Ficha El Precio del Miedo

7.03 - Total: 4

  • No la has puntuado
  • No has insertado crítica
  • No has insertado curiosidades
  • No has insertado ningun error


Críticas de El Precio del Miedo (3)




robertinoferro12345

  • 3 Oct 2022

8


Una realización digna para un guión excelente.
Las décadas de los 40s/50s es raro que defrauden cuando de Cine Negro se trata.
Soy un entusiasta de la novela negra a la que Hollywood supo hacerle justicia con grandes directores y guionistas, muchos de ellos proscriptos o sospechados por el Macartismo.
Entre líneas, este tipo de film, critica a una sociedad despiadada y materialista que produce tanto víctimas como victimarios.
La recomiendo!



Me gusta (0) Reportar

[email protected]

  • 1 Oct 2022

7


Film muy entretenido el cual no tiene desperdicio.
La cinta engancha desde que empieza y no aburre hasta que termina con su tenso y emocionante final.
Está muy bien actuada por parte de todo el reparto.
La fotografía es bastante buena ya que todo el tiempo hay sombras y claroscuros.
La historia es buena y tiene ingenio.
Recomendable!



Me gusta (1) Reportar

Mad Warrior

  • 10 Mar 2022

7



Dios, ten piedad de los inocentes porque siempre están expuestos a las perfidias de los malvados y sometidos bajo su poder, que todo lo controla y destruye.
Perdona, en especial, su torpeza para encontrarse siempre en el lugar menos adecuado en el momento más inoportuno...como le sucede a nuestro amigo David.

Él, como otros tantos de su condición, está a merced de un destino muy convulso, de una sociedad gobernada por crueles gángsters y se dejan engañar de la forma más burda por féminas peligrosas e hipócritas; resulta increíble...¿no podrían estos tipos que acaban enredados en tales líos ir al cine a ver una película de suspense para aprender algo? En lo que a mí respecta, el mejor ¨noir¨ de 1.956 es y será ¨Atraco Perfecto¨, pero eso no quita para ignorar la larguísima lista de títulos que se estrenaron en el mismo año y a los cuales todo fan debería acercarse.
Desde el seno de la Universal, que de tan buena manera se sumergió en el cine negro en los 50 (su cumbre: ¨Sed de Mal¨), surge una pequeña joya casi desconocida, si bien estuvo respaldada con más medios de los que suelen ser habituales en este tipo de producciones. Se suponía que iba a ser para Barbara Stanwyck pero Howard Christie se quedó con Merle Oberon liderando el reparto, estrella rutilante en el Hollywood de décadas anteriores quien aquí, ya en su etapa de ocaso y relegada a la serie ¨B¨, logra retener las características de seducción de la cámara y la firme presencia que hicieron de ella una de las actrices más populares de la gran pantalla.

Abner Biberman, actor de largo recorrido y casi recién iniciado en la dirección, había demostrado sus dotes de artesano para el estudio manejándose en historias criminales y policíacas; vuelve a dejarlo claro esta ocasión, donde nos introduce en la peligrosa situación actual del nombrado David, ese ciudadano de clase media-baja que fracasa al intentar llevar una vida digna por culpa de las influencias, los contactos y la mafia, esperando en cada esquina para arruinar la vida de un hombre. La encarna a la perfección Warren Stevens como el repulsivo y elegante Frank Edare, responsable de que aquél haya perdido su canódromo.
Durante la primera mitad de metraje, que Biberman resuelve con ritmo y velocidad y, al estilo novela negra, apoyado en un molesto narrador omnisciente (Carroll, policía y amigo del protagonista), se establecen los accidentes, los personajes que se irán cruzando en ellos y las horribles coincidencias; David podría ser el típico inocente perseguido a sangre fría pero también es acusado, y el guionista Robert Tallman juega a la densa intriga al hacer de él no sospechoso de un crimen, sino de dos. Como es de esperar pasa a formar parte del enredo una mujer, la culpable del segundo crimen: un atropello con fuga.

Oberon opera bien en su rol de mujer fatal que intenta librarse de la culpa y, al igual que hacen la mayoría de personajes de la película, recurrir a las mentiras y las apariencias descargando su culpa sobre un chivo expiatorio cualquiera; y Biberman, muy al estilo de Tourneur, DeToth o Dassin, capta al vuelo esa atmósfera de pesada hipocresía e injusticia, de insatisfacción y puro cinismo. Un sentimiento que se incrementa al enamorarse Jessica de David, pues el atropello cometido por la mujer resulta ser un arma de doble filo, una coartada en la cual él puede escudarse y a la vez conseguir que ella acabe con sus huesos en prisión.
Con Edare de por medio obrando el chantaje, el guión se aventura por los caminos de una lucha de doble moral, amor fatal y traición en beneficio propio, haciendo de las apariencias y las farsas las maestras de ceremonias de un argumento que, en esta ocasión, se desarrolla totalmente a espaldas del protagonista, con la cara de pánfilo de un Lex Barker que ha dejado atrás su pasado de Tarzán y que la mayor parte del tiempo no tiene ni idea de lo que está sucediendo a su alrededor. El espectador, de hecho, llega a observar todos los giros de la historia desde el punto de vista de Jessica, quien empieza a plegarse ante la opresión, la culpa y la vergüenza.

El director podría haber despachado su obra por medio de los estrictos procederes policíacos, pero poco a poco ha dejado que sea el melodrama y las decisiones de Jessica lo que tome importancia (pues la vida del hombre que ama está en sus manos), conduciéndolo todo a un clímax de escenario bastante conocido en el género como es ese tren en el cual las vidas de todos los implicados se enfrentan a su destino inevitable; destaca sobre estos seres tan inmersos en las sombras del submundo del hampa y los negocios sucios la mujer de McNab, el taxista que sirvió a David la noche de los crímenes.
Es un frío personaje fuera del círculo, al cual da vida una Mary Field brillante que basa toda la fuerza de su actuación en la sutileza, y aclara al espectador el cinismo y la codicia de los que se alimenta el clima de la película, el que determina a qué grado de podredumbre se degenera la sociedad que estamos observando. Magnificada por la gran fotografía de Irving Glassberg, cuyo blanco y negro se perfila en unos perfectos tonos de amargura y dramatismo, y el estilo de Biberman, áspero para la violencia, melodramático para el romance, ¨El Precio del Miedo¨ nos lleva sin respiro a un colofón que también confunde con su posible doble resolución.

Pero el cineasta se decanta por la menos típica (al contrario que otros harían e hicieron), y logra su objetivo de ponernos el corazón en un puño con una vuelta de tuerca que ni las del mismísimo Hitchcock.
Solo por ese afán que demuestra durante todo el film de querer tergiversar, aunque sólo sea un poquito, las reglas del ¨noir¨, ya merece mucho la pena este pequeño clásico de los 50. Stanwyck lo habría hecho mejor, pero méritos no se le pueden quitar a Oberon.



Me gusta (1) Reportar

Críticas: 3


Escribir crítica