrega. A pesar de sus elementos técnicos y las actuaciones decentes de su elenco principal, la falta de desarrollo en la trama y el ritmo lento impiden que alcance su verdadero potencial. Un esfuerzo que, aunque no molesta, deja mucho que desear y resulta una experiencia decepcionante para los aficionados al thriller y al terror.