Dícese que es una secuela de Djando, el vaquero más célebre del Western, cuyas mejores encarnaciones fueron a mi parecer, la clásica de Franco Nero y la de Anthony Sthepen. Aquí es Terence Hill el encargado de personificar al pistolero que busca vengar la muerte de su mujer haciéndose pasar por falso verdugo salvando las vidas de inocentes para servirle después de súbditos y así ellos mismos también vengar las injusticias a las que han sido sometidos. Pienso que a Hill le viene grande el personaje, sus miradas y giros de cabeza no imponen nada, aunque si bien no lo hace convicciónalmente, se deja ver merced a la trama enjundiosa que entraña, pues además de venganza, también recoge robos de oro, traición y unas estrategias bien buenas para hacerse con las cabezas de Lucas Ibáñez y el pseudo político que alcanzó tal posición a base de interceptar oro por los yermos caminos del Oeste.

Por otro lado, cabe resaltar la estrategia final, aquella en la que Django, impavidamente, coge del ataud la metralleta y comienza a disparar a destajo y que además de inesperada es bien buena. Y otro apartado que quería comentar es su canción original que es buenísima y está cantada por el popular Nicola Di Bari cuya interpretación me deja sin aliento. Esta es una de las grandes razones por las cuales visualizo este género. Pocas canciones no suelen gustarme.

Me gusta (0) Reportar