En la película se matan a un total de 180 personajes.

El papel de Django se escribió pensando en el actor (actualmente productor de gran prestigio) Mark Damon.

Por la violencia que para la época tenía, no se estreno en el Reino Unido hasta 1993.

Django se llama así por el célebre músico de jazz belga Django Reinhardt, que tenía una mano incapacitada, al igual que al final de la película, Django tiene las dos.

La actuación de Eduardo Fajardo como Jackson fue tan memorable que en 2012 se le dedicó la primera estrella del recientemente inaugurado Paseo de la Fama de Almería. El anciano actor (a punto de cumplir 94 años en el momento de escribir esto) ha seguido adelante con su carrera a pesar de quedar postrado en una silla de ruedas, dirigiendo una compañía teatral para actores discapacitados.

Al año siguiente de estrenarse la película, Douglas Fairbanks y Mary Pickford visitaron Moscú por cortesía de Amkino, compañía que hacía de puente entre Hollywood y la URSS. Fairbanks y Pickford quedaron fascinados por el producto y lo promocionaron mucho en los EE.UU., incluso llegando pedirle a Einsestein que visitara Hollywood en plan profesor de lecciones magistrales.

Otro fervente admirador de la película fue el pintor neo-expresionista irlandés Francis Bacon, cuya fascinación por el infame fotograma de la mujer con gafas a la que han disparado en el ojo mientras grita fue un factor catalizador imprescindible en su espeluznante obra.

Joseph Goebbels adoraba esta película, de la que decía que tenía tal poder de convicción que “cualquier apolítico podría convertirse en bolchevique después de ver la película�, no la prohibió (aunque los miembros de las SS sí que tenían prohibido ir a verla) y jugueteó con la idea de hacer algo parecido.
Al enterarse Eisenstein de lo que pensaba Goebbels y de sus intenciones de hacer, digamos, una versión nazi, totalmente indignado, le escribió una carta diciéndole que lo que los nazis llamaban “realismo� nada tenía que ver con las concepciones universales de realismo o verdad.

La película favorita de gente tan variopinta Charles Chaplin, Billy Wilder, Orson Welles, Michael Mann o Paul Grengrass.

La película tuvo solo un éxito relativo debido a que por las mismas fechas se estrenó en la URSS el estupendo “Robin Hood� de Douglas Fairbanks. Aunque por poca diferencia, la superproducción de la United Artists ganó en taquillaje.

La bandera roja fue coloreada a mano por el mismo Sergei Eisenstein. Cuentan que en el estreno la audiencia se puso eufórica al ver el truco.

Los interiores del Potemkin se rodaron en un segundo barco: el crucero Komintern.

La escena de las escaleras de Odessa no estaba en el guion original y se fue gestando durante el rodaje.

El Potemkin fue desguazado y vendido como chatarra en 1923, por lo que el barco que vemos en la película es otro viejo acorazado (de hecho más antiguo que el Potemkin), el Dvenadstat Apostolov (Doce Apóstoles), que se usaba como almacén en Sevastopol.

Por tal de que luciera bien teñida de rojo, la bandera que arría el Potemkin era blanca, irónicamente el color zarista. Si se hubiera arriado una verdadera bandera roja, hubiera lucido negra como el carbón en el metraje.

Falconetti solicitó ser maquillada y hacer toda película con el pelo largo. Dreyer no le hizo ni caso, para bien de la película y para mal de la pobre actriz.

La película estuvo prohibida en el Reino Unido por sacar a sus soldados como malos y feos (una manera simple de decirlo, pero así fue).

Ya que se cumplen 40 años del estreno de “Grease�, la Juana de Falconetti tiene algo en común con la Sandy de Olivia Newton-John: la actriz australiana interpretó a su Sandy de 17-18 años con 35 años, y la francesa interpretó con 36 a la mártir de 19.

Pese a las excelentes críticas en todo el mundo, la película, al igual que “Napoleón� fue un pufazo en taquilla hasta el punto de que la Societé Générale canceló unilateralmente su contrato con Dreyer, que, furioso, acusó a la productora de ceder a presiones eclesiásticas y los demandó. Hasta 1931, que salió el fallo judicial, Dreyer no trabajó en ninguna película.

Dreyer había dejado el máster original de la película en custodia de la UFA, pero un incendio en el estudio alemán lo destruyó (así y todo, quedaban unas pocas copias circulando). Inasequible al desaliento, Dreyer montó otro máster con material sobrante para que se pudieran realizar más copias, pero el laboratorio donde estaba también se quemó.
En 1933 se lanzó una versión sonorizada en inglés sin intertítulos y con una narración del locutor de radio David Ross.
En 1951, Joseph-Marie Lo Duca de “Cahiers de Cinema� encontró en los archivos de la Gaumont una copia del máster alternativo de Dreyer que culminó en el re-estreno de la película. Dreyer objetó, quizá con la esperanza de que una de las copias de su montaje original apareciera.
Y apareció. En 1981 se encontró una copia en excelente estado en el armario del conserje de un manicomio noruego. Una versión sin cortes eclesiásticos que al parecer había traído un sacerdote que visitaba hospitales pasando pelis a los internos. Restaurada y conservada en el Instituto Noruego del Cine, es la versión que llega actualmente al público general.

Que un danés protestante dirigiera una película sobre la heroína nacional francesa y católica cayó muy mal entre la extrema derecha gala, que intentó dar mala publicidad a la película e incluso un tímido intento de boicot que hizo que la película se acabara estrenando en Dinamarca antes que en Francia. Gran parte de este boicot se basaba en un falso rumor: que la película era protagonizada por Lillian Gish (¡y eso que ya llevaba semanas estranada!). Parece que las cosas se calmaron cuando se supo que la protagonista era Falconetti.
Pero antes del estreno, el Arzobispado de París (quién si no) objetó a varias escenas de la película y la hizo cortar, con la consiguiente rabieta de Dreyer, que no podía hacer nada por impedirlo.

A Maria Falconetti (uno de los muchos nombres que se le da a la actriz realmente llamada Renée Jeanne Falconetti) siempre le pareció que la película y su actuación estaban muy sobrevaloradas.
Falconetti solo hizo una película anteriormente a esta, y jamás abandonó su condición de actriz de comedia teatral.

La Société Générale des Films, una productora francesa poco conocida pero mítica por sus faraónicos proyectos como este o el “Napoleón� de Abel Gance, invitó a Dreyer a Francia y lo contrató por dos películas.
La primera debía ser sobre una mujer importante en la historia de Francia, y se le dio a elegir entre María Antonieta, Juana de Arco y Catalina de Médicis. Dreyer, al que le daba igual el tema, lo decidió jugando a la paja más larga con unas cerillas.

Dreyer tiranizó a Falconetti, obligándola a posar siempre con expresión lo más neutral posible para que sus emociones reales asomaran. Rodaba una y otra vez, y después entre él y la misma Falconetti escogían los mejores planos de cada secuencia en la fase de montaje.

La mayor parte del presupuesto se fue en el carísimo set principal: un castillo octogonal entero con sus habitaciones para rodar cada escena construido de cero que incluía un villorrio, una plaza, una catedral y un puente levadizo funcional.
Fueron diseñados por Hermann Warm (¨El gabinete del Dr. Caligari¨) y el pintor Jean Hugo en un estilo entre medievalista y expresionista, y fue pintado de rosa porque reflejaba mejor la luz que el blanco.
Por desgracia, siempre se consideró un desastre económico al basarse Dreyer en primeros planos para rodar la acción, y, aunque lucen, lo hacen poco. Las maquetas que construyó Warm como referencia se conservan en la Filmoteca Danesa.