Ficha La Ley de las Armas

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Críticas de La Ley de las Armas (2)




Mad Warrior

  • 3 Jun 2023

6



Otro que hizo de los tiempos de la Ley Seca un infierno para los agentes y que terminaría ganando una amplia carrera en la ficción.
¨Pop-gun¨ Kelly lo llamaron tras ingresar en Alcatraz, y fue el mejor apodo que pudo tener...

El 18 de Julio de 1.954, en la prisión de Leavenworth, fallece este farsante que gustaba de presumir sobre sus fechorías y la metralleta Thompson que siempre portaba. Cuatro años después el interés de los productores de A.I.P. por hacer algo diferente lejos de la ciencia-ficción y el terror se sumó al interés de Roger Corman por este curioso personaje; unas dos semanas y 60.000 dólares, el más usual esquema de sus películas, cubrieron el guión de su colega Robert W. Campbell, quien insistió bastante en que su hermano William fuese el protagonista, quitándole la oportunidad a Dick Miller.
Al final ni uno ni otro. Un Charles Buchinsky de casi 40 años que ya se apodaba Bronson y había ganado su reputación de eterno secundón en cine y televisión se hizo con el papel, si bien su parecido con el George Kelly real está a millas de distancia (Richard Devon, que aparece como uno de los miembros de la banda del forajido, tiene mucha más similitud con él). Corman, encarando su primera obra de acción gangsteril (y sufriendo los inconvenientes de trabajar con el misántropo y violento Bronson), hace lo que mejor sabe: meterse al público en el bolsillo desde el comienzo gracias a su habilidad para narrar con velocidad y eficacia.

Y esto considerando que su mejor concepción de un atraco es filmarlo desde fuera, resultado de la falta de tiempo y presupuesto, pero logrando un toque minimalista bastante original. Pero lo más interesante es que desde el principio conocemos el miedo que invade a Kelly, miedo a morir, que le impide moverse; la fachada de una funeraria le causa un extremo pavor y anticipa muchas cosas relacionadas con la muerte y la violencia, siempre tras sus pies. Nos acerca el director así a un hombre que no es lo que aparenta.
Entre los numerosos brutales gángsters reales (o semi-reales) que poblaron el cine de acción de la época (de ¨Baby Face¨ Nelson y Bonnie Parker a ¨Pretty Boy¨ Floyd), casi siempre en los límites de la serie ¨B¨, Kelly destaca porque en realidad era un simple contrabandista de alcohol cuyas peores decisiones fueron casarse con cierto tipo de mujeres que le empujaron a delitos mayores. Su banda la lideraba Kathryn Thorne y no él; encarnada con la sensualidad fatal de Susan Cabot (tal vez Mara Corday habría sido mejor elección) y llamada Florence, podemos ver su dominio sobre el hombre de la metralleta, la cual, además, ella misma le regaló.

No se realiza, sin embargo (algo propio de la serie ¨B¨ y de este género), un análisis exhaustivo de la personalidad del protagonista. Ni esto es ¨Gun Crazy¨ ni Corman se pretende H. Lewis, pero sabe convencernos de que la extrema violencia (porque la hay a mansalva) ejercida por Bronson, éste en una de las mejores actuaciones de su carrera, es producto de la debilidad y el miedo a sentirse acorralado por el peligro y la muerte. Hubiera sido más satisfactorio conocer algo del pasado del forajido (su fracaso en la universidad, sus primeros problemas por el tráfico de alcohol...), pero no parece necesario para el guión, que empieza con uno de tantos episodios criminales de su vida.
Corman, de vez en cuando acercándose a los agentes que le siguen la pista (figuras de cartón piedra sacadas de alguna serie televisiva), desata una serie de situaciones de amarga aspereza donde abundan las traiciones entre miembros del mismo grupo, las mentiras y las conspiraciones, pululando por doquier una mala sombra que a todos mantiene cabreados. Así que durante un trecho no sucede gran cosa salvo idas y venidas, enfrentamientos varios, manipulación por parte de Florence y exposiciones de incómoda violencia (en particular las escenas de Bronson y la pantera enjaulada o las incontables bofetadas y puñetazos que reciben tanto hombres como mujeres).

Lo más interesante es el delito que terminaría llevando a Kelly a cadena perpetua. Pero Campbell, en una decisión incomprensible, decide cambiar la situación y en lugar de a Charles Urschel, magnate del petróleo de Oklahoma, el protagonista secuestra a una hija y a la niñera y da un álter-ego al padre (Andrew Vito). Manera terrible de trastocar la realidad, pues este rapto, de más de una semana y con una petición de 200.000 dólares, significó una gran operación para el F.B.I. y Hoover; el guión ni se acerca a esta hazaña, una de esas pocas veces en que la ficción no exagera la realidad, más bien la atenúa (todo por culpa del presupuesto...).
Aun así el director se esmera en concentrar la tensión a toneladas y elaborar atmósferas opresivas durante el tramo del secuestro dentro de la casa, con mucho más tino de lo que hizo en ¨El Día del Fin del Mundo¨, mostrando la poca fortaleza de Kelly (un acierto) en oposición a la actitud brutal de sus compañeros, y las ráfagas de humanidad que pueden aflorar en seres de tan miserable condición. Cabot, para quien fue su colaboración favorita con Corman, conseguirá ponerse por encima de Bronson gracias a su carácter arrogante de venenosa ¨femme fatale¨, que desvela a una pérfida mujer ansiosa de atención y de aparentar dependencia masculina.

Y este Kelly termina como el auténtico. No veremos su famoso juicio, el primero en ser filmado en EE.UU. y el primero tras ser declarado el secuestro un delito federal, pero sí esa rendición que ante todo expuso a un hombre sin verdadero coraje, empujado a robar y matar por decisión de otros, patético sin voluntad cuya mejor arma era la soberbia.
Mientras sus coetáneos fallecían por lluvias de balas a él, declarado preso modelo en Alcatraz, le sobrevino un ataque al corazón. Bronson le aporta tanto carácter y dureza como una creíble debilidad, terminando la película con unos altos beneficios y con las primeras críticas profesionales positivas al natural de Michigan; todo un triunfo para él.



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DE NIRO

  • 20 Apr 2023

6


Muy buena pelicula al estilo de la de Dillinger, Bonnie & Clyde o Al Capone, epoca dorada para los delincuentes, casi siempre asaltando bancos y algún que otro secuestro y pedido de rescate, como es en este caso, estas cintas me replantean una situación moral, ¿Quienes son los malos? Aquellos que por necesidad, por buscar un pedazo de pan ingresen a la criminalidad o aquellos que le niegan ese pedazo de pan a los pobres, cada quien saca sus conclusiones, excelentes actuaciones y ni que decir de los autos de esa epoca.



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