Ficha Lovers' Lost


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Críticas de Lovers' Lost (1)




Mad Warrior

  • 12 Mar 2022

7



Suena a cuento de hadas, pero quizás es posible que en un reino de tinieblas y monstruos, de miedo y tristeza, dos almas perdidas puedan encontrarse y hallar la felicidad, aunque sólo sea por un instante...
por el instante de un simple beso que pueda quedar retenido para siempre en el tiempo...

Llega el cambio definitivo de miras en el cine de Kinji Fukasaku, empezando por su mudanza a Shochiku tras haber estado toda su vida sirviendo en Toei; dedica esta etapa a las adaptaciones literarias, y la gran mayoría tratarán sobre dramas históricos y romances fatales, lo cual ha empezado a partir de la previa ¨Seishun no Mon¨ (que dirige junto a Koreyoshi Kurahara). En ese momento Kohei Oguri ha sido nominado al Oscar por su versión cinematográfica de ¨Doro no Kawa¨, primera novela de Masahito Miyamoto y la responsable de su prestigio y reconocimiento.
La película, hoy una obra maestra del cine nipón, es distribuida por Toei, curiosamente; Shochiku contraataca ofreciendo a Fukasaku trasladar otro libro del autor, publicado sólo un año antes: ¨Dotonbori-gawa¨. Es otro río el que da nombre a este trabajo, el mismo sobre el cual se conocen Kunihiko y Machiko (esos jóvenes Hiroyuki Sanada y Keiko Matsuzaka cuya química hace saltar chispas desde su primer encuentro en pantalla), pero lejos de plantearse una fábula de amor juvenil al uso, se perfilan las aristas del mundo donde va a ir a desarrollarse, esa Osaka suburbana de principios de los 80 viciada con la corrupción y la violencia, atestada de gángsters y prostitutas...en resumen: un lugar de perdedores sin futuro.

El mencionado Kunihiko, sin embargo, intenta subsistir en él llevando una vida digna; constituirá junto con su amigo Masao las dos posturas frente a esa sociedad podrida y retorcida: la de conseguir labrarse un futuro y la de hundirse en la miseria. Poco a poco serán introducidos numerosos personajes secundarios de existencias tortuosas que se debatirán entre una elección u otra, todos ellos unidos por el cordón umbilical del destino, cuyos giros únicamente parecen presagiar una desgracia; aquí una pobre chica que se gana la vida como stripper (Satomi), allí un transexual explotado por un bruto sin escrúpulos (Kaoru) o un indeseable drogadicto que otrora fue un gran jugador de billar (Watanabe)...
Machiko es una luz entre tinieblas, una promesa de felicidad quizás inalcanzable; la historia, por desgracia, deja a menudo relegado su romance con Kunihiko y abre una subtrama con Masao y su padre Tetsuo (dueño del bar donde el anterior trabaja, y a quien considera más hijo que al suyo propio), muy heredada de ¨El Buscavidas¨, que por la actitud rastrera y sucia del personaje interpretado por Koichi Sato termina resultando tediosa, incómoda y desagradable. Con ello, y mientras no cesan de aparecer personajes secundarios con sus propios traumas y problemas íntimos, se profundizará en el conflicto paternofilial y en la eterna sombra del fracaso.

Así, mientras el hijo hace lo posible por desprenderse del pasado removiendo cielo y tierra para ganarse un futuro (aunque sea a costa de traicionar a sus amigos y robar y maltratar a mujeres), el padre rompe con el presente y volverá a refugiarse en las heridas del pasado, las que le han conducido a su actual existencia, tan cargada de remordimiento y hastío; el guión incluso se toma la libertad de conceder a Tetsuo su propia subtrama (revelándonos una particular relación con la nieta de un antiguo competidor y lo más importante: cómo llevó a su familia a la más absoluta ruina).
Fukasaku, quien se ha adaptado bien a refinar su estilo tras la cámara y a crear ambientes más melodramáticos (incluso sus escenas de sexo están ahora dotadas de un erotismo poético próximo a Rivette), no deja de sacudirnos con esa violencia áspera, realmente dolorosa, que siempre caracterizó su cine, esta vez de gran intensidad psicológica, y nos mete de cabeza en atmósferas tan elegantes como escabrosas, magníficamente tratadas con la cuidada fotografía de Takashi Kawamata. Sin embargo el nativo de Mito presta más atención a la técnica que al argumento, y por culpa de eso la trama de Masao y su padre (la cual estaba hartando a un servidor) termina por engullir a la principal.

Que viene a ser el romance entre Kunihiko y Machiko, y que pasa a ser una historia secundaria por los confusos malabares de Tatsuo Nogami y el propio Fukasaku al guión; una lástima, pues lo que uno desea realmente es permanecer más tiempo con esos dos espíritus inocentes que, en el reinado de caos y lágrimas donde les ha tocado vivir, han encontrado el uno en el otro su única razón para continuar una existencia todavía llena de deseos aunque sin propósitos reales...y no seguir las peripecias de ese padre y su hijo unidos por la obsesión del billar.
Si bien Tsutomu Yamazaki sorprende con una actuación sobria y ruda, Sato solo proyecta desdén al espectador, mientras un maduro Tsunehiko Watase acapara toda la atención nada más aparecer en pantalla (figurando con su destrozado Watanabe una versión de lo que podría acabar siendo Masao si prosigue por el camino que ha elegido). Y tras una Matsuzaka de sonrisa hipnótica, cuyo personaje resulta más complejo de lo que creemos, se alza Maki Hirahara, actor transexual que, en su papel de Kaoru, consigue arrollar a todos sus compañeros de reparto gracias a su presencia vital y de vez en cuando sobreactuada.

Él será el responsable directo de que la película, que ya no podía acumular más discursos y lecciones de moralidad, se abalance sobre nosotros con una vuelta de tuerca final cuyo impacto será el mismo que el de una hoja fría atravesándonos el estómago. Literalmente en este caso. Fukasaku desata un auténtico vendaval de violencia, a pie de calle, y recupera así el espíritu brutal, cínico y salvaje de sus primeras obras, nos deja sin respiración, y nos alecciona sobre algo muy importante.
La suerte es algo esquivo, la felicidad es pasajera y que incluso aquellos que intentan vivir de forma digna, honorable y bondadosa pueden verse sacudidos por los perversos giros del destino. Para disgusto de Shochiku, este oscuro melodrama moderno de fatalidades y tragedias no tendrá la misma repercusión que el film de Oguri, pese a su relativo éxito en cines...



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