Frases célebres de Ciudad de Dios



¿Arriesgarías la vida por una foto? ¡Olvídalo! Una foto hubiera podido cambiar mi vida, pero en la Ciudad de Dios si corres te agarran. Y si no corres, también.


No quiero ser ni bandido ni policía. - ¿Por qué? - No quiero que me disparen.


Para ser un bandido necesitas tener más que una pistola. Necesitas ideas.


Tendrás tu turno. Deja de apurar las cosas.


¿Nadie vio nada? ¡Qué extraño! Un auto choca en un bar y nadie vio nada.


Apesta tener un bandido como hermano. Tú eres quien termina pagando.


Soy bandido porque no tengo cerebro. Pero tú eres muy inteligente. Deberías de estudiar. - Voy a la escuela porque no me gusta el trabajo físico.


¿También estás pensando? No lo hagas, será tu ruina.


Mi corazón te ha elegido y sigo mi corazón.


Lo bandidos no aman, sino desean. Los bandidos no hablan sino lisonjean.


¿Crees que puedas ganar dinero trabajando? Adelante.


El sol es para todos, la playa es para quien la merece.


Yo era capaz de hacer cualquier cosa para consentirla.


Los atracos no dan dinero, se gana dinero traficando.


¿Por qué quedarte en la Ciudad de Dios donde Dios te ha abandonado?


Vender drogas es un negocio como cualquier otro. El proveedor entrega las mercancías que después se colocan en envases en el local. Se hace en una línea de montaje. Más aburrido imposible.


Si crías una serpiente te morderá.


¿Por qué ese hijo de puta no me mató? - Esperen. ¿Por qué no maté a ese hijo de puta? Volvamos.


¿Es demasiado apuesto para hablarme? Llámalo.


Eres sólo un niño. - ¿Un niño? Yo fumo. Aspiro, he matado y robado. Ya soy un hombre.


El Mujeriego descubrió que toda regla tiene excepción


Al tercer atraco, la excepción se volvió la regla.


La Favela había sido un purgatorio. Se volvió un infierno.


La meta de los dos lados pasó a ser la misma: Tomar los negocios del enemigo para tener más dinero para comprar más armas para tomar todos los negocios.


¿Saben leer? - Solo las fotos


Zé Pequeño había cometido un error. Debería haber sabido que detrás de cada vendedor hay siempre un proveedor y ellos no juegan.


Si entregara esta foto del bandido, conseguiría trabajo. Esta me hará famoso, aparecerá en alguna portada. No tendré qué preocuparme por Zé pequeño. ¿Pero la policía?


No creo que las periodistas sepan coger.


Olvidé decirles que mi nombre ya no es Cohete. Ahora soy Wilson Rodrigues. Fotógrafo.


¡Ni Dadinho ni leches, ahora me llamo Zé Pequeño, gilipollas!