Olvidada salvo para los amantes del cine clásico de aventuras, ¨Los Mares de China¨ puede que no se trate de una gran obra, pero sí de una película recordada con cariño por el público de varios países, lo que la ha hecho ser recuperada, al menos en España, para el circuito de reposiciones de esas cadenas televisivas que de algún modo tienen que ocupar los horarios de la tarde del fin de semana y los de la madrugada.
Nos cuenta la historia de cómo el duro, valiente e irascible capitán Alan Gaskell las pasa moradas para sobrevivir a los celos y deseos de dos de los pasajeros que van a bordo de su carguero Kin Lu, Dolly Portland y Sybil Barclay, antiguas enamoradas de Gaskell de muy distinta condición que ahora se pelean por llevárselo, y a la hazaña que será el transportar una valiosa carga de oro desde Hong Kong hasta Singapur.
Por supuesto no ayuda el que uno de los hombres del capitán sea realmente el camarada de unos piratas que pretenden, así, sin más, robar todo el cargamento de oro. Dolly intentará avisar a Gaskell, pero como este no tiene muchas luces y además está sucumbiendo a los encantos de Sybil, con la cual planea casarse una vez en Singapur, pues no le hace ni puñetero caso, lo que desembocará en un gran problema cuando unos piratas aborden su Kin Lu, ya severamente dañado por un tifón, y le torturen para que confiese donde demonios está el oro.
Cuando la televisión era poco más que una quimera, el cine era el único entretenimiento audiovisual al alcance de todo tipo de públicos. Esta situación cercana al monopolio del ocio obligaba a Hollywood a mantener abiertas innumerables líneas de producción con las que abastecer las miles de salas de cine diseminadas a lo largo y ancho de los EE.UU., lo que justificaba la existencia de diversos géneros y subgéneros que con el paso de los años, y con la implantación del medio televisivo, fueron paulatinamente relegados, cuando no olvidados por completo, destino que hubieron de compartir gran parte de sus artífices.
Éste es el caso de Tay Garnett, artesano del ¨western¨ de serie ¨B¨ y del subgénero de aventuras en parajes exóticos, que es donde se encuadra una película como ¨Los Mares de China¨, además de otra gran multitud de estilos cinematográficos que practicó en su dilatada carrera, destacando en ella títulos como ¨Siempre Eva¨, ¨De Isla en Isla¨ o el clásico ¨El Cartero siempre Llama dos Veces¨.
Garnett se sirvió de esta historia, basada en la novela de Cosbie Garstin, donde un aventurero americano, capitán de barco para más señas, malvive trasladando las más diversas mercancías entre Hong Kong e Indonesia, lugares de indudable atractivo para el imaginario colectivo en una época en que los vuelos no eran ni tan siquiera un sueño, permitiendo recrear su supuesto exotismo en los platós de los grandes estudios.
Fiel a los arquetipos, el aventurero es además un alcohólico en vías de redención y un seductor impenitente al que sus conquistas y sus amistades peligrosas están siempre a punto de pasarle una mala factura. Todo un esquema narrativo que en este caso funciona a la perfección gracias a la solidez de su reparto, donde encontramos al eternamente carismático Clark Gable (cuyo temperamento era tolerado por los ejecutivos de la MGM porque sabían que contar con él era una apuesta segura para la taquilla) junto a Jean Harlow y Rosalind Russell, además de los eficientes Lewis Stone y Wallace Beery, y a la ligereza con que está planteada la acción.
Los productores Irving Thalberg y Albert Lewin, aseguraron que ¨Los Mares de China¨ fue la primera película de aventuras realizada en Hollywood de la cual salieron todas las demás, por supuesto burdas imitaciones, claro está.
En el aire queda si esto es cierto o no, pero lo que sí podemos afirmar es que significó una gran influencia para el género, sobre todo para ese ¨blockbuster¨ de Disney que recuperó el cine de piratas y aventuras, y que tantos beneficios aportó a Gore Verbinski, llamado ¨Piratas del Caribe: La Maldición de la Perla Negra¨.
Mad Warrior
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Olvidada salvo para los amantes del cine clásico de aventuras, ¨Los Mares de China¨ puede que no se trate de una gran obra, pero sí de una película recordada con cariño por el público de varios países, lo que la ha hecho ser recuperada, al menos en España, para el circuito de reposiciones de esas cadenas televisivas que de algún modo tienen que ocupar los horarios de la tarde del fin de semana y los de la madrugada.
Nos cuenta la historia de cómo el duro, valiente e irascible capitán Alan Gaskell las pasa moradas para sobrevivir a los celos y deseos de dos de los pasajeros que van a bordo de su carguero Kin Lu, Dolly Portland y Sybil Barclay, antiguas enamoradas de Gaskell de muy distinta condición que ahora se pelean por llevárselo, y a la hazaña que será el transportar una valiosa carga de oro desde Hong Kong hasta Singapur.
Por supuesto no ayuda el que uno de los hombres del capitán sea realmente el camarada de unos piratas que pretenden, así, sin más, robar todo el cargamento de oro. Dolly intentará avisar a Gaskell, pero como este no tiene muchas luces y además está sucumbiendo a los encantos de Sybil, con la cual planea casarse una vez en Singapur, pues no le hace ni puñetero caso, lo que desembocará en un gran problema cuando unos piratas aborden su Kin Lu, ya severamente dañado por un tifón, y le torturen para que confiese donde demonios está el oro.
Cuando la televisión era poco más que una quimera, el cine era el único entretenimiento audiovisual al alcance de todo tipo de públicos. Esta situación cercana al monopolio del ocio obligaba a Hollywood a mantener abiertas innumerables líneas de producción con las que abastecer las miles de salas de cine diseminadas a lo largo y ancho de los EE.UU., lo que justificaba la existencia de diversos géneros y subgéneros que con el paso de los años, y con la implantación del medio televisivo, fueron paulatinamente relegados, cuando no olvidados por completo, destino que hubieron de compartir gran parte de sus artífices.
Éste es el caso de Tay Garnett, artesano del ¨western¨ de serie ¨B¨ y del subgénero de aventuras en parajes exóticos, que es donde se encuadra una película como ¨Los Mares de China¨, además de otra gran multitud de estilos cinematográficos que practicó en su dilatada carrera, destacando en ella títulos como ¨Siempre Eva¨, ¨De Isla en Isla¨ o el clásico ¨El Cartero siempre Llama dos Veces¨.
Garnett se sirvió de esta historia, basada en la novela de Cosbie Garstin, donde un aventurero americano, capitán de barco para más señas, malvive trasladando las más diversas mercancías entre Hong Kong e Indonesia, lugares de indudable atractivo para el imaginario colectivo en una época en que los vuelos no eran ni tan siquiera un sueño, permitiendo recrear su supuesto exotismo en los platós de los grandes estudios.
Fiel a los arquetipos, el aventurero es además un alcohólico en vías de redención y un seductor impenitente al que sus conquistas y sus amistades peligrosas están siempre a punto de pasarle una mala factura. Todo un esquema narrativo que en este caso funciona a la perfección gracias a la solidez de su reparto, donde encontramos al eternamente carismático Clark Gable (cuyo temperamento era tolerado por los ejecutivos de la MGM porque sabían que contar con él era una apuesta segura para la taquilla) junto a Jean Harlow y Rosalind Russell, además de los eficientes Lewis Stone y Wallace Beery, y a la ligereza con que está planteada la acción.
Los productores Irving Thalberg y Albert Lewin, aseguraron que ¨Los Mares de China¨ fue la primera película de aventuras realizada en Hollywood de la cual salieron todas las demás, por supuesto burdas imitaciones, claro está.
En el aire queda si esto es cierto o no, pero lo que sí podemos afirmar es que significó una gran influencia para el género, sobre todo para ese ¨blockbuster¨ de Disney que recuperó el cine de piratas y aventuras, y que tantos beneficios aportó a Gore Verbinski, llamado ¨Piratas del Caribe: La Maldición de la Perla Negra¨.
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